Muchas veces una palabra puede definirse de distintas maneras, como sucede con el término salud. Según el diccionario, consiste en el ejercicio normal de todas las funciones, pero para mucha gente significa sencillamente no estar enfermo.
La Organización Mundial de la Salud considera que “la salud” es un estado de total bienestar físico, mental y social y no tan sólo el no tener achaques o enfermedades.
Otra manera de enfocar esta cuestión es definir la salud en relación con valores que se puedan medir; así, se determina que una persona está sana si su temperatura, su presión arterial, su nivel de glucosa en la sangre y otros valores son normales. El problema en este caso es que entre los individuos hay un amplio margen de variabilidad biológica; lo que en unos es normal, no tiene que serlo necesariamente en otros.
Para muchos teóricos de la medicina, el concepto de salud es algo relativo; significa una cosa tratándose de un bibliotecario que trabaja en un lugar tranquilo sin tener que hacer esfuerzos físicos, y otra distinta en el caso de un albañil que trabaja en una ruidosa construcción.
En otras palabras, para considerarnos sanos no tenemos necesidad de medirnos con patrones absolutos, basta con que podamos cumplir las demandas de nuestro estilo de vida. Recuerda que una vida saludable es nuestra primera línea de defensa.
Generalmente los procesos de regulación interna del organismo, u homeostáticos, fallan cuando estamos enfermos. Algunas veces los síntomas de ese desarreglo son tan aparatosos (fiebre alta, vómitos, pérdida del conocimiento) que no cabe duda que el organismo está reaccionando violentamente ante una emergencia.
En otras ocasiones la alteración no es tan obvia, y para saber de qué se trata el médico tiene que mandar a hacer una serie de análisis que le indiquen si hay alguna desviación de las cifras normales. Una cantidad muy alta de azúcar en la orina, por ejemplo, puede significar que el cuerpo ha perdido la capacidad de regular la glucosa sanguínea, como ocurre cuando se padece diabetes.
Algunos mecanismos de control corporal funcionan mal en el recién nacido porque acaba de abandonar un medio ambiente tan constante que casi no requería una regulación interna.
El bebé desarrolla pronto esos mecanismos, pero mientras tanto el descenso de la temperatura ambiente, por ejemplo, puede afectar mucho la suya. El frío también es un peligro para los ancianos porque el envejecimiento trae consigo una deficiencia de los mecanismos homeostáticos.
Los estudiantes de medicina suelen sufrir al principio de su carrera ataques temporales de hipocondría, es decir, una excesiva preocupación por su salud estando perfectamente sanos. Al estudiar alguna enfermedad terrible, les da miedo la posibilidad de tenerla y comienzan a imaginarse síntomas que no presentan. A mucha gente le pasa lo mismo cuando se entera de los detalles de alguna enfermedad que le impresiona.
Pero los casos auténticos de hipocondría, definida como una preocupación morbosa por las funciones corporales y las enfermedades que llega a producir dolencias físicas, suponen una reacción neurótica, reflejo de algún problema emocional oculto.
Cuando la preocupación de una persona por su salud empieza a excluir otros intereses, es conveniente que busque la ayuda profesional de un psicólogo.
Pero hay que distinguir entre la hipocondría y el interés normal por la salud propia; es natural, y muy recomendable, que uno consulte al médico cuando siente algún síntoma anormal. A los que no son hipocondríacos les tranquiliza que el examen médico no revele ninguna enfermedad; para ellos es un alivio saber que no les pasa nada malo.
Los hipocondríacos, en cambio, no suelen aceptarlo; suponen que el médico no ha sabido interpretar los síntomas de alguna grave enfermedad o que los está engañando para evitarles el choque que les produciría saber la verdad.
Algunas veces los hipocondríacos aceptan temporalmente lo que el médico les dice, pero más tarde reaparece en ellos la convicción de que están enfermos, porque vuelven a imaginarse que tienen ya sea los síntomas de la primera enfermedad o los de otra nueva.
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