¡Que no se te suba la presión!
La hipertensión arterial es un serio riesgo de salud, pero en tus manos está tenerlo bajo control. Margaret Kinninmont llegó muy enojada al trabajo una mañana de diciembre de 2013 porque habían pintado grafitos...
La hipertensión arterial es un serio riesgo de salud, pero en tus manos está tenerlo bajo control.
Margaret Kinninmont llegó muy enojada al trabajo una mañana de diciembre de 2013 porque habían pintado grafitos en los garajes cerca de su casa, en Glasgow, Escocia. “Estaba furiosa”, cuenta esta secretaria ejecutiva de 58 años. Al ver que Margaret tenía el rostro enrojecido mientras se quejaba, su jefa, la doctora Rhian Touyz, directora del Instituto de Ciencias Médicas y Cardiovasculares de la Universidad de Glasgow, decidió tomarle la presión arterial.
Touyz es la actual presidenta de la Sociedad Internacional de Hipertensión, y una de sus tareas es educar al público sobre el grave peligro de la hipertensión no controlada. “La presión arterial alta es el principal factor de riesgo de enfermedad y muerte en el mundo”, afirma. “Causa cardiopatías, insuficiencia renal y apoplejía, y ahora hay pruebas de que produce demencia vascular también”.
La hipertensión se define como una presión arterial igual o superior a 140/90 mmHg. Muchas personas no saben que la tienen, y de las que sí lo saben, una de cada dos no se la controla.
“La hipertensión mata en silencio”, advierte el doctor Robert Fagard, experto de Lovaina, Bélgica. “Las personas llegan a descubrir que la tienen sólo tras una falla cardiovascular debilitante o incluso letal”. Por eso resulta vital que las personas se midan regularmente la presión arterial y colaboren con su médico en caso de padecer hipertensión.
Hasta ese día de diciembre, Margaret Kinninmont nunca había tenido hipertensión, al menos no que supiera, pero su primera lectura fue muy alta: 188/100 mmHg. Trató de relajarse y respirar profundamente. Le midieron la presión otra vez, y de nuevo resultó muy alta, al igual que una tercera lectura al cabo de un rato.
Esas lecturas altas fueron el inicio de una lucha de un año para hacer que su presión arterial volviera a un nivel saludable. Empezó por tomar un antihipertensivo y medirse la presión con regularidad. Se compró un monitor de presión arterial casero y tomó nota de las lecturas. El antihipertensivo le causó hinchazón de tobillos, así que lo cambió por otro. Un ajuste de la dosis y de la hora de la toma le permitían bajar la presión sin sufrir efectos secundarios. Además, se esforzaba por comer más frutas y verduras y hacer ejercicio regularmente.
Hoy día Margaret ha bajado más de 12 kilos de peso, y su presión arterial no pasa de 115/79 mmHg, un nivel saludable que mantiene con una dosis baja del medicamento. Ya no se queda sin aliento cuando sube escaleras con su pequeña nieta. “No me había sentido mejor en años”, afirma.
Toda persona diagnosticada con hipertensión debería tener el mismo final feliz que tuvo Margaret, dice la doctora Touyz. No sólo recibió el tratamiento adecuado, sino que “ha hecho un trabajo fantástico al tomar el control de su propia salud”.
Para controlar la hipertensión es esencial que el paciente tenga un mejor conocimiento de ella y un mayor compromiso con el tratamiento. El doctor Thomas Kahan, jefe de cardiología del Hospital Universitario Danderyd, en Estocolmo, señala que 35 por ciento de las personas que acaban de empezar a tomar antihipertensivos suspenden su uso en menos de dos años. Y se ha descubierto que muchas otras que parecen tener hipertensión resistente al tratamiento en realidad no se toman los fármacos.
Los expertos están muy preocupados por el aumento de la incidencia de hipertensión y enfermedades cardiovasculares en el mundo. Varias instituciones han elaborado directrices muy detalladas para mejorar el diagnóstico, el tratamiento y el control permanente de la hipertensión. “Es indispensable que los médicos convenzan a sus pacientes de los beneficios en el largo plazo de un control adecuado de la presión arterial”, dice el doctor Fagard.
Diez cosas que debes saber:
1. ¿De qué manera daña la hipertensión arterial?
Así como una manguera de jardín sujeta a excesiva presión de agua puede deformarse y presentar fugas, y su flujo resultar demasiado fuerte para regar plantas delicadas, la sangre que fluye a través de nuestras arterias sujeta a excesiva presión puede debilitar las paredes de éstas, causar abultamientos y rupturas, y dañar los delicados órganos irrigados. Es por eso que la hipertensión está asociada con infartos, ataques de apoplejía, aneurismas, daño ocular y renal y otros males. También obliga al corazón a trabajar más, lo que propicia insuficiencia cardiaca a la larga.
2. ¿Cuáles son las causas de la presión arterial alta?
