¿Qué tan cierto es que no se debe nadar después de comer?
La creencia popular dice que es riesgoso, pero ¿qué dice la ciencia? Analicemos los mitos y realidades para disfrutar del agua sin preocupaciones.
La frase ‘no nades después de comer’ se ha transmitido de generación en generación, y es probable que alguien de tu familia te lo dijera alguna vez, transmitiéndote la noción de que hacerlo podría ser un peligro real. Sin embargo, ¿hasta qué punto es cierto? ¿Existen pruebas científicas que respalden esta creencia común?
La creencia popular sostiene que nadar después de comer puede causar diversos problemas, como:
No hay evidencia científica que respalde la idea de que nadar después de comer sea peligroso. Expertos como Michael Boniface de la Clínica Mayo afirman que, si bien puede ser incómodo nadar con el estómago lleno, no hay riesgo de sufrir un percance grave.
Los calambres que algunas personas experimentan al nadar después de comer no son causados por la falta de flujo sanguíneo, sino por dolores abdominales transitorios relacionados con el ejercicio intenso y una comida copiosa.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), no existe ningún riesgo inherente de muerte o peligro en la natación. Sin embargo, como la natación es una actividad física intensa, requiere un régimen alimenticio específico. La razón es simple: si se come de forma excesiva, existe riesgo de náuseas.
El tiempo óptimo varía de una persona a otra. Como pauta general, lo ideal es esperar dos horas después de una comida sustanciosa. Si sólo has tomado un tentempié ligero, bastará con media hora.
En un artículo de The Conversation, Peter Milburn, profesor de la Universidad Griffith, explica que es cierto que la digestión desvía parte de la sangre de los músculos para facilitar la digestión, por lo que hay potencialmente menos oxígeno disponible para el músculo que está en movimiento y el estómago.
Sin embargo, en realidad hay suficiente sangre para mantener en funcionamiento todo el cuerpo, aun después de comer mucho.
Por último, Milburn indica que existe un mayor riesgo de ahogamiento por el consumo de alcohol y drogas, ya que éstas afectan el juicio y la capacidad física, además de que se incrementa el riesgo de espasmos si entra agua a la tráquea.
Si bien no hay evidencia científica que respalde la prohibición de nadar después de comer, es importante escuchar a tu cuerpo y tomar algunas precauciones para evitar molestias o riesgos. Esperar un tiempo prudencial y mantenerte hidratado te permitirá disfrutar del agua sin preocupaciones.
Con información de El Financiero