En general, no hagas nada a las ampollas pequeñas o las que quizá no revienten solas. Es menos probable que se infecten si conservan intacto el recubrimiento, y si les das tiempo para formar nueva piel debajo del cojín protector de líquido.
Si la ampolla es grande, o está donde ejerce presión, extrae el líquido en forma correcta. Pero no revientes una ampolla de quemadura, pues si lo haces podría infectarse.
Déjala ser
- Deja a la ampolla intacta, y si va a reventar, que lo haga sola. Mantenla limpia (agua y jabón). Puedes untarle petrolato puro, como vaselina, u otro emoliente para minimizar la fricción.
- Si la ampolla debe o no cubrirse, y en qué momento, depende del lugar donde está; si es probable que vaya a reventar, cúbrela con un emplasto adhesivo que cambiarás por lo menos una vez al día. Si no es probable que reviente, lo mejor es dejar que le dé el aire.
- Protege la ampolla con una almohadilla suave y adhesiva de venta en las farmacias. Déjala pegada dos días y luego quítala con cuidado para no arrancar la delicada piel.
- En la noche quita todo con lo que hayas cubierto la ampolla y déjala ventilarse, así acelerarás la cura. Pero si está en una zona expuesta y es probable que roce con la ropa de cama, mantenla cubierta con una gasa ligera.
- Aplica crema de caléndula, tradicional remedio para las heridas. Manten limpia la crema cubriéndola con un parche adhesivo o con gasa.
- Si no consigues crema de caléndula, aplica gelatina de sábila (aloe vera) en la ampolla y cúbrela con un emplasto. Cerciórate de usar la gelatina pura de la planta (corta una hoja y exprime la gelatina de su parte media), pues los productos manufacturados pueden contener alcohol, que reseca.
- Prueba la preparación H. Quizá no sea el uso normal de una crema para las hemorroides, pero contiene ingredientes que alivian el dolor y el ardor, además forma una capa que protege la piel.
- Alivia el dolor y el ardor con una franela húmeda. Empapa la franela en agua fría, exprímela y colócala sobre la ampolla.
Si se revienta por accidente…
Lava la ampolla con agua y jabón. Aplica una crema o un gel sanativos y cúbrela con un emplasto y trata la zona de piel viva con una mezcla elaborada con una parte de aceite de árbol del té y tres partes de aceite vegetal.
Ayudará a eliminar las bacterias y prevendrá la infección.
Practica el arte de extraer el líquido
- No extraigas el líquido de la ampolla si no es indispensable, sea porque es muy grande o porque de halla donde es inevitable ejercer presión.
- Esteriliza una aguja. Con unas pinzas para depilar sostén la aguja mientras la calientas a fuego directo durante unos tres segundos, hasta que se ponga al rojo vivo. Déjala enfriar. Limpia la ampolla con fenol o con un antiséptico como Betadine.
- Desdobla una almohadilla de gasa estéril y colócala suavemente sobre la ampolla. Perfora la orilla de ésta deslizando la aguja de lado. Exprime con cuidado el líquido presionando con la gasa. Asegúrate de no desagarrar o eliminar esa capa de piel, pues protege a la piel viva y extremadamente sensible que se encuentra debajo.
- Aplica una crema antiséptica y cúbrela con un emplasto. También puedes cubrir con Second Skin, un emplasto para ampollas fabricado por Spenco: consiste en una capa húmeda y similar a la gelatina que amortigua la presión y reduce la fricción. Puede cortarse al tamaño y pegarse en el lugar afectado. Cámbialo dos veces al día.
- Si luego la ampolla se llena otra vez de líquido, extráelo como ya se indicó.
- Aplica una mezcla de vitamina E y crema de caléndula para que la piel sane más rápidamente. La vitamina E viene en cápsulas: abre una y mezcla cantidades iguales de vitamina y aceite de caléndula. Cubre la ampolla con la mezcla. Repite la operación cuantas veces sea necesario hasta por una semana.
Derrotado por una ampolla
Según El Libro Guinness de récords mundiales, Robert Wadlow, de Alton Illinois, medía 2.70 metros de altura, pero sus pies eran desproporcionadamente pequeños. Para resistir su extraordinaria estatura, Wadlow tenía que usar soportes en los tobillos, y sus pies eran casi insensibles.
En una ocasión en que se presentó en público, el hombre más alto del mundo acabó con una ampolla. Un tratamiento oportuno lo habría sanado sin demora; en cambio se infectó, y la infección se propagó, lo que acabó con la vida del gigante de 22 años de edad la mañana del 15 de julio de 1940.
Extracto del libro ‘1001 remedios caseros, tratamientos confiables para problemas de salud cotidianos’, publicado por Selecciones Reader’s Digest.