Cuando, en los años 70, Raymond R. Townsend estudiaba medicina, la fórmula para calcular la presión arterial era sencilla. “Nos enseñaban que el valor superior normal era 100 más la edad de la persona”, recuerda este profesor de medicina de la Universidad de Pensilvania.
“Ahora sabemos que cuando esa cifra es muy alta, lo que ocurre con el paso de los años, entraña peligro”. Lo que nadie discute es que la hipertensión puede provocar infartos, ataques de apoplejía —o accidentes cerebrovasculares—, problemas visuales y hasta demencia. Presentamos aquí 15 hechos sobre la presión arterial que podrían salvarte la vida:
A sus 76 años, Suzanne Oparil tiene una presión arterial excelente. “Por suerte, tengo buenos genes”, dice esta profesora de medicina de la Universidad de Alabama en Birmingham, cuya investigación ha sido clave para fijar normas en cuanto a la hipertensión.
Como ella, muchos jamás padecerán este mal, pero el resto de la gente verá un aumento en el valor superior, o presión sistólica (PS), más o menos a partir de los 40 años. Se habla de hipertensión cuando la presión arterial es de 140/90 mmHg o mayor. En parte, esto se debe a que las arterias tienden a endurecerse con la edad.
Uno puede tener la presión arterial por los cielos y no darse cuenta, a menos que se la mida, y, aun así, es difícil saber las cifras exactas. Según Oparil, los valores pueden variar entre 30 y 40 puntos a lo largo del día, con descensos por la noche y ascensos por la mañana. “A veces se eleva cuando un médico la mide, fenómeno llamado ‘hipertensión de bata blanca’”.
La mejor manera de establecer los valores reales es recurrir a una prueba de 24 horas de duración que mide la presión dos, tres o cuatro veces por hora durante el día y cada 30 minutos en la noche. La alternativa es comprar un monitor casero de presión arterial con manguito de brazo y medirla varias veces a lo largo del día.
Esa cifra, la PS, representa la fuerza con que el corazón bombea sangre a todo el cuerpo cuando se contrae. La presión diastólica (PD), el valor inferior, representa la presión entre un latido y otro, cuando el corazón se relaja. “La cifra superior es la más importante porque indica la fuerza máxima que soportan las arterias y los órganos vitales en cada latido”, señala la doctora Sheila Sahni, experta en trastornos cardiovasculares del Centro Médico Ronald Reagan de la Universidad de California en Los Ángeles.
“Cuando la presión es alta, puede dañar los riñones, los ojos, el cerebro e incluso las paredes de los vasos sanguíneos”. Las cifras de PD por lo común alcanzan un nivel máximo hacia los 55 años de edad, y luego descienden gradualmente.
Los científicos aún debaten respecto a la presión arterial ideal de la gente mayor de 50 años. Hasta hace poco se aconsejaba mantener la PS por debajo de 140 mmHg, y abajo de 150 mmHg a partir de los 60 años. En septiembre de 2015, los hallazgos del Estudio de Intervención sobre Presión Arterial Sistólica (SPRINT, por sus siglas en inglés) echaron abajo esa recomendación.
En el estudio participaron más de 9,300 personas que padecían o corrían alto riesgo de sufrir alguna cardiopatía (casi 30 por ciento tenía 75 años o más), divididas al azar en dos grupos: el primero buscaba reducir a toda costa su PS a menos de 120 mmHg, y el segundo, a menos de 140 mmHg. El riesgo de presentar una afección cardiovascular o un ataque de apoplejía fue sólo 25 por ciento menor en el primer grupo durante los tres años del estudio.
Las directrices oficiales son sólo una guía para médicos y pacientes “porque cada persona es distinta”, dice el doctor Townsend, experto en hipertensión. En quienes tienen bajo riesgo cardiovascular, las cifras moderadamente altas de PS pueden ser aceptables.
Es el mismo caso de los pacientes de alto riesgo que no toleran los efectos secundarios de los tratamientos agresivos. “Con una persona de 69 años que toma cuatro antihipertensivos diferentes para tener una PS de 135, uno debe evaluar con cuidado si vale la pena agregar otro fármaco”, señala Townsend.
El mejor consejo es preguntar a tu médico qué es lo apropiado para ti.
