Cierta vez, cuando nos detuvimos en un hotel de camino a casa para beber algo tranquilamente tras una excursión, nuestros hijos se pusieron a jugar con otros niños, y el grupo entero comenzó a armar un gran alboroto. Mi esposo les pidió que se calmaran, pero a un pequeño no le agradó mucho la idea y le preguntó a nuestro hijo, de cuatro años:
—¿Quién es ese señor?
—Se llama Rod Harris, pero nosotros le decimos papá —dijo el niño.
Sharon Harris, Australia
Nuestro pequeño hijo de dos años acababa de tomar el té con nosotros, y se levantó de la mesa. Con la esperanza de inculcarle buenos modales, mi esposo le dijo:
—A ver, Josh: “Muchas gracias por el té. ¿Puedo retirarme de la mesa, por favor?”
El niño lo miró muy serio sin entender la indirecta y, mientras salía de la habitación, respondió:
—Sí, por supuesto.
Rachel Haley, Reino Unido
Al oír a mi hija Sasha, de 13 años, decir por teléfono que no podía aceptar un trabajo de niñera para esa noche, le señalé con la cabeza a su hermano Reid, de 12, y le susurré:
—Oye, ¿y qué tal Ya Sabes Quién?
De inmediato, mi hijo replicó:
—Ay, mamá, no creo que Voldemort sea bueno para cuidar niños.
Kathleen McGill, Canadá
En una ocasión mis dos nietos vinieron a pasar el fin de semana conmigo. Decidimos ir caminando hasta el pueblo, donde hicimos unas compras; luego almorzamos y regresamos a pie a la casa.
Por lo común tomo una siesta después de almorzar, así que me quedé dormida en el sillón. Como nunca había visto a nadie dormir en pleno día, mi nieto Lewis me sacudió suavemente y, preocupado, dijo:
—Abuelita, ¿estás dormida o ya te moriste?
May Mitchell, Reino Unido
Un día, cuando regresé a casa del supermercado con las compras de la semana, mi hijo menor preguntó si podía ayudarme a guardarlas. Le pedí que llevara el rollo de papel higiénico al baño y que lo dejara en el escusado.
El niño fue muy contento a hacer lo que le pedí, pero un par de horas después, cuando entré al cuarto de baño, me llevé una sorpresa: el rollo de papel estaba flotando dentro de la taza del escusado.
Rachel Watkeys Dowie, Reino Unido
Dos agentes de policía visitaron la guardería a la que asiste mi nieta, de cuatro años, para dar una charla a los niños sobre la importancia de decir la verdad. Al terminar, el presentador les preguntó a los pequeños si querían comentar algo.
Mi nieta alzó la mano y, en tono de confesión, dijo:
—Anoche me hice pipí en la cama.
Valarie Alderson, Canadá
¡Qué hazaña!
Mi nieto de seis años juega hockey, y cierta vez el entrenador lo puso de portero. Por lo que supe, no le fue muy bien, así que cuando fue de visita a mi casa poco tiempo después, quise saber cómo se sentía:
—¿Es cierto que te anotaron 18 goles y perdieron?
—Sí, abuelita —contestó—, ¡pero paré todos los demás!
Paula Hahn, Canadá
Descubre por qué no debes quedarte sentado más de lo necesario.
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