Las historias de camellos que caminan durante días por el desierto con poca comida y nada de agua no son una exageración; estos animales pueden llevar a cabo tales proezas porque están notablemente bien adaptados a la vida en el desierto. Pero, en contra de la creencia popular, el camello no almacena agua en el estómago ni en la joroba.
A diferencia de la mayoría de los mamíferos, el camello no tiene una capa uniforme de grasa bajo la piel, sino que la acumula toda en la joroba.
Cuando escasean el alimento y la bebida, utiliza esa reserva para obtener la energía y el líquido que necesita, ya que la descomposición de la grasa libera hidrógeno que se combina con el oxígeno para formar agua. El animal aprovecha también el agua de otros tejidos corporales de una forma parecida.
Así, el camello puede caminar durante varios días sin beber. A medida que sus tejidos se deshidratan, el animal va adelgazando y puede perder hasta 25% de su peso sin quedar exhausto; cuando encuentra agua puede beber hasta 150 litros en 15 minutos. El agua pasa rápidamente a sus tejidos y enseguida la bestia se recupera.
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