¿’Pornovenganza’? Aprende cómo actuar
Nadie te puede arrebatar el derecho de vivir tu sexualidad como mejor te plazca, aún menos ejerciendo violencia al registrar, almacenar y publicar fotografías y videos íntimos.
Las tecnologías digitales e Internet han llegado como una herramienta para la expresión de nuestra sexualidad y erotismo. Nadie te puede arrebatar el derecho de vivir tu sexualidad como mejor te plazca, aún menos ejerciendo violencia al registrar, almacenar y publicar fotografías y videos íntimos sin tu consentimiento.
La ‘pornovenganza’ o ‘pornografía de venganza’ se entiende en este proyecto como la divulgación de material gráfico y audiovisual de tono erótico o explícitamente sexual sin el consentimiento de alguna de las personas retratadas y sin propósito legítimo, a menudo más bien con la intención de humillar, intimidar y/o extorsionar a la víctima. La publicación de este material puede ser por parte de una pareja, expareja, como también de un tercero.
La difusión no consentida de material íntimo por medios electrónicos es una violación a tus derechos humanos, en tanto afecta de manera desproporcionada a las mujeres en todo el mundo y es considerada violencia de género.
La pornografía no consentida es reconocida como un tipo de violencia de género de tipo sexual, ejercida por medios electrónicos, de la que tienes todo el derecho a defenderte, protegerte y resistir.
Lamentablemente los medios de comunicación han popularizado el término ‘pornografía de venganza’ o ‘pornovenganza’ (‘revenge porn’ en inglés). Estos términos son problemáticos, principalmente, porque la pornografía -que es una actividad consensuada- poco tiene que ver con la violencia a la que se quiere someter a las víctimas de la publicación no consentida de material sexual y erótico.
El sistema federal mexicano prevé que cada entidad federativa legisle en materia penal, es por ello que cada Estado tiene su propio Código Penal, aunque existen previsiones en el Código Penal Federal.
En respuesta, se ha comenzado a usar el término de ‘pornografía no consentida’, en el entendido que el acto de revelar una imagen privada y sexualmente explícita a un tercero podría describirse como pornográfico, en tanto transforma una imagen privada en el entretenimiento sexual público.
La carga moralista que aún tiene la actividad de la pornografía en nuestras culturas hace que tampoco este término sea el ideal, no obstante, a falta de una mejor opción, que sea breve y de amplio uso, optamos por este término pues al menos reconoce la importancia del consentimiento.
Como verás en la web, hoy no hay ninguna solución 100 por ciento ideal para un caso de esta naturaleza. Por eso, el fin de este proyecto no es solo brindar a las víctimas información sobre las herramientas que pueden utilizar, sino también que como comunidad tengamos un sentido crítico del contexto que rodea la pornografía no consentida.
NO es natural, NO es tu culpa y NO te lo mereces.
Debemos ser agentes de presión para lograr un cambio en:
Éstas no solo deben comprender la complejidad de la pornografía no consentida y ponerse en los zapatos de las víctimas, sino también responder de forma seria a los usuarios de América Latina.
En particular, tanto el poder judicial como la policía deben dejar de revictimizar a las personas que han sufrido este tipo de violencia de género. Asimismo, si pretenden legislar, tanto el Ejecutivo como el Legislativo deben tomarse en serio el problema y no usarlo como una excusa para la censura en internet.
Como en toda esfera, debemos tener cero tolerancia a la violencia de género en Internet. La difusión de pornografía no consentida es simplemente inaceptable y nadie debería llegar a juicio para ratificarlo. El repudio social debe ser general y nuestras comunidades deben proteger a la víctima, como también abrir instancias para hablar sobre violencia de género y, en particular, sobre pornografía no consentida.
Debemos ser críticos con la tecnología digital que usamos: conocer cuál es su lógica de funcionamiento, los modelos de negocio detrás y nuestro papel en todo esto. Tenemos que reclamar control sobre nuestras vidas en la tecnología.
Para mayor información ingresa a acoso.online, un proyecto independiente que nace como respuesta a la violencia de género contra las mujeres heterosexuales y personas LGBTIQ.