En muchos desiertos, los acantilados están teñidos de franjas de color que oscilan desde el canela hasta el rojo oscuro o el negro; incluso las rocas del suelo están cubiertas de una especie de laca. Esta delgada película, llamada barniz del desierto, fue durante mucho tiempo un misterio para los viajeros.
El barniz es, en realidad, una fina capa de óxidos metálicos que han quedado depositados en las superficies rocosas y luego han sido bruñidos por la arena que arrastra el viento. Se supone que el rocío disuelve los elementos metálicos de las rocas, que permanecen como un recubrimiento superficial cuando el rocío se evapora. Otros estudios sugieren que en la formación de esta pátina también intervienen algunos microorganismos.
En contradicción con la idea popular de que los desiertos son vastas e interminables superficies de dunas ondulantes, sólo una quinta parte de las zonas desérticas del mundo está cubierta de arena. Pese a ello, muchos de estos «mares de arena» son impresionantes; algunos del Sahara, en donde se les conoce como ergs, cubren decenas de millares de kilómetros cuadrados. (El propio Sahara, con sus más de 9 millones de kilómetros cuadrados, es el desierto más grande del mundo).
Constantemente movida por el viento, la arena, que llega arrastrada desde las regiones altas cercanas o procedente del desgaste de las mismas rocas del desierto, termina por acumularse en los lugares más bajos o en las cuencas de las zonas desérticas.
Aparte de las grandes extensiones de dunas, la mayoría de los desiertos presentan una gran variedad de paisajes. En muchos de ellos existen grandes zonas de roca desnuda y barrida por los vientos, que reciben el nombre de hammadas en el norte de Africa. Suele haber amplias llanuras llamadas regs, sembradas de guijarros y grava.
A veces, cuando la arena y el polvo depositados entre los cantos de una llanura desaparecen arrastrados por el viento o el agua, las piedras se asientan y encajan entre sí formando una sólida coraza, que parece hecha de adoquines llamada pavimento del desierto. Montañas, mesetas escarpadas cortadas por profundas gargantas, oteros aislados, arcos naturales, resplandecientes llanuras salinas y otras muchas formaciones del terreno contribuyen a crear la infinita variedad del panorama del desierto.
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