Aunque no todos la tenemos. Se trata de una cicatriz provocada por la vacuna contra la tuberculosis, que se administra después del nacimiento.
Aunque no todos la tenemos. Se trata de una cicatriz provocada por la vacuna contra la tuberculosis, que se administra después del nacimiento.
Es parte de la reacción normal de tu cuerpo. De acuerdo con información de la Secretaría de Salud, comienza como un nódulo que se convierte en úlcera y, posteriormente en costra que, al caerse (pueden pasar entre 6 y 12 semanas después de la vacunación), queda como cicatriz, la forma dependerá de tu cicatrización y de cómo colocaron la vacuna.
Esa marca no es la única reacción, puede presentarse inflamación de los ganglios de la axila del brazo vacunado, es la más común.
Si bien la cicatriz es certeza de que te vacunaron, no tenerla no significa lo contrario. La Asociación Española de Vacunología, revela que esta reacción aparece entre el 90 y 95% de los vacunados, por lo tanto, es muy probable que sí te hayan aplicado la vacuna.
Se le llama BCG, y es una preparación de bacterias vivas atenuadas derivadas de un cultivo de bacilos de Calmette y Guérin (Mycobacterium bovis); en pocas palabras, significa Bacilo Calmette y Guérin.
En México se introdujo la cepa de BCG en 1948, y fue en 1951 cuando se inició la vacunación contra la tuberculosis, se realizaron campañas masivas durante la década de los 50.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es muy clara en la importancia de vacunar a los recién nacidos, por su efecto protector en los lactantes y niños pequeños.
Es una enfermedad infecciosa potencialmente grave que afecta los pulmones y es causada por bacterias que se propagan de una persona a otra, a través de pequeñas gotas que se liberan por la tos o estornudos, según información de Mayo Clinic.
Por eso la vacuna es un buen método de protección, especialmente contra las formas graves de tuberculosis pediátrica no pulmonar, como la meningitis tuberculosa, la OMS aclara que es poco fiable contra la tuberculosis pulmonar en adultos. Sin embargo, también es cierto que puedes hospedar la bacteria que la causa, pero no enfermarte porque tu sistema inmunitario lo impide.
Pero, si presentas tos durante 3 semanas o más, tos con sangre, dolor en el pecho o cuando respiras, fatiga, fiebre, sudoración nocturna y pérdida de peso, no dudes en consultar a tu médico.
Fuente: MSN
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