Ingerir menos sal y comer muchas frutas y verduras puede bajar la presión arterial hasta cinco puntos. Adelgazar también ayuda. Los estudios indican que reducir cinco kilos de peso puede bajar la PS más de cuatro puntos. Investigadores suecos hace poco concluyeron que la actividad física regular puede reducir 11 puntos la PS de personas hipertensas, en promedio.
“Si tienes presión arterial ligera o moderadamente alta, adoptar hábitos saludables podría librarte de tomar fármacos”, dice el doctor Glenn M. Chertow, profesor de la Universidad Stanford, en Palo Alto, California.
Desde hace mucho los investigadores saben que una taza de café cargado eleva la presión arterial. Según un artículo publicado en The American Journal of Clinical Nutrition, la PS sube ocho puntos en promedio tras ingerir entre 200 y 300 miligramos de cafeína (o entre 1.5 y 3 tazas de 240 mililitros de café). La presión se mantiene alta unas tres horas, pero no parece haber efectos de largo plazo.
“Muchos fármacos contra el resfriado contienen seudoefedrina, compuesto vasoconstrictor que sube la presión arterial”, advierte Sahni. Los antiinflamatorios no esteroideos, como el naproxeno y el ibuprofeno, también elevan la presión arterial entre tres y seis puntos.
El uso habitual de estos medicamentos podría aumentar el riesgo cardiovascular.
Los alimentos salados pueden elevar la presión arterial; sin embargo, la recomendación de moderar la ingesta de sal ha suscitado polémica desde hace mucho tiempo. ¿La razón? Este condimento no afecta a todos por igual. Tendemos a consumir más sal conforme envejecemos porque nuestro sentido del gusto declina.
La ingesta máxima recomendada de sodio para adultos mayores de 50 años es de entre 1,500 y 2,000 miligramos. Los alimentos procesados suelen contener mucha sal, así que revisa las etiquetas de los productos y elige los que sean bajos en sodio. Al añadir sal, recuerda que un cuarto de cucharadita contiene 575 miligramos de sodio.
Los médicos suelen recetar diuréticos como tratamiento inicial de la hipertensión. Estos fármacos, que ayudan a eliminar el exceso de agua y sodio del cuerpo, fueron de los primeros remedios disponibles contra este padecimiento.
Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina son otros fármacos que llevan menos tiempo en el mercado y su función es evitar que el organismo produzca una conocida hormona que eleva la presión arterial. Los antagonistas de los receptores de la angiotensina 2 obstaculizan la acción de esa misma hormona.
Diversos estudios muestran que los medicamentos de reciente creación no son más eficaces que los diuréticos, pero suelen ocasionar menos reacciones adversas.
Según un informe médico publicado en 2013 sobre formas alternativas de reducir la presión arterial, apretar pinzas de resorte podría bajar ésta hasta en 10 por ciento. Estos eficaces accesorios se venden en tiendas de artículos deportivos.
Mantén apretadas las pinzas dos minutos en cada repetición. Haz una sesión diaria de entre 12 y 15 minutos de este ejercicio, tres veces a la semana.
Reducir la frecuencia respiratoria a seis ciclos de inhalación y exhalación cada 30 segundos se traduce en descensos de hasta tres puntos en la PS, aunque sea temporalmente.
Si tu presión arterial está moderadamente alta, quizá un antihipertensivo baste para reducirla; no obstante, mucha gente termina tomando varios. “Por separado, los antihipertensivos suelen bajar la presión arterial sólo unos puntos”, dice Chertow.
“Y llega el momento en que el efecto se estabiliza aunque se aumente la dosis. Lo que hacemos es recetar varios tipos de fármacos, según el paciente, para optimizar los efectos”.
El mayor riesgo es que la persona se ponga de pie y su presión arterial sea tan baja, que la sangre no alcance a llegar al cerebro (hipotensión ortostática). Los adultos mayores en particular corren riesgo de caer y fracturarse. Si el antihipertensivo te produce mareos, acude a tu médico. Tal vez convenga cambiar el tratamiento.
Por lo general basta con adoptar hábitos sanos y tomar fármacos para reducir el riesgo cardiovascular. Pero una vez que logres esto, debes apegarte al tratamiento y a esos hábitos. “Mucha gente olvida tomar las medicinas o, si presenta reacciones adversas, deja de tomarlas”, dice Sahni. Si suspendes la medicación, te subirá la presión otra vez.
Como la PS tiende a elevarse con la edad, medirse la presión arterial con regularidad también es importante. La mayoría de las personas hipertensas necesitan un ajuste de la medicación de vez en cuando.
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