¿Por qué se usa mármol en la mayoría de las esculturas?
Los escultores han utilizado diversos tipos de rocas y piedras, pero la piedra caliza, transformada en mármol gracias a la presión, el calor y los cambios químicos, sigue siendo la mejor opción para los artistas.
El mármol posee más colores que ninguna otra piedra. Puede ser completamente blanco, color crema, rosa, café o negro. Los minerales cristalizados que se encuentran en el mármol producen el efecto moteado o veteado de la piedra, con lo cual cada pieza es única en color y diseño. El mármol más famoso es el que usaba Miguel Ángel: el finísimo de las canteras de Carrara, en la región toscana. Sin embargo, muchos escultores prefieren los tonos más cálidos, parecidos a la carne humana, del mármol que se usó en una de las esculturas más antiguas que se conocen: la Afrodita de Cirene, pieza encontrada en Libia en 1913 y fechada entre 100 a.C. y 400 d.C.
Muchos escultores dicen que es un placer esculpir en mármol; lo ideal es que esté libre de grietas que puedan causar resquebraduras. El mármol recién cortado es más fácil de trabajar, porque el expuesto a la intemperie es más duro; esta propiedad es muy útil pues las esculturas pueden estar en interiores o en exteriores.
El escultor comienza haciendo un pequeño modelo de barro o cera, llamado maquette o bozetto, de la figura que quiere realizar. Una vez amplificado, el diseño es transferido a la piedra, en la que se esculpe la figura de manera tosca. Con cinceles, martillos, taladros y sierras se va dando forma final a la piedra, la que por último se pule suavemente.
Después de pulido, el mármol adquiere una fina superficie, pero tiende a quebrarse con facilidad, por eso algunas esculturas tienen los brazos rotos. Muchas figuras tienen un pie o una pierna apoyada sobre otro objeto, pues sin un soporte, los delgados tobillos de las figuras se romperían con el peso del cuerpo.
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