Principios de Hipócrates para todos
Gran parte de la sabiduría del antiguo médico griego es aplicable a todo el mundo. Los médicos recién graduados aún juran no hacer daño, lo que quizá sea el legado más famoso de Hipócrates, pero...
Gran parte de la sabiduría del antiguo médico griego es aplicable a todo el mundo.
Los médicos recién graduados aún juran no hacer daño, lo que quizá sea el legado más famoso de Hipócrates, pero gran parte de la sabiduría del antiguo médico griego es aplicable a todo el mundo. “Hipócrates fue un visionario que descubrió los medios básicos para conservar la salud, todos ellos comprobados por la ciencia”, dice el doctor David Katz, director del Centro de Investigación en Prevención de la Universidad Yale y autor de libros sobre nutrición y control de peso. He aquí cinco principios de Hipócrates que perduran luego de más de 2,000 años.
Caminar es la mejor medicina
“Hipócrates fue el precursor de los estudios clínicos al observar a las personas y comparar sus hábitos de salud”, dice el doctor Brian Clement, codirector del Instituto de Salud Hipócrates, organización sin fines de lucro con sede en West Palm Beach, Florida. Notó que “el cuerpo se pone flácido y rechoncho… por llevar una vida sedentaria”, lo que favorece diversas enfermedades. Como los grandes caminantes gozaban de buena salud durante más tiempo, solía prescribir ejercicio.
Interpretación actual: Decenas de estudios indican que basta con caminar 30 minutos al día para reducir el riesgo de enfermedades cardiacas, diabetes, osteoporosis y ciertos tipos de cáncer. Un reciente estudio realizado por el Instituto Nacional de Cancerología de Estados Unidos con más de 650,000 personas revela que quienes caminan a paso rápido por lo menos 150 minutos a la semana aumentan su esperanza de vida en 3.4 años, en promedio.
Hay enfermos, no enfermedades
Hipócrates observaba con detenimiento muestras de orina, heces, pus y sudor de sus pacientes, pero también su personalidad, ambiente familiar, relaciones interpersonales, hábitos de alimentación y hasta sus expresiones faciales antes de diagnosticar y tratar sus padecimientos. “Consideraba que era imposible comprender la enfermedad sin antes entender cabalmente a la persona”, señala el doctor David Newman,
director de investigación clínica del Departamento de Medicina de Urgencias de la Escuela Superior de Medicina Monte Sinaí, y autor del libro Hippocrates’ Shadow: Secrets from the House of Medicine (“La sombra de Hipócrates: secretos del mundo de la medicina”).
Interpretación actual: Katz atiende a muchos pacientes obesos, y una de las primeras preguntas que les hace es si tienen problemas personales, empleos estresantes o si duermen mal. “No pueden bajar de peso si no resuelven esas dificultades”, explica. “Hay que averiguar la causa del trastorno y combatirla. Cuando se trata integralmente a la persona, la obesidad —como muchos otros padecimientos— es sorprendentemente fácil de tratar”.
Que el alimento sea tu medicina
Hipócrates notó que “las personas muy robustas son más propensas a morir prematuramente que las delgadas”, y que las que comen sobre todo alimentos vegetales frescos, se enferman menos. Su primera medida terapéutica solía ser mejorar la dieta.
Intepretación actual: Si tu dieta se basa en alimentos sin procesar, verduras de variados colores y poca azúcar, es probable que goces de mejor salud y vivas más, dice el cardiólogo Joel K. Kahn, columnista de Reader’s Digest y autor de The Holistic Heart Book. Considera este argumento contundente: en un estudio realizado en 2013 con más de 7,000 personas y publicado en el New England Journal of Medicine, las que llevaban la dieta mediterránea eran 30 por ciento menos propensas al infarto y la apoplejía que otras a quienes se sometió a un régimen reducido en grasas. El vínculo entre dieta y salud apoya la teoría de la epigénesis, según la cual el ambiente y el desarrollo influyen en la expresión de los genes. Los alimentos procesados con azúcar, grasas saturadas de origen animal, grasas trans y aditivos químicos pueden activar genes causantes de enfermedades que, de otro modo, permanecerían latentes, y carecen de los nutrientes saludables que activan los genes protectores, explica Kahn.
Todo con moderación
En realidad Hipócrates dijo: “Todo exceso es contrario a la naturaleza”. Comprendía que un mismo remedio que a cierta dosis curaba, a otra mayor podía dañar; por ejemplo, prescribía vino como parte de una dieta sana y para aliviar los dolores de parto, pero también observó que sus pacientes contraían gota si bebían en exceso habitualmente. Cuando los convencía de moderar la ingestión, la gota desaparecía.
Interpretación actual: “A todos nos gusta llevar lo bueno al extremo, pero hasta el ejercicio, el agua y el sueño pueden ser dañinos si perdemos la mesura”, dice Katz. Hasta
el exceso de col rizada puede hacer daño porque impide a la tiroides absorber el yodo que requiere.
No hacer nada es buen remedio también
En tiempos de Hipócrates muchos charlatanes convencían a la gente enferma de someterse a tratamientos peligrosos, innecesarios y costosos. “Hipócrates, en cambio, creía que si no había pruebas claras de la eficacia de un tratamiento, era preferible no utilizarlo”, dice Newman.
Interpretación actual: En esta época de medicina avanzada es más difícil que nunca para los médicos evitar prescribir exámenes y tratamientos aunque sean innecesarios. “Yo suelo decir a mi pacientes que nuestra mejor herramienta diagnóstica es el tiempo”, señala Katz. “Si no sabemos qué hacer, no es forzoso actuar. Los médicos tienen la reacción automática de prescribir exámenes y tratamientos aunque puedan hacer daño”; por ejemplo, el dolor de espalda suele ceder en unos tres meses con medidas sencillas como aplicación de hielo y calor, analgésicos de venta libre y ejercicio leve.
“Algunos pacientes exigen alivio para sus molestias, lo que impone mucha presión a los médicos”, dice el doctor Richard J. Baron, presidente de ABIM, fundación sin fines de lucro creada para promover la profesionalidad de los médicos. La consecuencia: medidas inútiles como recetar un antibiótico para un resfriado. “Sin duda no sirve, y puede producir una reacción alérgica, una infección por levaduras, diarrea o resistencia al antibiótico”, añade Baron. De ahí la necesidad de que médicos y pacientes colaboren para evitar pruebas y tratamientos innecesarios. Si tu médico quiere recetarte a la primera señal de colesterol alto o hipertensión, pregúntale si puedes evitarlo cambiando de alimentación y haciendo ejercicio, aconseja Kahn.
La fundación ABIM inició una campaña en la que decenas de grupos de especialistas enumeraron cinco exámenes o procedimientos que médicos y pacientes deberían poner en duda. Consulta las listas (en inglés) en el sitio choosingwisely.org/doctor-patient-lists.