“¡Reader’s Digest salvó mi vida!”: 12 personas comparten sus historias
Lectores de Reader's Digest agradecidos recuerdan como nuestra revista recuperó sus diagnósticos, tratamientos, y –más importante– sus vidas.
En honor a los 100 años de Reader’s Digest, recordamos algunos de nuestros mejores momentos de las pasadas 10 décadas. Lectores agradecidos recuerdan como nuestra revista recuperó sus diagnósticos, tratamientos, y sus vidas.
Antes del Dr. Google, estaba el Dr. Reader’s Digest, “La principal fuente del público de información médica“, como la influencia del psicólogo de Duke, Kelly Brownell, llamó a Reader’s Digest en un estudio en el 2009. Efectivamente, millones de personas podrían leer uno de nuestros artículos de salud y entonces—cuando un misterioso síntoma levanta preguntas—recordar su consejo y estar alertado a actuar
A veces incluso son capaces de ayudar a informar a sus médicos. Cuando preguntamos a lectores cómo esta revista ha influenciado sus vidas, la respuesta incluía cuentos muy específicos y vívidos de cómo en sus palabras “Reader’s Digest salvó su vida“. Éstas son algunas de las historias que compartieron:
“Le grité a mi esposo, ‘¡Esto es lo que tengo!“ —Deborah Barber, de East Pharsalia, Nueva York, tras leer un artículo de abril del 2013 sobre un paciente siendo diagnosticado con acalasia. Esta condición causa una misteriosa indigestión insoportable y vómito en 1 de cada 10,000 personas .
Barber tuvo cirugía la siguiente semana. “Mi familia estaba asombrada de que descubrí de lo que estaba mal en la revista Reader’s Digest, tras años de ir a cinco médicos distintos“, dice.
“Estaba empezando a irme tras visitar a un amigo cuando su mamá corrió a nuestro coche. ‘Sólo quiero agradecerte de nuevo’, dijo. ‘¡Big Bob ha vivido 20 años más por ti!’” Fue por Reader’s Digest también.
Recuerdo el incidente como si hubiera sido ayer: Mi amigo y yo estábamos viendo la televisión en su sótano cuando escuchamos un ruido. Su papá se había caído y estaba murmurando incoherentemente. Su mamá no quería molestar al médico tan tarde, pero yo estaba pensando en que había leído sobre todos sus síntomas en una historia en Reader’s Digest sobre derrames.
Cuando mi amigo dijo que los estaba preocupando por nada, me cuestioné a mí misma—pero los síntomas seguían ahí. Su mamá finalmente llamó al médico, quién descubrió que la presión sanguínea de Bob estaba fuera de las gráficas. Mi consejo: “Apégate a lo que sientes. Era un derrame.”
Andrea Hess, Brunswick, Maine. (En 1994, la Asociación Nacional del Derrame dijo que nuestro artículo literalmente estaría salvando cientos de vidas.
“Los cigarros me estaban matando. Tenía tos crónica y nunca podía aclarar mi garganta. Cuando tuve un susto con un episodio del corazón, para calmarme fumé un cigarro. Loco ¿no?
Entonces llegó mi Reader’s Digest, con un artículo que sugería que para dejar de fumar, deberías respirar hondo, como si fumaras de un cigarro. ¡Funcionó! Lo dejé ese día. Estoy seguro de qué salvó mi vida.
Rita Chapman Black, Hanceville, Alabama
“Mi consejo de salud es reza y toma una Reader’s Digest.” Ayudó a los médicos de su madre a diagnosticar sus mini derrames al mostrarles un artículo que los animaba descubrir un fallo congénito en su corazón y realizar una cirugía que le salvaría la vida.
G.P.B. de Ooltewah, Tennessee.
Cuando mi esposo y yo nos casamos, él empezó a quejarse de sentirse confuso y tener un sabor metálico en su boca. Me encontré con un artículo en RD sobre la ‘confusión de pescado’, un envenenamiento a causa del mercurio por comer mucho pescado.
Tenía sentido. Su comida favorita era la ensalada de atún. Dejó de comer atún y su niebla se levantó. Odio pensar lo que podría haber pasado si no hubiera leído este artículo.
Jennifer Messeder, Lee, New Hampshire
Mis ojos tenían vasos sanguíneos rotos crónicamente. La piel en mis brazos se abría con el más pequeño golpe. Mi cabello se caía, y un pelo negro y tieso comenzó a crecer en mi cara, muslos y brazos. Verrugas cubrían mis dedos y los talones de mis pies. Comencé a subir de peso en una escala alarmante.
