La mayor parte del corazón obtiene la sangre que necesita de las dos arterias coronarias. Si uno de estos vasos se obstruye, la parte del corazón que irrigaba se muere por falta de oxígeno, lo que se manifiesta como un ataque cardiaco o un infarto del miocardio.
Los infartos se presentan con más frecuencia en personas de 40 a 60 años de edad, pero se sabe de niños, incluso de 5 años, que han sufrido ataques cardiacos.
La cardiopatía coronaria casi siempre se debe a una alteración conocida como aterosclerosis que consiste en la formación de depósitos de grasa, o ateromas, sobre las paredes internas de las arterias.
Aunque la aterosclerosis se ha convertido en el azote de las prósperas sociedades modernas, no es una enfermedad del siglo XX; en las antiguas momias egipcias se han encontrado huellas de este tipo de alteraciones.
La aterosclerosis convierte las arterias, que normalmente son lisas y elásticas, en unos conductos rugosos, rígidos y estrechos. A medida que su luz se reduce, el volumen de sangre que pueden conducir disminuye progresivamente.
Al crecer, la masa del ateroma se transforma en una placa dura y blancuzca que obstruye el paso de la sangre y puede llegar a erosionar la pared de la arteria. Estas zonas rugosas favorecen la formación de coágulos de sangre o trombos.
La trombosis coronaria se debe a la formación de un coágulo estacionario en una de las arterias coronarias y bloquea el paso de la sangre. En la embolia coronaria, la obstrucción se debe a un coágulo que se ha desprendido de otro vaso y ha circulado por el torrente sanguíneo hasta llegar a alojarse en la arteria coronaria ya constreñida. Conoce estos 6 signos de una embolia que podrías estar ignorando.
La lista de los factores inevitables que predisponen a una cardiopatía coronaria la encabeza la herencia. Si ambos padres han sufrido aterosclerosis, sus hijos corren un riesgo mayor de padecerla que el común de la gente.
Otro factor de este tipo es la edad; pocas son las personas menores de 50 años que presentan síntomas de cardiopatía coronaria, pero después de esa edad aumentan considerablemente.
Las hormonas sexuales femeninas aparentemente protegen las coronarias, ya que es raro encontrar esta cardiopatía en las mujeres antes de la menopausia; en cambio, después de los 60 años son tan susceptibles como los hombres.
Se ha calculado que las personas que fuman una cajetilla o más al día tienen el doble de probabilidades de desarrollar esta enfermedad que las que no fuman.
La hipertensión crónica, la diabetes, la obesidad, la tensión emocional y la falta de ejercicio también aumentan las probabilidades.
Para protegerse de una cardiopatía coronaria conviene evaluar los hábitos de vida y cambiarlos si es necesario.
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
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