Cómo percibimos el dolor y cómo diferenciar los diferentes tipos
El dolor es una sensación desagradable de que algo nos hace daño. Puede ser agudo, si dura poco tiempo, o crónico, si dura más, incluso de por vida.
Se trata de un sentimiento subjetivo que todos aprendemos a través de nuestras propias experiencias cuando aún somos muy pequeños.
Este tipo de dolor normalmente se origina fuera del cerebro (en el sistema nervioso periférico), aunque se procesa e interpreta en él (por parte del sistema nervioso central).
De hecho, el dolor agudo actúa como una señal de advertencia de un daño actual o próximo: es la respuesta fisiológica normal ante un estímulo adverso o perjudicial que causa el dolor.
Este estímulo puede ser mecánico (una fractura ósea), térmico (una quemadura) o químico (debido a una reacción inflamatoria en el cuerpo durante una enfermedad aguda, piensa en los dolores musculares de una gripe o los dolores articulares de la artritis).
Suele responder bien a los analgésicos y por tanto su duración es limitada.
Es posible que la causa del dolor ya no exista, pero que los nervios sobreexcitados sigan notificando dolor al cerebro.
En otras ocasiones, la causa del dolor puede seguir existiendo sin poder ser tratada o eliminada en todos los casos, como en las enfermedades incurables o crónicas.
La percepción del dolor puede incluso independizarse por completo del estímulo original, con lo que en ese caso la señal de dolor pierde su función de advertencia. De ese modo el dolor constante o intermitente dura más que su propósito: ya no ayuda al cuerpo a evitar el daño.
También se habla de cronificación del dolor o círculo vicioso cuando unos estímulos de dolor sin tratar provocan respuestas de dolor adicionales. Por tanto, el dolor crónico suele ser mucho más difícil de tratar que el agudo; debería considerarse una enfermedad en sí mismo.
El dolor agudo normalmente se puede vincular directamente a la influencia perjudicial o el daño que ha causado el dolor, como el que se siente tras quemarse la piel o después de una intervención quirúrgica.
En el caso del dolor crónico, la conexión es mucho más difícil de establecer, puesto que es posible que la causa original ya no exista y que los nervios se hayan hecho hipersensibles y reaccionen al mínimo estímulo, lo que por otra parte no causaría ningún dolor en sujetos sanos.
En ocasiones se necesita un examen intensivo multidisciplinar para averiguar la causa subyacente.
¿Padeces de dolor regularmente?