La primavera está a la vuelta de la esquina, marcando una época de renovación y alegría con el florecimiento de las flores, el canto de los pájaros y el aumento de las temperaturas. Sin embargo, para algunas personas, la primavera también puede significar la llegada de las terribles alergias y otras molestias. Dos de las afecciones más comunes que afectan a la gente durante esta estación son la gripe solar y las alergias primaverales.

Gripe solar: ¿un simple resfriado o algo más?

La gripe solar, también conocida como gripe de verano, es una afección causada por una variedad de virus, principalmente enterovirus. Estos virus pueden causar molestias en nuestro organismo, especialmente durante los meses cálidos.

¿Cómo saber si la tengo?

Los síntomas de la gripe solar son similares a los de un resfriado común, pero pueden incluir:

• Fiebre repentina
• Temperatura corporal entre 38 y 40 °C
• Dolor de garganta, cabeza y músculos
• Problemas gastrointestinales como náuseas o vómitos

El tratamiento para la gripe solar es generalmente de apoyo e incluye:

• Descanso
• Líquidos
• Medicamentos de venta libre para aliviar los síntomas

En la mayoría de los casos, la gripe solar mejora por sí sola en unos pocos días. Sin embargo, es importante consultar a un médico si tienes fiebre alta, dificultad para respirar o otros síntomas graves.

Alergias primaverales comunes:

• Conjuntivitis alérgica: Inflamación de la membrana mucosa del ojo, con síntomas como secreción ocular, visión borrosa e hinchazón de los párpados.
• Gastroenteritis: Inflamación del estómago y del intestino delgado, con síntomas como fiebre, dolor de estómago, diarrea y vómitos.
• Enfermedades alérgicas: Aumento de la incidencia de asma, conjuntivitis, dermatitis o rinitis alérgica estacional debido al aumento de polen en el aire.
• Asma: Dificultad para respirar, sibilancias y opresión en el pecho debido a la inflamación de las vías respiratorias.
• Faringitis, amigdalitis y sinusitis: Dolor al tragar, tos o afonía debido a infecciones de la faringe.
• Erupciones cutáneas: Eccema, una afección en la que la piel se enrojece, pica e inflama.
• Daños en la piel por el sol: Quemaduras por el sol debido a la exposición sin protección adecuada.
• Dolor de cabeza: Aumento de la frecuencia de dolor de cabeza en personas propensas durante los cambios estacionales.

Claves para sobrevivir a las alergias primaverales

• Conoce tus alérgenos: Identificar los específicos que te afectan te permitirá tomar medidas para evitarlos o minimizar la exposición. Puedes realizar pruebas de alergia para obtener un diagnóstico preciso.
• Mantén un ambiente limpio: En casa, reduce la acumulación de polvo, ácaros y otros alérgenos aspirando con frecuencia, lavando las sábanas y mantas regularmente y utilizando purificadores de aire.
• Evita la exposición al polen: Mantén las ventanas cerradas durante las horas de mayor concentración de polen (generalmente temprano por la mañana y al final de la tarde). Usa gafas de sol y un sombrero cuando salgas al aire libre.
• Lava tus manos y rostro con frecuencia: Esto eliminará el polen que pueda haberse adherido a tu piel.
• Cuida tu sistema inmunológico: Una dieta saludable, ejercicio regular y un buen descanso fortalecerán tus defensas y te ayudarán a combatir las alergias y los resfriados.
• Toma medicamentos: Existen diferentes opciones de tratamiento para las alergias, como antihistamínicos, descongestionantes y corticosteroides nasales. Consulta con tu médico para determinar el tratamiento adecuado para ti.

Recuerda

• No ignores tus síntomas: Si las alergias interfieren con tu calidad de vida, consulta con un médico o alergólogo para obtener un diagnóstico y tratamiento personalizado.
• Sé paciente: Encontrar el tratamiento adecuado puede tomar tiempo. No te desanimes y sigue las recomendaciones de tu médico.

Si bien la gripe solar y las alergias primaverales pueden ser molestas, existen medidas que puedes tomar para prevenirlas y combatirlas. Con un poco de cuidado, podrás disfrutar de la primavera sin que estas condiciones te afecten.

Este artículo ha sido escrito con fines informativos y no sustituye la consulta con un profesional de la salud.