En 95 por ciento de los casos, no hay una causa directa. Esto se denomina hipertensión esencial. Pero son factores de riesgo la obesidad, la falta de ejercicio, el consumo elevado de sal y de bebidas alcohólicas, el estrés y un historial familiar de presión arterial alta. Además, a medida que envejecemos, nuestros vasos sanguíneos se van haciendo más rígidos, lo que eleva la presión arterial.
En un cinco por ciento de los casos, la hipertensión es causada por otra enfermedad o por medicamentos; a esto se le llama hipertensión secundaria. La enfermedad tiroidea, la poliquistosis renal, los trastornos de las glándulas suprarrenales y otras afecciones raras pueden causar hipertensión. Los anticonceptivos orales, los fármacos contra el resfriado y la migraña y los antiinflamatorios no esteroideos aumentan la presión arterial, al igual que algunos remedios herbarios, como la hierba de San Juan.
Cierto compuesto de la raíz del orozuz, presente en alimentos, dulces y productos herbarios que contienen regaliz, puede tener un efecto hipertensivo muy potente. Tan sólo media taza de infusión de regaliz al día puede elevar la presión arterial.
“Al evaluar a un paciente, el médico debe hacer todo lo posible por descartar las formas de hipertensión secundaria antes de emitir un diagnóstico de hipertensión esencial”, comenta la doctora Touyz.
3. ¿Cómo se mide la presión arterial?
Se usa un aparato llamado esfigmomanómetro. Con el brazo apoyado y sin mover el cuerpo, se infla un manguito alrededor de la parte superior del brazo, al nivel del corazón. En el método manual, el médico infla el manguito hasta que el flujo de sangre en el brazo se detiene; luego, mientras observa el manómetro o la columna de mercurio, libera lentamente la presión en el manguito hasta que, con
un estetoscopio, percibe los primeros sonidos de Korotkoff, que representan el primer número, o presión sistólica. La presión se libera hasta que todos los sonidos se disipan, lo que representa el segundo número, o presión diastólica. Hoy día hay aparatos caseros automáticos muy precisos para medir la presión arterial.
4. ¿Qué indican los dos números de la medición?
La presión sistólica es la fuerza que se ejerce sobre las paredes de los vasos sanguíneos cuando el corazón late y bombea la sangre; la presión diastólica es la fuerza que se ejerce en los vasos cuando el corazón se relaja entre latidos. La presión arterial se considera óptima cuando es igual o inferior a 120/80 mmHg; cuando es superior a 140/90 mmHg, se considera hipertensión. “Todo el mundo debería conocer su presión arterial”, señala la doctora Touyz.
5. ¿Con qué frecuencia debe medirse una persona la presión arterial?
Las directrices recomiendan hacerlo al menos una vez cada dos años, pero a muchas personas se les diagnostica hipertensión cuando acuden al médico por otra causa. “Por eso son tan importantes las revisiones físicas generales”, dice Touyz. Ella y otros expertos consideran que debería haber más monitores de presión arterial precisos en lugares públicos para que la gente pueda medírsela y acudir al médico si los números son altos.
6. ¿Cuántas lecturas de presión se deben hacer?
Se recomienda a los médicos hacer que sus pacientes se sienten y guarden silencio durante la primera lectura, y luego tomar una o dos más, con uno o dos minutos de intervalo, y promediar las mediciones, sobre todo si son altas. Si la hipertensión es entre leve y moderada, debe acordarse una consulta de seguimiento para tomar nuevas lecturas. “Si en reiteradas ocasiones supera 140/90 en el consultorio y 135/85 en casa, entonces la persona puede considerarse hipertensa”, explica la doctora Touyz.
Dos de cada 10 personas tienen lecturas anormalmente altas cuando se les mide la presión en un consultorio médico, pero en casa las cifras son normales; a esto se le llama “hipertensión de bata blanca”. Por otro lado, una de cada 10 tiene lecturas normales frente al médico, pero en casa es hipertensa. Esto se denomina “hipertensión enmascarada”, y puede pasar inadvertida durante años.
Paul Robert, un editor holandés, tenía apenas 19 años de edad cuando presentó hipertensión de bata blanca por vez primera. Al medirle la presión, su médico se sorprendió de que la lectura sistólica fuera superior a 140, ya que Paul era muy joven. A los 10 minutos se la volvió a medir y resultó normal. “Eso pasa cada vez que me toman la presión”, dice Paul, hoy día de 59 años. Sin embargo, cuando tenía 40 ya presentaba hipertensión real, lo que con el tiempo les ocurre a la mayoría de las personas que presentan hipertensión de bata blanca. Paul se compró un monitor doméstico para vigilar su presión. Trabajando con su médico, ahora la mantiene bien controlada con una combinación de fármacos, pero la primera lectura sigue siendo siempre muy alta.
La doctora Karena Hanley, una capacitadora de médicos familiares de Donegal, Irlanda, dice que sus colegas y ella siempre envían a casa con un monitor semiautomático a los pacientes potencialmente hipertensos. “Les pedimos tomar dos lecturas en la mañana y dos por la noche durante cinco días”, señala. “Promediamos las 15 lecturas finales y decidimos si son hipertensos o no con esos datos”.