Me hicieron pruebas para la enfermedad de von Willebrand, un trastorno sanguíneo similar a la hemofilia. Negativo. Hicieron pruebas en mi tiroides. Negativo. Los síntomas continuaban apilándose. Tras 14 años había consultado a cinco médicos distintos. Todos ellos se quedaron perplejos.
Nuestra Reader’s Digest llegó en el correo, y mientras leí “Mal diagnosticado”, la historia en la portada sobre una mujer con la enfermedad de Cushing’s, supe que era yo. Mis síntomas eran los mismos. Fui directo a la oficina de mi médico y le di el artículo. Me dijo que Cushing era muy rara, y no creía que yo la tuviera.
Empecé a llorar, y mi médico dijo que no me haría daño hacer pruebas. Mis resultados volvieron. Tenía un tumor pituitario y Cushing, como la mujer en la historia. Tuve cirugía cerebral y ahora soy una mujer activa y saludable de 66 años. Gracias. Estaré agradecida siempre.
Deva Andrews, Thousand Oaks, California.
Nací en Pittsburgh en 1945 y los doctores no sabían porque me estaba muriendo. Mi mamá preguntó sobre el ‘bebé RH’ sobre el que leyó en Reader’s Digest. Ella sabía que era RH negativa, pero por alguna razón los doctores no lo sabían.
Cuando mis padres escucharon las noticias, involucraron a un médico que resultaba estar haciendo investigaciones con el factor RH, y ella me salvó. Mi madre siempre contó a todos la historia de cómo Reader’s Digest me salvó la vida. Soy supuestamente el bebe RH más viejo en el mundo.
Peggy Honts, Rockville, Maryland
Estaba embarazada con mi primer hijo y tenía dolores de cabeza terribles y nauseas. Mi ginecólogo no me podía ver hasta la siguiente semana, no podía buscar en Google mis síntomas porque fue antes del Internet.
Llamé a mi papá para contarle mis síntomas, y dijo, ‘acabo de leer un artículo en Reader’s Digest, y suena a que tienes toxemia o preeclampsia’. Mi papá hizo que fuera a emergencias. Lo hice y fui admitida con —redoble de tambores— preeclampsia. Casi me morí, pero en su lugar di a luz a un niño dos meses prematuro. Tuve otro hijo, una niña, que también nació prematura, por toxemia.
Si Reader’s Digest no hubiera impreso esa historia, mi papá no la hubiera leído, yo habría esperado una semana para buscar atención médica, y seguramente no estaría aquí para enviar este e-mail.
Leslie Bowman, Missoula, Montana
Vinieron pensamientos suicidas. Pero cuando leí tu historia, me dijiste que iban a terminar, escribió Michael a la editora Bunny Monday, cuya cuenta en primera persona sobre recuperarse de ataques de pánico se publicó en ediciones internacionales de Reader’s Digest. “Tu historia salió en 2018, pero me salvó en el 2020“, Ramírez le dijo. “Me diste coraje para enfrentar mis miedos“.
Michael Niño Ramirez of Quezon City, Philippines
“Milagrosamente, sus vías respiratorias se abrieron. Mi maravilloso hijo vivió. Y ahora es un doctor”, describiendo como su hijo de dos años se estaba ahogando cuando recordó leer sobre la nueva maniobra de Heimlich y “frenéticamente aplicó la técnica”.
Judy Hoopman de Fredericksburg, Texas
Yo tenía 11 meses. La bañera tenía sólo seis pulgadas de agua. Mi madre me dejó para calentar mi mamila y volvió para encontrarme bocabajo y azul. Recordó leer en Reader’s Digest que podías soplar aire en las víctimas de ahogamiento, lo cual hizo.
Una inmigrante reciente, se había suscrito para mejorar su inglés. Tras eso juró suscribirse durante el resto de su vida. Otra mujer salvó a su hijo en Sausalito, California, cuando recordó el mismo artículo ‘El día que mi hijo se ahogó, agosto 1958′.
Monika Kinstler, Manchester, Connecticut
Mi profesora nos leyó ‘Lo que los comerciales de cigarros no nos muestran‘. Es por un hombre de 44 años con cáncer de garganta por fumar. Él describe su horrible estancia en el hospital, el dolor de su esposa, el dolor de sus hijos, y la batalla por salvar su voz, la cual pierde junto con su laringe y faringe.
También describe la hermosa gente en los anuncios de fumadores en TV. Todas las personas en mi familia eran fumadoras. Yo no. Cada vez que quería fumar, volvía a leer el artículo. Muchos años después, enseñé biología y lo leí a mis estudiantes. Les dije, si alguna vez están tentados a fumar, recuerden lo que les leí.
Elise Vitow, Lawrence, New York
Tomado de rd.com “Reader’s Digest Saved My Life!”: 12 People Share Their Incredible Stories