Para la mayor parte de nosotros, un electrocardiograma (ECG) es una gráfica indescifrable, pero para el cardiólogo todos esos garabatos que registran los impulsos eléctricos del corazón tienen un significado enorme; la forma, longitud y espaciamiento de las crestas y depresiones, y las irregularidades del patrón general le indican cómo están funcionando el corazón y el aparato circulatorio.
Aunque el ECG ha demostrado ser un instrumento valioso para hacer el diagnóstico de las enfermedades cardiacas puesto que indica las lesiones y el grado de deterioro del tejido, poco puede decir sobre los problemas cardiacos de una persona sana.
Hay mucha gente que ha sufrido un ataque cardiaco severo apenas unos cuantos días o semanas después de haberse hecho un electrocardiograma que resultó aparentemente normal.
El pulso de la vida
Cuando nos tomamos el pulso, estamos realmente contando los latidos del corazón. Cada vez que el corazón se contrae impulsa la sangre hacia la aorta, creando una onda de presión que se transmite rápidamente a todas las arterias.
En los puntos donde se toma el pulso ?donde las grandes arterias corren más cerca de la superficie? se siente el flujo rítmico de la sangre causado por las contracciones del corazón.
Estos puntos, que se muestran en los dibujos de la izquierda, se localizan en las arterias de las sienes y la mandíbula, el cuello y los brazos, las muñecas, las ingles, el empeine de los pies y detrás de las rodillas.
Normalmente, el pulso en reposo varía entre 60 y 90 latidos por minuto, pero puede ser más alto o más bajo sin que sea anómalo.