Por qué se siente tan bien mirar a los ojos de tu perro
Los expertos en animales han revelado como una mirada mutua con tu perro aumenta el lazo humano-animal y tiene efectos positivos en la salud y bienestar.
Nuestra conexión humana con un perro o gato y otras mascotas es similar al lazo entre madre e hijo. Este lazo, en parte, está formado a través de la oxitocina, la hormona asociada al amor, apego y confianza.
“La oxitocina se conoce como la hormona del amor puesto que se eleva en las personas que están enamoradas o en madres y sus hijos cuando interactúan,” dice Compitus, conductista animal. “Los estudios muestran que la oxitocina también se eleva en tanto humanos como animales cuando interactúan”. Y como ese lazo familiar humano, la oxitocina incrementa cuando la gente interactúa con sus propias mascotas en vez de con otros animales.
También fortalecemos el lazo al alimentar y nutrir a nuestras mascotas; son vulnerables y dependen de nosotros para las necesidades nutricionales y cuidado.
La relación entre un padre y su hijo puede ser condicional y a veces volátil, pero con una mascota es una fuente constante de apoyo y amor”, dice Compitus.
Además, las mascotas pueden proveer oportunidades para conectar con más gente, ya sea en persona o por redes sociales, como hacen los niños. “Las mascotas nos ayudan a conectar con otros en nuestra comunidad… la gente conoce a sus vecinos cuando saca a pasear a su perro, o crean cuentas de Instagram para sus mascotas”, dice Compitus.
Katherine Compitus trabajadora social clínica licenciada, conductista animal, y profesora adjunta en la Universidad de Columbia, Universidad de Nueva York y Universidad Fordham, es una experta en el campo de lazo humano-animal (HAB).
“El campo de HAB está apenas explotando porque, históricamente, la mayoría de la evidencia del beneficio terapéutico de HAB ha sido anecdótico,” dice Compitus, quien es presidenta del Santuario Surrey Hills y autora del blog Zooeyia en PsychologyToday“.
Tras más investigaciones conducen a los beneficios terapéuticos del lazo humano-animal, para las humanos y otras especies, estamos viendo pruebas cuantitativas y cualitativas concretas de que HAB es una modalidad de tratamiento poderoso y que realmente beneficiamos fisiológica, psicológica y socialmente de nuestras interacciones con animales.
Otra razón potencial de la que la gente se beneficia de mirar a los ojos de su perro o gato es que nuestra preferencia por la lindura en bebés y niños se extiende a las caras de los animales.
Un artículo en marzo del 2016 en Frontiers in Psychology surge de la hipótesis de que las características infantiles físicas y de comportamiento, o el “esquema de bebés,” atrae la atención humana a perros y gatos (y otros animales), también.
Los investigadores dicen que los perros y gatos tienen un papel protagónico en nuestras vidas, completando necesidades de atención e intimidad emocional como las amistades entre humanos.
Sus “caras lindas” no solo estimulan el cuidado similar al paterno pero también son socialmente comprometedores, creando un círculo de beneficio mutuo que está asociado positivamente con salud y bienestar.
Se ha observado que las interacciones humano-perro positivas bajan los niveles de cortisol e incrementan los de oxitocina, no solo en los humanos sino también en los perros”, dice Marta Borgi, co-autora del estudio en en 2016 en Frontiers in Psychology e investigación en el Centro de las Ciencias del Comportamiento y Salud Mental, Istituto Superiore di Sanità, Roma, Italia.
“El siguiente paso sería explorar mejor cuáles características del lazo humano-animal impactan más en el bienestar animal, y el papel que tiene el sistema de oxitocina y otros procesos fisiológicos.
“Existe evidencia (en un estudio del 2017 en Frontiers in Psychology) de que los perros destacan en leer señales sociales humanas, incluido los gestos faciales, que discriminan entre regiones faciales humanas y miraron más hacia la región ocular”, dice.
Compitus dice que interactuar con animales ha mostrado disminuir los niveles de cortisol en los humanos, lo que significa que “nos sentimos menos estresados cuando acariciamos un animal”.
Un estudio en junio del 2019 publicado en el diario Proceedings of the National Academy of Sciences descubrió que los perros también han evolucionado músculos de la frente específicos que los ayudan a comunicarse mejor con los humanos.
Este rasgo comenzó a desarrollarse hace aproximadamente 33,000 años, tras ser domesticados de los lobos. Los perros que fueron capaces de dar esta señal en la frente también fueron más frecuentemente adoptados de los refugios.
De la misma manera que muchos de nosotros encontramos adorable una mueca canina, otro estudio en el 2017 publicado en Frontiers in Psychology descubrió que los perros están enamorados similarmente de las sonrisas humanas.
El estudio describe como se le mostró imágenes a 43 perros de caras humanas sonrientes o enfadas, y luego cada perro fue puesto a prueba dos veces. La primera vez, estaban bajo la influencia administrada de oxitocina, y la segunda vez no se les administró una cantidad adicional. Después, se midió el tamaño de las pupilas de cada perro Con un dispositivo de rastreo ocular.