7. ¿Qué se debe hacer si las lecturas son altas?
Toda lectura que indique hipertensión debe llevar a una revisión cuidadosa del historial de salud y a nuevas pruebas para evaluar otros factores de riesgo, entre ellas análisis de sangre u orina en busca de cardiopatías, diabetes, daño renal, gota o artritis. Se debe revisar también el historial familiar de la persona. Cuantos más factores de riesgo de enfermedad cardiovascular tenga, tanto más apremiante será devolverle la presión arterial a los parámetros normales.
8. ¿Qué cambios de estilo de vida conviene hacer?
Cinco medidas básicas pueden tener un gran impacto sobre la presión arterial: hacer ejercicio cuatro o cinco veces a la semana, no ingerir más de dos bebidas alcohólicas al día (no más de una las mujeres), reducir el consumo de sal (sobre todo en alimentos procesados), mantener un peso saludable y comer más frutas y verduras. Dejar de fumar y controlar el estrés también es esencial. Asimismo, estudios recientes indican que ingerir menos azúcar, aunque no se baje de peso, puede mejorar la presión arterial.
“Cualquier cambio positivo en el estilo de vida también tendrá efectos benéficos en otros riesgos de salud, como el cáncer”, dice la doctora Hanley. Por lo general, ella les da a sus pacientes aquejados de hipertensión leve o moderada unos tres meses de plazo para intentar modificar sus hábitos antes de iniciar el tratamiento con antihipertensivos.
9. ¿Puede ser demasiado tarde para hacer cambios de estilo de vida?
Nunca es tarde. En 2014 Karen Smith, de 59 años, de Lincolnshire, Reino Unido, se jubiló como maestra y decidió hacer cambios en sus hábitos. Redujo su consumo de pasteles, galletas, pan, pastas y azúcar, así como el de bebidas alcohólicas entre semana. Empezó a comer más frutas, verduras y proteínas magras, y a hacer una caminata todos los días. Además de bajar 16 kilos de peso, dormía mucho mejor y tenía buen ánimo y energía. Y lo mejor de todo: su presión arterial alta, por la cual había tomado fármacos durante más de una década, había bajado al nivel óptimo con una dosis mínima de un antihipertensivo. “Mi médico dice que si mantengo este estilo de vida, ya no tendré que seguir tomando el antihipertensivo”, comenta Karen.
A menos que hagas enormes cambios en tus hábitos, si eres hipertenso tendrás que tomar medicamentos de por vida. Esto puede ser difícil, reconocen los expertos. “Los pacientes se vuelven muy renuentes a tomar sus dosis diarias”, dice la doctora Touyz. “Por eso es tan importante mantener un contacto regular con el médico, y que los profesionales de la salud motiven a menudo a la gente a no suspender los tratamientos”.
Las consecuencias de la hipertensión no controlada pueden ser nefastas. De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud de 2008, las complicaciones de la hipertensión causan 9.4 millones de muertes en el mundo cada año. La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo de cardiopatía isquémica y apoplejía.
10. ¿Producen efectos secundarios todos los antihipertensivos?
Actualmente hay tantos tipos de medicamentos para controlar la presión arterial alta, que todo paciente debería poder encontrar el fármaco —o la combinación de fármacos— que le controle la hipertensión con muy pocos efectos secundarios o ninguno, señala el doctor Fagard.
Algunos antihipertensivos pueden provocar diarrea y otros problemas gastrointestinales; por ejemplo, el olmesartán (un bloqueador de los receptores de angiotensina, o BRA) se ha asociado con cambios intestinales parecidos a los síntomas de la enfermedad celiaca. Si presentas efectos secundarios, pide a tu médico que ajuste la dosis del antihipertensivo o que te recete otro.
Minna Ilonen, una maestra de kínder finlandesa de 42 años de edad, presentó hipertensión leve durante cada uno de sus siete embarazos, así que estaba acostumbrada a medirse la presión arterial con un monitor casero. En septiembre de 2013 notó un aumento en las lecturas y acudió a su médico, quien le hizo otra medición y observó que el manómetro indicaba 171/108 mmHg, una presión peligrosamente elevada.
La paciente inició un tratamiento con BRA, pero al cabo de un tiempo presentó una leve hemorragia en una pequeña zona del cerebro, lo que hizo urgente bajarle la presión arterial. Tras unos días de hospitalización, cambio de medicamentos y ajustes en las dosis, la presión de Minna por fin bajó a 130/80. Desde diciembre de 2013 toma un bloqueador beta y una píldora combinada que incluye un diurético, un BRA y un bloqueador de canales de calcio. Hoy su vida ha vuelto a la normalidad.
“Hemos avanzado en el control de la hipertensión, pero aún nos queda un largo camino por recorrer”, dice el doctor Kahan. “Con pacientes bien informados y motivados podemos reducir notablemente las enfermedades crónicas y las muertes”.