Los médicos finalmente están prestando más atención a la fibromialgia, un fenómeno poco conocido incluso por los doctores, pero que por fin está siendo objeto de numerosas investigaciones, es el nombre de una afección que se estima afecta al 2 o 3 por ciento de la población adulta en el mundo.
Entre los principales síntomas de este cuadro se encuentra un dolor que se extiende por todo el cuerpo; por lo general, se le describe como ligero, persistente y sin causa aparente. Quienes lo sufren también podrían acusar entumecimiento muscular, jaqueca, confusión o fatiga.
A la mayoría de los pacientes se le diagnostica a mediana edad, aunque se empieza a manifestar desde antes. En promedio, los especialistas tardan más de dos años en determinar la presencia de este padecimiento, en parte porque aún no existen análisis clínicos que lo confirmen.
Aun así, es probable que el médico solicite algún estudio adicional con el propósito de descartar otras causas probables, como artritis reumatoide o esclerosis múltiple.
Una teoría bastante aceptada sostiene que se trata de un trastorno del sistema nervioso central; es decir, que existe algún imperfecto en la manera en que el cerebro procesa las señales de dolor enviadas por los nervios.
Los investigadores también contemplan la posibilidad de que los niveles hormonales o los ciclos anormales de sueño puedan desempeñar algún papel en el problema.
Dado que los pacientes muestran pocas o ninguna señal externa de su sufrimiento, algunos médicos han atribuido la fibromialgia a una imaginación extremadamente activa.
Sin embargo, esta postura pierde terreno a medida que más y más estudios muestran que se trata de una aflicción bastante frecuente. Muchas autoridades sanitarias —la Organización Mundial de la Salud entre ellas— ya la catalogan como una dolencia física.
Desafortunadamente, aún no hay una cura; los tratamientos existentes solo apuntan a mitigar las molestias. Se suele alentar a quienes la padecen a probar opciones sin medicamentos primero, y luego, si fuera necesario, a incorporar fármacos (como relajantes musculares o analgésicos).
Por motivos que aún se desconocen, las mujeres desarrollan fibromialgia con mucha mayor frecuencia que los hombres.
Hasta la fecha, el método más eficaz para dominar la agonía parece ser el ejercicio moderado. Esto implica empezar a un nivel adecuado, que muchas veces puede ser bajo, y aumentar gradualmente la intensidad, comenta el doctor Gary Macfarlane, autor principal de las últimas recomendaciones para controlar la fibromialgia emitidas por la Liga Europea contra el Reumatismo.
La actividad física ofrece al menos un leve alivio a la gran mayoría de los aquejados, quizá porque incrementa el flujo sanguíneo a los músculos, estimula la producción de endorfinas, reduce el estrés o mejora la calidad del sueño.
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es otra alternativa común contra este mal. Si bien no elimina el suplicio, este método ofrece herramientas para aprender a controlarlo. La TCC enseña a los pacientes a tomar las riendas de su rit-mo de vida y mantenerse activos de algún modo, incluso en aquellos días en que el tormento se exacerbe.
Es importante contar con expectativas realistas respecto a los programas terapéuticos disponibles en la actualidad, ya que tienden a ofrecer, en el mejor de los casos, apenas mejoras moderadas.
“Existe una gran necesidad de conocer esta afección más a fondo y brindar una mejor atención a las personas que lidian con ella”, asevera Macfarlane.
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