La respuesta y atención emocional fueron factores clave que influencian la mirada de un perro y regulan el tamaño de las pupilas, así que el rastreo ocular da visión dentro de la mente canina. (Antes, este método de rastreo solo había sido utilizado en humanos y simios).
Mientras los perros tienden a concentrarse en señales sociales peligrosas o amenazadoras, los investigadores encontraron que la oxitocina influenció a que los animales ignoraran o anularan sus instintos de supervivencia a favor de reaccionar a las caras humanas sonrientes.
Poner la felicidad humana antes que su propia seguridad puede indicar que tan leales son los perros a sus personas, posiblemente a un fallo.
Con el paso del tiempo, la gente se está enamorando más de la idea de tener mascotas. Los animales domésticos están entrelazados con nuestras vidas humanas, ahora más que nunca. En las últimas cuatro décadas, el número de hogares con animales de compañía ha incrementado bastante.
Según una encuesta del 2019-2020 por la American Pet Products Association (APPA), 67% de los hogares en Estados Unidos incluían una mascota (un incremento del 56% de los hogares en 1988); esos son 84.9 millones de hogares compartidos con perros (63.4 millones), gatos (42.7 millones), peces de agua dulce (11.5 millones), peces de agua salada (1.6 millones), reptiles (4.5 millones), pájaros (5.7 millones), animales pequeños (5.4 millones) y caballos (1.6 millones).
La APPA preside que en el 2020, las personas gastarán un estimado de $99 billones en sus mascotas. Adicionalmente, la APPA reporta que los millennials (35% de los dueños de mascotas en Estados Unidos) se convirtieron en la demografía de dueños de mascotas primaria en el 2016.
Considerando el número de mascotas adoptadas durante la pandemia hasta ahora, no hay signos de que el tener un animal de compañía vaya a disminuir pronto.
“Durante la pandemia, mucha gente está encerrada en casa, pero con una mascota, al menos tienen otro ser a quien sostener, nutrir y amar”, dice Compitus.
“El cuidar de una mascota da a las personas algo que hacer, y también brinda momentos graciosos que pueden ayudar a aliviar la ansiedad sobre el estado actual del mundo”.
Borgi, quien ha hecho investigaciones profundas sobre relaciones humanas-animales acuerda que las mascotas también pueden ayudar a reducir los sentimientos de aislamiento social en humanos.
“Las relaciones con animales tienen características similares a las relaciones entre humanos—intimidad emocional, compañerismo, confianza, compromiso, afecto, aceptación, simpatía, preocupación por el bienestar del otro, también pasar tiempos juntos y el mantenimiento del lazo tras largas separaciones”, dice Borgi.
“Muchos dueños viven cercanamente a sus mascotas, compartiendo con ellos su espacio doméstico y recursos financieros, los ven psicológicamente como parientes y miembros iguales de la familia… el tiempo que invertimos en relaciones entre humanos significativas tiene importantes funciones biológicas: la calidad y cantidad (de) interacciones sociales influencian nuestro funcionamiento inmune, que tan rápido nos recuperamos tras una enfermedad y, últimamente, cuanto vivimos”.
Borgi dice que nuestro entorno social humano es uno de los factores de riesgo y/o protección mas importantes relacionados con la mortalidad, excediendo otros factores de riesgo mayores, incluida la obesidad y falta de actividad física.
Pascal Janne, investigadora en Université Catholique de Louvain, Yvoir, Bélgica, y co-autora de un estudio 2020 en el diario francés Annales Médico-Psychologiques, dice que “los caballos, gatos, y animales peludos pueden producir beneficios inmunológicos adicionales” y salud general y bienestar en la gente.
Además, algunas personas deciden que tener un animal que dependa de ellos “es una buena razón para dejar de fumar, mantenerse saludables… acudir al médico o tomar medicamentos”, nota Compitus.
Los investigadores descubrieron que la gente con mascotas es menos propensa a terminar con sus vidas “porque se preocupan sobre lo que va a pasar con su mascota cuando ya no estén”, dice.
Un estudio en el 2019 publicado en el diario Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes, encontró una conexión entre tener una mascota, particularmente perros, y sobrevivencia tras un evento cardiovascular mayor como un ataque cardiaco o un derrame.
También descubrieron que los dueños de mascotas tenían niveles más altos de actividad física y ayuda social que quienes no tenían mascota, que podría mejorar la salud tras un evento cardiovascular. Mientras que estudios anteriores sugieren que los perros se compañía mejoran la actividad física humana, ayudan a bajar la presión sanguínea, e incrementan la interacción social con otras personas (y animales), este estudio se concentró específicamente en salud cardiaca.
Tove Fall, autor del estudio y profesor en epidemiologia molecular en la Universidad Uppsala en Uppsala, Suecia, descubrió que en comparación a gente que no tenía perro, la gente que vivía sola tenían un 33% menos de riesgo de muerte tras ser hospitalizados por un ataque cardiaco.
