Si has asistido a una fiesta o reunión en México, es probable que hayas escuchado la frase: “¿Puedo llevarme un itacate?”. Este acto no es solo un gesto común, sino que representa una de las tradiciones más profundas y significativas de nuestra cultura. El itacate simboliza generosidad, aprecio y una conexión con nuestras raíces prehispánicas. Pero, ¿sabes realmente qué es un itacate y cuál es el origen de esta costumbre?
El origen prehispánico: ¿De dónde viene la palabra “Itacate”?
Para entender el presente, hay que viajar al pasado. La palabra “itacate” proviene del vocablo náhuatl “itacatl”. En la época prehispánica, un itacatl era una especie de morral o provisión de alimentos que los viajeros, cazadores o agricultores llevaban consigo para sus largas jornadas lejos de casa.
Dado que en Mesoamérica no se solía comer más de dos veces al día, estos itacates contenían alimentos nutritivos y fáciles de transportar que les proporcionaban la energía necesaria. Algunos de los platillos que formaban parte de estos antiguos itacates eran:
- Tlacoyos: Su nombre viene del náhuatl “tlaoyo” (empanada de maíz desgranado). Rellenos de frijol o habas, eran una fuente de energía completa.
- Frijoles en pasta: Se usaban para rellenar tamales o para untar en tortillas.
- Tamales: Un alimento incluso más antiguo que la tortilla, perfecto para conservar y transportar.
Esta práctica de llevar un itacatl era tan fundamental que sobrevivió a la Conquista y se arraigó en la vida de los campesinos durante la época colonial, llegando hasta nuestros días.
El significado social del itacate en las fiestas de hoy
Hoy en día, el significado del itacate ha evolucionado y adquirido un profundo valor social en las reuniones. La acción de dar o recibir itacate tiene una doble función cargada de afecto:
- Para quien lo ofrece (el anfitrión): Dar itacate es un acto de generosidad y hospitalidad. Es una forma de extender el cariño de la reunión, asegurándose de que sus invitados sigan disfrutando en casa. Además, es una manera práctica y noble de evitar el desperdicio de comida.
- Para quien lo pide (el invitado): Pedir itacate es considerado uno de los mayores halagos para quien cocinó. Demuestra un profundo aprecio por el sazón y el deseo de volver a disfrutar de la comida. Lejos de ser una descortesía, es una señal de que la comida fue un éxito rotundo.
Del “Itacatl” al “Lunch”: La Evolución de un concepto
Si bien el uso más conocido del itacate es el de las sobras de una fiesta, su espíritu original sigue vivo en nuestra vida cotidiana. El acto de preparar comida en casa para llevarla a la oficina, a la escuela o a un paseo no es otra cosa que la versión moderna del itacatl prehispánico. Cumple exactamente la misma función: ser una provisión de comida para una actividad fuera del hogar.
Un Legado del náhuatl en nuestra cocina
La palabra “itacate” es un brillante ejemplo de cómo la herencia prehispánica sigue viva en nuestro vocabulario, especialmente en la gastronomía. Es parte de una rica familia de palabras de origen náhuatl que usamos todos los días sin pensarlo:
- Moli (mole)
- Tomatl (tomate)
- Chili (chile)
- Elotl (elote)
- Chocolatl (chocolate)
- Ahuacatl (aguacate)
- Chilakil (chilaquiles)
Más que comida, una conexión cultural
En definitiva, el itacate es mucho más que un recipiente con las sobras de una fiesta. Es un puente cultural que nos conecta directamente con nuestros antepasados de Mesoamérica. Es un código social que habla de generosidad, de aprecio por un buen sazón y del deseo de no desperdiciar. La próxima vez que ofrezcas, pidas o recibas un itacate, recuerda que no solo estás compartiendo comida, sino que estás participando activamente en una hermosa y ancestral tradición mexicana.
¿Cuál es el mejor platillo que te has llevado de itacate? ¿Tienes alguna anécdota especial relacionada con esta costumbre?