Cuidar de nuestra apariencia física tiene un innegable impacto en nuestro estado de ánimo. De hecho, los profesionales de la psicología sugieren que incorporar el cuidado de nuestro aspecto en nuestra rutina de autocuidado es esencial. Sin embargo, también destacan los límites y los riesgos de caer en la obsesión.
¿Puede la elección de nuestra vestimenta mejorar nuestro ánimo en un día difícil?
Sí, y la clave reside en cómo influye en nuestro bienestar lo que pensamos y cómo nos comportamos.
Te compartimos la opinión tomada del portal Cuídate Plus de dos expertos sobre cómo la imagen que vemos reflejada en el espejo si nos afecta.
“Arreglarnos puede generar pensamientos positivos acerca de nosotros mismos y de nuestra autoestima”.
Explica la psicóloga clínica Laura Fuster, quien añade que “en términos de comportamiento, si nos arreglamos y le dedicamos tiempo, será más probable que salgamos a la calle, nos sintamos cómodos e incluso socialicemos más”.
Por qué incluir el aspecto en la rutina de autocuidado
La clave está en que aquello que el espejo nos devuelve contribuye a aportarnos emociones. Esto crea un ciclo de emociones y sensaciones positivas que pueden mejorar el estado de ánimo. Por esta razón, los psicólogos también recomiendan incluir la apariencia física desde el punto de vista estético dentro de la rutina del autocuidado.
“No experimentamos la misma sensación cuando nos vestimos apresuradamente para ir al trabajo que cuando, nos tomamos más tiempo en el fin de semana. En ese caso, podemos disfrutar de una ducha relajante, aplicar cuidadosamente productos para la piel, seleccionar con mayor atención nuestra vestimenta, maquillarnos de forma especial o con mayor detenimiento…”, explica Fuster.
Todos estos gestos envían un mensaje al cerebro, indicándole que invertimos tiempo en nosotros mismos, lo cual genera emociones positivas y aumenta la autoestima.
Cómo nos vemos y nos sentimos
En esta misma línea, el psicólogo Luis Miguel Real, destaca que la forma en que nos vestimos, maquillamos y peinamos es una herramienta que transmite un mensaje:
Influye en cómo nos vemos a nosotros mismos, en nuestro nivel de atracción, en nuestro nivel de autoestima y en cómo nos perciben los demás en alineación con un grupo o individuo concreto al que aspiramos a parecernos.
Además, prestar atención a la apariencia personal puede cambiar el enfoque “cuando nos sentimos deprimidos o estancados en una situación concreta. Hacer pequeños cambios puede hacer que nos veamos a nosotros mismos de otra manera y que nuestro estado de ánimo fluctúe de forma positiva”, señala este experto.
Mayor descuido en casos de depresión o tristeza
Por el contrario, llevar un aspecto descuidado puede generar sensaciones y efectos negativos en la percepción de uno mismo. “Por ejemplo, en consulta lo vemos en personas que sufren depresión. Su estado de ánimo hace que descuiden su aseo personal, y esto, a su vez, les deteriora el estado de ánimo, lo que se convierte en un círculo vicioso”, indica la psicóloga Fuster.
La experiencia vivida durante el período de confinamiento ocasionado por la pandemia de COVID-19 sirvió como un claro ejemplo de estas circunstancias. “Dado que no podíamos llevar a cabo una vida normal en la calle, pasábamos muchas horas del día en pijama o con ropa de estar en casa. En consecuencia, vestíamos prendas menos elegantes y prácticamente no nos maquillábamos. Esta rutina, si se prolonga en el tiempo, puede generar una distorsión negativa de la autoimagen“, señala Fuster.
Real se expresa de manera similar, resaltando que “cuando nos sentimos tristes, tendemos a descuidar nuestra apariencia; en esos momentos, al vernos en el espejo, percibimos a una persona desaliñada, lo que puede agravar aún más nuestro estado de ánimo”.
No basar todo en el aspecto exterior
No obstante, Real advierte también sobre la importancia de no esperar que actuar sobre nuestro aspecto exterior sea la panacea que nos va a transformar el estado de ánimo. “Dedicar mucho tiempo al cuidado de la apariencia o gastar cantidades importantes de dinero en ropa no va a solucionar los problemas de fondo que en un momento dado puedan estar influyendo un episodio de tristeza o de bajón”.
Este experto destaca así los efectos indeseados de que “las compras se conviertan en la vía de escape habitual para evadirnos del estrés; puede ser muy divertido una tarde pero un desastre si se convierte en una práctica de rutina”.
Ante esta perspectiva, se aconseja considerar lo siguiente:
- Cambiar patrones de comportamiento.
- Incorporar o fortalecer la práctica de actividad física.
- Prestar una adecuada atención al descanso.
- Evitar rumiar es decir regresar constantemente pensamientos negativos.
Los expertos concluyen que arreglarse refleja y modula nuestro estado de ánimo. Por tanto, es esencial incluirlo en nuestra rutina de autocuidado y reservar un tiempo específico para ello, pero sin esperar que funcione como una varita mágica si existen problemas subyacentes.