¿Qué se siente… decir “Ganó usted el Nobel”?
Si la segunda semana de octubre recibes una llamada de Staffan Normark, secretario permanente de la Real Academia Sueca de Ciencias, no dudes que será la conversación más importante de tu vida. Si es...
Si la segunda semana de octubre recibes una llamada de Staffan Normark, secretario permanente de la Real Academia Sueca de Ciencias, no dudes que será la conversación más importante de tu vida. Si es martes, este hombre te avisará que ganaste el Premio Nobel de Química, y si es miércoles, el de Física. El de Economía se notifica el lunes siguiente.
Normark tiene una estrategia para que las secretarias transfieran la llamada. “Les decimos: ‘Es una llamada muy importante”. Recalca cada palabra y luego remata: “De Estocolmo. Hasta ahora, la técnica nunca le ha fallado.
La academia, de 615 miembros, elige al ganador a las 9:30 de la mañana, y Normark lo llama a las 11:15. Si no contestas, la ceremonia continúa sin ti. El anuncio público se hace al mediodía. Si, como Saul Perlmutter (Nobel de Física en 2011), vives en California y nadie atiende el teléfono a media noche, tal vez te enteres por las camionetas de los noticieros de televisión estacionadas frente a tu casa.
Normark dice que las llamadas son la mejor parte de su trabajo, aunque a veces lo tensan. Hallar el número de teléfono correcto puede llevar semanas de investigación. “Cómo lo obtienen, no sé, dice. La mañana de La Llamada, “todo son nervios en la oficina”, añade. “Preferimos dar con la persona”. Una vez el comité consiguió un número equivocado, y concedió el premio cientíico más importante del mundo a un vecino de la persona indicada.
A otros ganadores hay que buscarlos con tenacidad. Paul Nurse (Nobel de Fisiología o Medicina en 2001), por ejemplo, se sentía fuera de la competencia. Genetista, biólogo celular y actual presidente de la Real Sociedad de Londres, Nurse recuerda: “Los reporteros llevaban tres años llamando para preguntarme si creía que ese año ganaría”. Por eso, al no tener noticias a media mañana, salió de casa.
Sin embargo, en mitad de una junta recibió un mensaje de su oficina: “Sería tan amable de escuchar su buzón de voz? “Pensé que era un aviso de que había ganado, así que volví a la sala de juntas y anuncié ‘Discúlpenme. Creo que gané el Nobel”, dice Nurse.
Más a menudo Normark tiene que convencer al premiado de que lo que le dice es cierto. Cuenta el economista escocés James Mirrlees, que recibió la llamada en 1996: “Pedí atentamente una prueba”. Y el inglés John Gurdon (Nobel de Fisiología o Medicina en 2012) estaba en su laboratorio cuando le dijeron que había ganado el Nobel por clonar una rana. Como eso lo había hecho 50 años antes, dio por supuesto que le estaban “tomando el pelo”. “Afortunadamente”, señala Normark, “tengo un acento sueco muy marcado”.
Con todo, la reacción más satisfactoria para el secretario permanente es la sorpresa. “La persona al otro lado de la línea se queda muda”, dice. “Apenas se la oye respirar”.
Aunque los candidatos al premio presienten que podría tocarles, cuando contestan el teléfono por lo común se quedan atónitos. El francés Serge Haroche (Nobel de Física en 2012) estaba dando un paseo con su esposa cuando vio aparecer en su celular un número con el prefijo de Suecia. “[Al oír la noticia], tuve la suerte de ir pasando junto a una banca y sentarme para no caer”, refiere. “Tan abrumador fue”.