Un terror nocturno es un trastorno del sueño parecido a una pesadilla, con la salvedad de que es más espectacular. Aunque el terror nocturno puede asustar bastante a los padres que los presencian por lo general no son signos de un problema médico subyacente.
La especialista en sueño Liliana Amaro explica el proceso de este trastorno. Durante una noche típica el sueño pasa por una serie de fases. Cada una de ellas se asocia a una actividad cerebral particular, y la fase de movimientos oculares rápidos (MOR o REM en inglés) es cuando tienen lugar la mayoría de los sueños.
El terror nocturno ocurre durante el sueño no REM. A diferencia de las pesadillas (que ocurren durante el sueño REM), un terror nocturno no es un sueño desde el punto de vista técnico, sino una súbita reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra.
El terror nocturno suele ocurrir de dos a tres horas después de que el niño concilie el sueño, cuando tiene lugar la transición desde la fase de sueño más profunda no REM a la más superficial de sueño REM, la etapa en que se producen los sueños. Por lo general, esta transición sucede con suavidad. Pero en ocasiones el niño se agita y se asusta y esa reacción de miedo es el terror nocturno.
Durante un terror nocturno un niño puede incorporarse y sentarse en la cama súbitamente y ponerse a llorar o gritar como si estuviera sumamente angustiado. La respiración y el ritmo cardíaco se aceleran, inicia la sudoración, comienza a agitarse y a comportarse como si estuviera sumamente alterado y asustado. Al cabo de unos minutos o algo más el niño se calma y se vuelve a dormir plácidamente.
A diferencia de las pesadillas, que suelen recordarse, al día siguiente los niños no tienen ningún recuerdo del terror nocturno porque estaban dormidos mientras ocurrió y no tienen imágenes mentales que evocar.
El terror nocturno es provocado por una hiperactivación del sistema nervioso central (SNC) durante el sueño. Esto puede ocurrir porque el SNC (que regula la actividad cerebral durante el sueño y la vigilia) todavía está madurando.
Algunos niños heredan una tendencia a esta hiperactivación; aproximadamente el 80% de los niños que padecen terrores nocturnos tienen un pariente que también los experimentó, o bien, que sufrió de sonambulismo (un tipo similar de trastorno del sueño) durante la infancia.
Los terrores nocturnos se han descrito en niños que:
El terror nocturno es relativamente poco frecuente —solamente afectan a entre el 3 y el 6 por ciento de los niños, mientras que prácticamente todos los infantes tienen alguna pesadilla de vez en cuando.
El terror nocturno se suele dar en niños de entre cuatro y doce años, pero se han descrito en niños de solo 18 meses. Parecen ser un poco más frecuentes en niños que en niñas.
Un niño puede tener un episodio de terror nocturno aislado o varios antes de que este tipo de episodios desaparezcan. La mayoría de las veces los terrores nocturnos desaparecen conforme madura el sistema nervioso.
Un terror nocturno puede alarmar bastante a los padres, que suelen sentirse impotentes al no poder consolar a sus hijos. La mejor forma de reaccionar es esperar pacientemente a que pase y asegurarse de que el niño no se hace daño al agitarse. Generalmente los niños se tranquilizan y vuelven a la placidez del sueño tras pocos minutos.
Estos son algunos consejos que la fundadora de Zzleep My Baby, Liliana Amaro, ofrece para combatir este problema.
Entender los terrores nocturnos puede reducir las preocupaciones de los padres y ayudarles a dormir bien por las noches. Si tu hijo tiene terrores nocturnos repetidamente habla con el pediatra por si fuera preciso consultar a un especialista en sueño.
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