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Puedes comer frutas y verduras, y aún así tener una nutrición deficiente

La sobreexplotada tierra

Tiempo atrás la ingesta de los diversos grupos de alimentos de la muy conocida pirámide alimenticia era suficiente para estar alimentados adecuadamente. Pero la situación ha cambiado desde hace unas décadas. Ahora la ingesta de alimentos sanos ya no es sinónimo de una dieta de calidad. Los alimentos cada día tienen menos nutrientes debido a que la tierra ya está sobreexplotada.

El campo debería tener unos 40 minerales, pero ya no es así; se le adicionan fósforo y otros por el estilo, pero la realidad es que las plantas ya no toman de la tierra lo que requieren, así que comemos frutas y verduras disminuidas.

Casi todas las poblaciones del mundo tienen una dieta deficiente. El 50 por ciento de los latinoamericanos y caribeños está mal nutridos.

Existe un hambre crónica, una ingesta inadecuada cuyos efectos no son percibidos inmediatamente, sino que sus consecuencias son profundas y a largo plazo.

Esa hambre oculta no es un vacío en el vientre, es un déficit de micronutrientes que golpea la salud y la vitalidad. A esa situación se suman los químicos que se les añaden para que crezcan más rápido o para que mueran las plagas.

Y la cosa empeora. Si tomas una papa y la observas, ¿la ves igual a la que comían tus padres, crees que ha cambiado? Lo más seguro es que digas que no, que luce idéntica y apetitosa, y así es, pero por dentro las cosas no están tan bien.

Ese tubérculo es menos nutritivo que hace unas décadas. Tiene 30 por ciento menos de calcio, 60 por ciento menos de hierro y prácticamente ya no contiene vitamina A.

Con las naranjas, guayabas, mandarinas y limón sucede algo similar, pues ahora carecen de las mismas cantidades de vitamina C que 20 años atrás.

Otras malas prácticas

Consumimos productos cultivados lejos de casa. Eso afecta también su contenido nutrimental. ¿Por qué compramos kiwis de Nueva Zelanda si se producen en Michoacán?

De que una fruta se corta a que nos llega hay un proceso de oxidación de vitaminas y de pérdida de nutrientes. No es lo mismo de mi mercado local que de un gran supermercado” explica la Dra. Amanda Cantú, médico especialista en Nutrición Clínica.

La comida se modifica con la transportación, el almacenaje, la congelación, y luego llega a casa y le quitamos la cáscara, y justo los antioxidantes están pegados a ella, y, además, las cocemos en exceso… ¡tragedia griega para una correcta alimentación!

Poco sabemos de la cocción de los alimentos, precisa Cantú. “Si cocino un betabel va a tener más polifenoles que si lo como crudo, pero voy a tener menos vitaminas. Si se cocinan demasiado ya no sirven y si las hiervo en lugar de cocerlas al vapor, los nutrientes se quedan en el agua”.

Y si a todo esto le agregamos que no tenemos una dieta variada, no es raro que haya deficiencias.

¿Cómo saber si me faltan oligoelementos?

Ya no tenemos deficiencias nutricionales importantes como en la Edad Media, por ejemplo. Ahora existen deficiencias marginales, deficiencias que de inicio no dan síntomas graves, pero que si persisten se vuelven enfermedades.

Debido a que sus síntomas son mínimos, son de difícil detección, por eso es importante consultar con un especialista ante cualquier síntoma.

Un ejemplo de los avisos mínimos que da el cuerpo son las boqueras, esas grietitas que aparecen en las comisuras de la boca. Esas cortadas dolorosas son síntoma de que el cuerpo no está recibiendo las vitaminas del complejo B en dosis adecuadas.

Otro ejemplo sería una pérdida acentuada del cabello. Eso habla de deficiencias de hierro y de ácidos grasos esenciales, mientras que las uñas con rayas o sin brillo indican otras deficiencias nutricionales.

“Pacientes con diarrea, rosácea, resequedad en los pliegues de la piel, algo muy común en veganos porque tienen deficiencias de ácidos grasos omega, son ejemplos de que algo anda mal” precisa Cantú, una autoridad internacional en micronutrición.

Si una persona se siente cansada, aunque aparentemente lleve una dieta saludable, este síntoma puede ser indicio de carencia de vitamina B12 y omegas.

La deficiencia de vitamina A ocasiona dificultades para ver por la noche y una cicatrización lenta y abultada.

