Algunas personas se toman grandes trabajos con tal de no pasar debajo de una escalera; hasta se arriesgan a bajarse de la acera y caminar entre los automóviles. Otras afirman que el riesgo está en mojarse con pintura o en recibir el golpe de la escalera si ésta les cae encima.
La superstición se explica con una referencia a las creencias cristianas. La escalera que se apoya en una pared o en un árbol forma un triángulo que se identifica con la Santísima Trinidad. Atravesarlo es profanar lo sagrado y atraer al demonio.
Existen varias formas de contrarrestar esa infracción: cruzar los dedos y mantenerlos así hasta ver a un perro; escupir sobre un zapato y dejar que la saliva se seque allí; incluso hacer el signo de la “figa” cerrando el puño con el pulgar metido entre el dedo medio y el índice.
Las supersticiones con respecto a las escaleras tienen que ver con las creencias cristianas, pero ya existían antes del nacimiento de Jesús. En el antiguo Egipto, Osiris, el dios del Sol, estaba en guerra constante con Set, el amo de las tinieblas. Después de una victoria, Set empujó a Osiris a la oscuridad de la tumba.
Horus, el dios del Sol naciente, de cabeza de halcón, ayudó a su padre a salir de las tinieblas con dos poderosos hechizos: una escalera y el signo de la ‘V’ hecho con dos dedos. En algunas tumbas egipcias se han encontrado amuletos de buena suerte en forma de pequeñas escaleras, y algunas personas aún usan versiones modernas de dichos amuletos.
Ciertas pinturas muestran al alma subiendo la escalera para salir de la tumba o para llegar a la cima de la luz eterna.
Según la Biblia, Jacob soñó con una escalera que llegaba al cielo y en la cual había ángeles. De esta forma, la escalera se convirtió en una figura divina que se reforzó con la idea del Triángulo Sagrado, el cual era símbolo de la vida en los tiempos antiguos.
Una antigua creencia decía que caminar debajo de una escalera acortaría la visita de los dioses a la Tierra, los que, ofendidos, mandarían terribles desgracias.
Las primeras representaciones de la crucifixión alimentaron la idea de que la escalera simbolizaba tanto a Dios como a Satanás. En ellas, Satanás, furioso porque la muerte de Jesucristo ha salvado a la humanidad, se encuentra de pie debajo de una escalera que está apoyada en la cruz.
El área entre la escalera y la cruz estaba bajo el dominio del diablo, así que sólo quien lo adorara pasaría por allí. Sin embargo, hacer el signo de la cruz con los dedos pone a salvo a la persona, lo cual impide a Satanás tomar venganza.
En algunos países, las escaleras se asocian con los criminales y con la muerte, pues los verdugos hacían las horcas apoyando una escalera en un árbol. Después de la ejecución, nadie se atrevía a pasar debajo de la escalera, por temor a encontrarse con el fantasma del ahorcado.
En Francia, antes de que se usara la guillotina, a los condenados se les hacía pasar por debajo de la escalera que los llevaba al cadalso. Cada vez que el verdugo tenía que subir o bajar de la escalera, tornaba la precaución de escupir varias veces entre los travesaños para asegurarse de rechazar las maldiciones del condenado.
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