¿Qué son las algas?
Los fucos, los sargazos, la lechuga de mar, las laminarias y muchas otras plantas que encontramos en el mar son algas. También lo es la burbujeante espuma verdosa que cubre los charcos estancados y...
Los fucos, los sargazos, la lechuga de mar, las laminarias y muchas otras plantas que encontramos en el mar son algas. También lo es la burbujeante espuma verdosa que cubre los charcos estancados y la película de lama que se forma en las paredes de los acuarios.
En conjunto hay más de 25,000 especies de plantas clasificadas como algas. A pesar de su tremenda diversidad de forma y tamaño, todas poseen rasgos comunes.
Como la mayoría de los vegetales, casi todas las algas contienen clorofila, la sustancia verde que les permite fabricar su propio alimento. Pero, a diferencia de las plantas más comunes de campos y bosques, las algas no producen flores ni semillas.
Ni siquiera poseen auténticas hojas, tallos o raíces aunque las más grandes y complejas se ramifican brindando esa apariencia. Existen, incluso, muchas algas de tamaño microscópico compuestas por una sola célula.
Las algas se multiplican de muy diversas maneras. Las especies unicelulares se dividen simplemente para formar dos individuos nuevos. Otras producen esporas de las que se originan nuevas plantas.
Mediante un proceso llamado fragmentación se pueden separar algunos trozos que continúan creciendo por su cuenta si las condiciones son favorables. Otras algas se pueden reproducir sexualmente por la fusión de gametos masculinos y femeninos.
Las algas más diminutas son formas unicelulares, tan minúsculas que en un litro de agua de mar pueden existir varios millones sin que se noten. Pero cuando se las examina al microscopio, muchas revelan una sorprendente belleza y simetría de formas.
En el otro extremo se hallan las algas pardas gigantes, llamadas en inglés kelp, que llegan a medir más de 60 metros de longitud. Una especie puede alcanzar 45 metros en un solo año.
Pero incluso las especies microscópicas son a veces visibles por su tremenda abundancia. La delgada película verde que se forma en las piedras húmedas, en las macetas y en el lado umbrío de los árboles, es en realidad un agregado de millones de algas unicelulares.
Otras especies pueden transformar los charcos estancados en una espesa sopa verdosa o transmitir su variada coloración al medio en que viven; el mar Rojo debe su nombre a las algas rojizas que a veces tiñen sus aguas.
Las llamadas mareas rojas de los océanos están causadas por una explosión de la población de dinoflagelados, diminutas algas unicelulares encerradas en una cubierta que navegan agitando sus largos flagelos como si fueran remos.
Este aumento de la población puede ejercer efectos desastrosos, pues las algas producen a veces venenos que matan a millones de peces.
El agua, tanto salina como dulce, es el hábitat natural de la mayoría de las algas, pero estas plantas increíblemente adaptables prosperan también en muchos otros lugares.
Algunas viven en las capas más superficiales del suelo; en rocas, troncos de árboles e incluso en las paredes y techos de los edificios. Muchas especies sobreviven en los frígidos climas del Ártico y de la Antártida; otras se encuentran perfectamente adaptadas a manantiales termales con temperaturas que alcanzan los 85 °C.
Las algas viven también sobre otras plantas y animales o en su interior. Dentro del cuerpo de ciertos animales unicelulares microscópicos llamados paramecios se suelen encontrar algas aún más pequeñas.
Una especie de plateminto (gusano plano) europeo obtiene su oscuro color verde de las muchas algas que viven y se multiplican bajo su piel. Las tortugas quedan a menudo camufladas por colonias de algas mayores que viven adheridas a sus caparazones.
Los perezosos, grandes mamíferos que habitan en las copas de los árboles de los bosques tropicales, tienen a veces un tinte verdoso causado por infinidad de algas que viven sobre su piel.