¿Quiénes viven en las costas rocosas?
Cuando baja la marea, suelen verse en las rocas del litoral anchas franjas horizontales de varios colores; cada banda representa una comunidad distinta de seres vivos con diferente capacidad para resistir la exposición al aire. Los líquenes viven en la parte más alta, sólo humedecida por las salpicaduras de las olas; por debajo, cerca del límite superior del agua, suele haber una franja de algas azulverdes. Entre los escasos animales que habitan en esta zona, húmeda pero descubierta, se encuentran algunos insectos terrestres y ciertas variedades de pequeños caracoles marinos, llamados litorinas, capaces de respirar aire.
Debajo de esta región se encuentra la zona de mareas, expuesta alternativamente al aire y al mar. Los animales más característicos de ella son los balanos o bellotas de mar que se incrustan en la roca formando una costra blanquecina; con ellos coexisten los fucos o algas pardas acintadas o ramificadas. Donde más abunda la fauna y la flora es en la zona inferior, que sólo queda al descubierto durante las mareas más bajas. Allí proliferan marañas de laminarias y otras algas que proporcionan refugio a las estrellas y erizos de mar, cangrejos y multitud de otros animales. Más allá está el reino de las criaturas de alta mar.
¿Cómo pueden sobrevivir los animales en las rompientes?
Las olas que se estrellan contra las costas rocosas representan una amenaza para todos los seres que allí habitan. Los procedimientos más comunes a que recurren para sobrevivir son ocultarse donde no les lleguen las rompientes o aferrarse con fuerza a las rocas. Muchos animales se refugian bajo las rocas o en las hendiduras: algunos erizos de mar, por ejemplo, utilizan sus espinas para afianzarse en las cavidades donde se ocultan, mientras que los bivalvos y ciertos gusanos horadan agujeros en la roca más blanda.
Sin embargo, hay muchos más que recurren al procedimiento de aferrarse: las algas viven permanentemente fijas a la roca sujetas por unas proyecciones parecidas a raíces; los percebes se adhieren segregando una sustancia pegajosa sorprendentemente fuerte, y los mejillones emiten una serie de diminutos filamentos. Las ascidias, las esponjas y las anémonas de mar son también formas sésiles que pasan la vida ancladas al sustrato; en cambio las lapas, los caracoles y otros moluscos pueden desplazarse sujetándose a las rocas con su pie muscular que funciona como una ventosa.
Los porqués de la naturaleza