La sobreestimulación sensorial es una experiencia común que puede generar agotamiento y estrés. A continuación, exploraremos qué la causa, cómo identificarla y las estrategias más efectivas para controlarla.
¿Qué es la sobrecarga sensorial?
Cada día, nuestro cuerpo procesa una inmensa cantidad de información sensorial captada por los cinco sentidos: oído, vista, tacto, olfato y gusto. Sin embargo, cuando recibimos más estímulos de los que nuestro sistema nervioso puede manejar, este se desregula y malinterpreta la situación como una amenaza.
Según la terapeuta April Snow, esta sobrecarga sensorial puede llevar a respuestas de hiperactivación (lucha o huida) o hipoactivación (parálisis). Ambas respuestas generan malestar físico y emocional.
Causas comunes de la sobrecarga sensorial
Factores como el estrés, la ansiedad, la falta de sueño o el cansancio pueden hacer que el sistema nervioso sea más vulnerable. Según Caitlin Slavens, psicóloga especializada, estos elementos limitan la capacidad del cuerpo para regularse, aumentando el riesgo de sobreestimulación.
Además, algunas personas, como las altamente sensibles o aquellas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), son más propensas debido a su forma particular de procesar la información sensorial.
Señales de que estás sobreestimulado
Tu cuerpo puede responder a la sobreestimulación sensorial de dos maneras principales:
En modo lucha o huida
- Ansiedad
- Irritabilidad
- Pensamientos acelerados
- Respiración rápida
- Sensación de estar abrumado
En modo congelación
- Aletargamiento
- Falta de concentración
- Dificultad para tomar decisiones
- Sensación de desconexión
- Tristeza o aturdimiento
Cuando esto sucede, tu capacidad de pensar claramente y tomar decisiones disminuye, afectando tu calidad de vida.
Estrategias para manejar la sobrecarga sensorial
Aunque sentirse sobreestimulado puede ser abrumador, existen técnicas respaldadas por expertos que pueden ayudarte:
- Recuérdate que estás a salvo: Hablar contigo mismo puede ser una herramienta poderosa. Frases como “Estoy bien” o “Estoy a salvo” ayudan a calmar el sistema nervioso y reducir la sensación de amenaza.
- Cambia tu entorno visual: Si no puedes alejarte del lugar sobreestimulante, gira tu cabeza y mira en diferentes direcciones. Esto expande tu percepción del espacio, brindando a tu cerebro una sensación de seguridad.
- Reduce la velocidad: Evita apresurarte. Completa tus tareas con calma para permitir que tu sistema nervioso procese mejor los estímulos recibidos.
- Tómate un descanso sensorial: Busca un espacio tranquilo, como un baño o una habitación vacía, para desconectarte por unos minutos. Este respiro ayuda a tu sistema nervioso a recuperar el equilibrio.
- Practica la respiración consciente :La respiración en cuadrado es una técnica efectiva:
- Inhala por cuatro segundos.
- Retén la respiración cuatro segundos.
- Exhala por cuatro segundos.
- Repite según sea necesario.
- Realiza movimientos bilaterales: Actividades como caminar, balancear el peso de un pie a otro o dar golpecitos en los muslos ayudan a procesar mejor la información sensorial.
- Aplica presión sobre tu cuerpo: Presionar tus manos contra tu abdomen o usar una manta pesada puede proporcionar una sensación de calma. Estas técnicas reconfortan al sistema nervioso y promueven la relajación.
Cuándo buscar ayuda profesional
Si la sobrecarga sensorial afecta tus actividades diarias, es importante consultar a un especialista. Un profesional de la salud mental puede ayudarte a identificar causas subyacentes y ofrecer estrategias personalizadas para manejar la sobreestimulación.
Recuerda que cuidar de tu bienestar sensorial es esencial para mantener una mente y un cuerpo saludables. Implementar estas prácticas puede marcar la diferencia en cómo enfrentas los desafíos diarios.