Detenernos a reflexionar sobre cómo funciona eso que la sociedad llama ‘amor romántico’ sin duda tiene grandes beneficios. Hay que desmenuzarlo entendiéndolo como aquel que conlleva a una relación de codependencia que puede ser tóxica y derivar en violencia.
Pero vamos por partes.
Es un modelo occidental que determina de una manera diferenciada la forma en que se relacionan los hombres y las mujeres.
“Son las ideas o creencias, construidas socialmente, que nos dicen cómo debemos actuar en una relación de pareja y cuáles son las expectativas que debemos tener de la misma” explica Claudia Morales, coordinadora de vinculación en Marie Stopes México.
Todos aprendemos a amar conforme a lo que vemos en nuestro entorno, eso marca la diferencia, explica la terapeuta sexual, pero sin duda el amor romántico responde a dos bases fundamentales: el patriarcado y el capitalismo.
Para alcanzar el amor romántico debe responderse a cierto estereotipo. Aquí el amor es un objetivo a alcanzar. Pero qué sucede cuando no somos de la talla que dictan los cánones o nuestra piel es de un color que está estigmatizado.
El amor romántico son las ideas construidas socialmente que nos dicen cómo debemos actuar en una relación de pareja y cuáles son las expectativas que debemos tener de la misma.
Pero no se les enseña lo mismo a los hombres que a las mujeres; a ellas se les alecciona para que cedan su autonomía. Las mujeres deben soñar con la figura del príncipe azul, al cual le darán un amor incondicional.
Para el amor romántico la mujer es sumamente dependiente de la figura varonil. Siempre necesita su protección y su afecto. A los hombres se les enseña otra cosa; al contrario de las mujeres, para ellos ceder su autonomía no es una prueba de amor. Ellos deben comportarse como en una conquista por cierto trofeo. Es ahí que la mujer entra en una competencia para ser la elegida. Entonces debe responder a ciertos estereotipos. “Debe tener cierto cuerpo, le dicen desde niña que no juegue afuera porque se ensucia y nadie quiere a las feas”.
Esas ideas inoculadas desde la más temprana edad luego se convertirán en barreras para el autocuidado femenino. Esa adolescente devaluada por su apariencia física no se va a atrever a exigir condón en una relación sexual, por ejemplo, resalta esta psicóloga social.
La concepción que tenemos del amor nos acerca o nos aleja del autocuidado.
Y así nacen una serie de mitos alrededor del amor romántico que suelen ser ficticios, absurdos, engañosos e irracionales, y bajo los cuales se construyen relaciones disparejas e, incluso, violentas. Estos son algunos hábitos de pareja que parecen amorosos, pero son peligrosos.
Siempre se nos ha dicho que somos medias naranjas y que nuestro complemento nos está esperando en algún lugar del mundo que, lo busquemos o no, llegará.
Nacemos incompletos y en algún lugar del mundo está la persona predestinada para mí. Es la idea del alma gemela, esa pareja con la que comparto una química íntima, especial y única.
La creencia socialmente compartida de que el amor todo lo resuelve sigue presente en la sociedad.
“Ariel, la de la película de Disney, dejó a su familia, su entorno, su casa, renunció a una parte de su cuerpo y a su virtud más preciada que era cantar por amor. Lo mismo sucede con Bella, quien logró que el monstruo se transformara. Todo se logra gracias al amor” cuenta la terapeuta.
Si existe el amor verdadero, los obstáculos externos o internos que se presenten en la relación no deben influir sobre la pareja. El amor enmienda todos los problemas y justifica todas las conductas.
La violencia de género reposa en la existencia de este tipo de amor, que invita a las mujeres a convivir con abusos, maltrato y explotación en medio del ideal que invita a “soportarlo todo”.
La investigadora y escritora española Coral Herrera ha escrito al respecto: “Por amor aguantamos insultos, violencia, desprecio. Somos capaces de humillarnos por amor y, a la vez, presumir nuestra intensa capacidad de amar”.
Debemos comenzar a separar la extraña vinculación que hemos hecho entre el amor y la violencia. Simple: si hay amor no hay violencia.
Se basa en la creencia de que todos los deseos pasionales, románticos y eróticos deben satisfacerse únicamente con una persona, la pareja. Este mito se funda sobre la posesión y la exclusividad, pero, como casi todos los mitos románticos, no funciona igual para los hombres que para las mujeres.
La exclusividad y el matrimonio no le da la salud a una relación, precisa Claudia Morales.
Cuando iniciamos una relación damos por sentado que será exclusiva y que el único fin es el matrimonio. Sin embargo, ni la exclusividad sexual ni el matrimonio son formatos naturales, más bien son ideas construidas socialmente.
Cada persona y relación debería ser libre de elegir cómo desea que sea su relación. Así como también mirar que el matrimonio solo es una opción más y no una regla, que el éxito de las relaciones no se basa en “llegar al matrimonio” y que una ruptura no tendría entonces que mirarse como un fracaso.
A partir de las ideas compartidas podemos mirar que las relaciones construidas en ideas del amor romántico se basan en la despersonalización, en el sacrificio, en alcanzar expectativas irreales y en dar por hecho cómo debe ser el proyecto de vida de las personas, principalmente de las mujeres.
Sin duda el amor romántico es la base de desigualdad, inequidad y de lazos de dependencia y propiedad, así que es necesario hablar al respecto, es necesario aniquilar esas concepciones del amor profundamente arraigadas.
“Debemos reapropiarnos de un concepto de amor que nos haga sentirnos completos, saludables, libres, pues el concepto que existe ahora parece una condena” alerta esta psicóloga social durante el taller virtual ‘Violencia en el noviazgo y mitos sobre el amor romántico’ impartido por Marie Stopes.
Repensemos la situación, añade, pues las decisiones que tomamos son eje de las decisiones que tomarán otros.
No existe una receta mágica para eliminar de las relaciones al amor romántico. La apuesta es que cada relación sea única, que construya, a partir de comunicación asertiva, diálogos que posibiliten la toma de acuerdos en los que el bienestar de las personas involucradas sea lo central.
“Una relación sana es en donde el amor y mi amor propio están presentes, así como el de la pareja, así que no vengo a que sanes mis heridas ni viceversa” finaliza la terapeuta sexual.
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