Miles de personas tienen la mala costumbre de ver televisión para tratar de dormir, pero eso no es lo más sensato si de descansar correctamente se trata.
De acuerdo con un nuevo estudio realizado en la Universidad de Salzburgo (Austria), durante el sueño, el cerebro humano presta atención a las voces desconocidas.
Aparentemente, se trata de un mecanismo de defensa inconsciente que nos ayuda a mantenernos alerta ante posibles amenazas externas.
Así que, al mantener la televisión encendida al dormir hace que sea más difícil a nuestro cerebro descansar, con la consecuencia de que es mucho más difícil tener movimientos oculares rápidos (NREM, por sus siglas en inglés), en la primera etapa del sueño.
Aunque, al dormir, nuestros ojos están cerrados, el cerebro continúa monitoreando lo que ocurre a nuestro alrededor mientras dormimos. Puede distinguir selectivamente las voces desconocidas y las voces familiares.
Según los expertos, esta cualidad puede remontarse al largo proceso de la evolución humana y la necesidad de despertar rápidamente ante un peligro potencial.
El estudio sugiere que las voces desconocidas, como las que provienen de un televisor, impiden una noche de sueño reparador porque el cerebro se mantiene en estado de alerta máxima.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores austriacos midieron la actividad cerebral de adultos dormidos en respuesta a voces familiares y desconocidas.
Para realizar el estudio, los investigadores reclutaron a 17 voluntarios (14 mujeres y 3 hombres) con una edad promedio de 22 años.
El equipo de expertos se encargó de medir las ondas cerebrales, la respiración, la tensión muscular, los movimientos, la actividad cardíaca y algunas cosas más, a medida que los participantes avanzaban a través de las diferentes etapas del sueño.
Mientras dormían, se les presentaron estímulos auditivos a través de altavoces. Eran palabras pronunciadas por una voz familiar (como uno de sus padres) y una voz desconocida (proporcionada por un extraño).
Los investigadores descubrieron que las voces desconocidas provocan más complejos K, un tipo de onda cerebral vinculada a perturbaciones sensoriales durante el sueño.
Curiosamente, las respuestas negativas del cerebro a la voz desconocida se minimizaron a medida que avanzaba la noche y la voz se volvió más familiar, lo que indica que el cerebro aún puede aprender durante el sueño.
Cuando vemos televisión a oscuras nuestras pupilas se dilatan dejando que entre más luz y entonces el cerebro responde con más inquietud antes de ir a dormir.
El resplandor de la pantalla, más los ruidos que el televisor emite hacen que el cerebro aumente su actividad eléctrica y las neuronas comiencen a acelerarse, por esto es mejor leer un libro o escuchar música relajante previo al sueño, para bajar la intensidad de la actividad cerebral y procurar un mejor descanso.
Varios estudios señalan que la tecnología durante la noche afecta nuestro sueño debido a la estimulación cognitiva que recibe el cerebro.
El ritmo circadiano se altera enviando información errónea al cerebro respecto al día y la noche bajo los estímulos de luz y oscuridad. Los ritmos circadiano también son responsables de los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo diario.
Como el cerebro se mantiene activo en las noches los sonidos pueden provocar sueños nerviosos, soñamos con todo lo que sucede en la programación, además de que disminuye la producción de melatonina necesaria para regular el ritmo circadiano, contrarrestar el insomnio, la depresión, aumento de la presión arterial, sobrepeso y el envejecimiento. Igualmente se afecta el sistema endocrino haciendo que las hormonas que causan estrés actúen de forma irregular.
En conclusión, dormir con la televisión de fondo provoca que fabriquemos menos melatonina durante el sueño. Tener un déficit de melatonina pueden traer consigo el insomnio e incluso la depresión y podría provocar una paulatina aceleración del envejecimiento.
Además, esta hormona antioxidante es importante para protegernos de varias enfermedades.
Un sueño de poca calidad también facilita que la tensión arterial sea más alta ya que los niveles más bajos de tensión se dan cuando dormimos.
Con información del Instituto Europeo del Sueño
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