Con estas mismas líneas, los dueños de perros que vivían con una pareja o niños, tenían un 15% menos de riesgo de sufrir un ataque cardiaco tras una hospitalización previa. Los supervivientes de derrames con perros también mostraron tener menos riesgo.
“Sabemos que la soledad es un gran factor de riesgo para la muerte prematura, y tal vez una mascota puede aliviar el aislamiento social”, dice Fall. “Las mascotas son una gran compañía y añaden sentido… especialmente a quienes viven solos, una mascota puede ser una compañía genial durante la cuarentena. También, en algunos países sólo podías dar paseos si tenías un perro”.
Dicho esto, como investigador, Fall siente que la asociación entre el lazo humano- animal y la salud humana es difícil de estudiar. “No sabemos si y como las personalidades y otras características que pueden afectar la salud difieren entre dueños de perros y personas que no tienen perro”, explicó Fall.
“Es difícil separar los efectos de la salud de las mascotas de las diferentes en las características de los dueños (algunas personas que disfrutan de la actividad física podrían ser más propensas a tener un perro que puedan sacar a dar largos paseos). Es difícil saber si su perro los hizo ejercitarse o vice versa”.
Mientras que los perros son las mascotas más estudiadas, otros animales—como gatos o caballos—también han evolucionado al lado de los humanos, y también son capaces de formar un patrón especial de apego a las personas.
“Se adaptan específicamente a su nuevo y único hábitat, es decir, sociedades humanas”, dice Borgi. “En el caso de los perros, la especie doméstica más antigua, el proceso de domesticación ha influenciado el comportamiento de los perros, haciendo que estos animales sean hábiles para seguir la comunicación humana, única y especializada en leer señas comunicativas humanas, y (capaces) de usar los gestos comunicativos de los humanos (como señalar). Ni siquiera nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés, pueden hacer esto tan eficientemente como los perros”.
A pesar de que muchos millones de aves, reptiles, mamíferos pequeños y peces también se tienen como mascotas, Borgi dice que “estos animales no pasaron por un proceso de evolución (como la domesticación) que pudieron hacerlos aptos a la cohabitación y relación con los humanos”.
Avisa que esto significa que los humanos no son automáticamente aptos para cumplir las necesidades de muchos otros tipos de animales, como los que no están domesticados. “Las necesidades y comportamientos naturales de un animal salvaje no pueden ser cumplidas fácilmente en nuestros hogares”, dice Borgi.
Ten en cuenta, también, que no todos los animales domésticos viven dentro de casa. Los caballos pueden no ser las mascotas típicas, pero eso no significa que no puedan relacionarse efectivamente con los humanos y nosotros con ellos.
Un estudio del 2019 en el diario Animals investigó en tanto interacciones entre perros-humanos como caballos-humanos con niños. Los autores dicen que, como con los perros, los caballos se entregaban a señales emocionales y físicas en humanos, incluidas nuestras voces, expresión, postura, y más.
En el campo de equinoterapia, en particular, montar y trabajar con caballos puede ayudar a los niños (y adultos) con habilidades para construir relaciones, como “confianza, comunicación, seguridad, y habilidades para resolver problemas”.
Según los autores, “la sola presencia de un caballo demanda respeto y el estado emocional y cognitivo del individuo responde al intentar ganar su confianza y respeto… las conexiones con los caballos pueden… animar el crecimiento de autoestima … una vez que la relación entre un caballo y un humano se establece, la relación empieza a crecer… esto da una sensación de orgullo interno, empoderamiento, y logro”.
Compitus dice que a pesar de que los perros tienen una “relación únicamente simbiótica con la gente”, el siguiente animal más cercano probablemente sea el caballo.
Mientras han estado domesticados por sólo aproximadamente 5,000 años (para los perros, la hipótesis es que sean cerca de 33,000 años), los caballos “pueden ser muy afinados a los sentimientos humanos”.
Podría parecer sorprendente al principio, pero los caballos miniatura son las únicas especies, además de las ranas, que son aceptadas por la ADA (Acto de Americanos con Incapacidades) como animales de servicio.
Junto con los perros, los autores del estudio Animales creen que los caballos son los animales de compañía y terapia ideales por su “habilidad natural de armonizarse a otros, observar, evaluar y responder auténtica e inmediatamente a actitudes y comportamientos no verbales”.
De hecho, compararon el Dressage (una forma artística experta de montar a caballo realizada en exhibiciones y competencias) a caminatas de perros en términos de armonía, sincronización, y ritmo. Concluyen al preguntarse si “cuando tocamos un perro o un caballo (o cualquier otra especie para el caso), tocamos nuestra misma ‘animalidad’ en empatía con ellos”.
Junto con esas mismas líneas, tal vez cuando miramos en los ojos de un perro que queremos, nos estamos viendo mutuamente—y experimentando—miles de años de comportamiento co-adaptado, emociones, y amistad. Eso y que también son suaves y adorables.
Tomado de thehealthy.com Why It Feels So Good to Look in Your Dog’s Eyes