El papel de los medicamentos

Otro factor que influye en la mala nutrición que existe hoy en día es la ingesta de fármacos.

Las estatinas, recetadas para quienes tienen elevado el colesterol, inhiben la producción de sustancias como la coenzima Q10, que es fundamental para la producción de energía.

El omeprazol, por ejemplo, inhibe la absorción de hierro, de vitamina b12 y produce un tipo de anemia, pues entorpece la absorción de folatos. “Por eso no es es positivo tomarlo de manera crónica, pero si debe hacerse así, como sucede con las estatinas, la persona debe suplementarse”.

Mejorando las cosas

Siempre escuchamos que debemos alimentarnos bien, pero con tantos factores adversos pareciera difícil lograrlo. Lo primero que podemos hacer es comer lo más sano y sencillo posible, destaca Cantú, especialista de Laboratorios Ysonut.

Compremos en el mercado local productos de la región y evitemos congelarlos y o hervirlos. “Usar métodos de cocción menos agresivos; si utilizo la olla de presión desnaturalizo todo”.

Otra buena idea es el uso de la sal común en lugar de los caldos de pollo procesados en polvo. “Recordemos que la sal es quizá la fuente más importante de yodo, que también se puede obtener de los mariscos, pero casi no son consumidos por los mexicanos”.

Otra excelente intervención nutricional es la adición del ácido fólico de las tortillas. Antes había muchos defectos del tubo neural, incidencia que disminuyó desde que se suplementó la masa de las tortillas.

También ayudaría la ingesta más frecuente de pescado. Debido a que son costosos, no hay un gran consumo de ellos, lo que obstaculiza que tengamos una capacidad antiinflamatoria adecuada.

Ante esta carencia se recomiendan los suplementos de Omega 3 en todas las personas mayores de 40 años.

Ojo con los horarios

La Dra. Cantú destaca la importancia de la información; mientras haya más conciencia de lo que se come y por qué se come, la gente tendrá una mejor nutrición.

Y es que en este ámbito todo cuenta, hasta los horarios. Una dieta saludable no solo se basa en qué comes, también cuándo lo comes.

Estudios recientes señalan que un horario estable de comida es uno de los factores que protege de las enfermedades. Las personas que comen a distintas horas cada día tienen mayor presión arterial y un mayor índice de masa corporal.
El horario depende de las necesidades de cada persona. “Si tengo a alguien con una alteración cardiovascular le voy a dar un omega EPA en la mañana, mientras que si es alguien tiene deterioro neurológico será un omega tipo DHA en la noche.

¿Uso de suplementos? ¡Sí, pero los adecuados!

Lo más importante para la elección de un complemento es saber qué necesitas. No se trata de comprar vitaminas y minerales en la farmacia, pues se corre el riesgo de tomar de más y de no saber cuándo dejar de tomarlos.

“Suplementarse de más no es bueno; el cuerpo elimina el exceso de minerales, pero no puede hacer lo mismo con las liposolubles como la vitamina A, así que habrá piel seca, labios agrietados por la baja de colágeno, así como dolores de cabeza e incluso hipertensión intracraneal”, especifica Amanda Cantú.

Por ello, lo mejor es consulta con un especialista, que puede ser un experto en nutrición clínica o un médico internista. Hay que poner atención en que los suplementos sean de buena calidad.

El omega 3 proviene de los peces de aguas profundas, y los peces de esas aguas están muy contaminados por mercurio, así que deben buscarse productos libres de metales y de contaminantes.

“Lo correcto es ver las certificaciones de calidad, de inocuidad y de seguridad”. dice.

Existen suplementos de aceites de pescado que además de ser eco-responsables no contienen metales pesados, mientras que los que están basados en extractos de plantas, son elaborados con hierba que no han tenido contacto con pesticidas, fueron recolectadas manualmente y provenientes de cultivos sostenibles.

Todos tenemos problemas para alcanzar la meta diaria de cinco porciones de frutas y verduras, pero es vital conseguir esos fitonutrientes que combaten las enfermedades. Es aquí donde los suplementos ayudan a llenar los vacíos nutricionales.

Eliesheva Ramos

Como periodista tengo la misión, parafraseando al intelectual español Julio Anguita, de perturbar, de agitar el cerebro, de mover las conciencias. Para lograr esos objetivos me aferro al abecedario como otros se aferran al escapulario. Me especializo en notas de salud, bienestar, estilo de vida, gastronomía y viajes.

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