El hipo es una serie de contracciones involuntarias del diafragma, un músculo ancho situado debajo de las costillas que ayuda a la función respiratoria.
Durante casi 2,400 años, los seres humanos han intercambiado remedios para el hipo.
En el diálogo platónico El Banquete, aparece un personaje que da este consejo a otro: “Aguanta la respiración… Luego, haz gárgaras con un poco de agua, y si [el hipo] persiste, hazte cosquillas en la nariz con algo y estornuda”.
Muchos siglos después, recurrir a esa cura es tan eficaz como hacer cualquier otra cosa, afirman los investigadores.
A menos que los espasmos duren más de 48 horas —un trastorno poco frecuente pero que representa un riesgo para la salud al interferir en la alimentación y el sueño—, el hipo en realidad no requiere tratamiento. Sin embargo, si investigas cómo se puede acabar con él, encontrarás todo tipo de remedios caseros extraños y maravillosos, desde jalarte la lengua, hasta comer un pepinillo mientras permaneces tendido de espaldas.
Muy pocos de esos métodos se han probado clínicamente, pero algunos adquieren más sentido que otros cuando se tiene presente la anatomía humana. Por ejemplo, el nervio vago, que va desde el tronco del encéfalo hasta el abdomen, al parecer desencadena el hipo cuando se irrita.
Si distraes ese nervio con otro estímulo, puedes detener el proceso, al menos en teoría. Es por eso que hacerte cosquillas en el paladar o pedirle a alguien que te asuste podría quitarte el hipo.
Debes de consumir una cucharada completa, si no te gusta la idea prueba con miel de abeja. El sabor dulce calmará el nervio que desata el hipo.
Disuelve una cucharada en un vaso de agua (200 ml). Bébelo a sorbos. El sabor amargo del vinagre manda una señal al diafragma para que detenga sus contracciones.
Bebé rápido el jugo de un limón, su sabor abrumará los nervios irritados y logrará que el hipo desaparezca.
Las bajas temperaturas pasman el diafragma y lo dejan en reposo.
Cuando el nervio vago del canal auditivo se “obstruye”, el cuerpo envía una señal de alerta al diafragma para que el hipo desaparezca.
Es una de las técnicas más conocidas y eficaces. Al dejar de respirar por unos segundos aumenta la cantidad de dióxido de carbono en el torrente sanguíneo.
“El mantener la respiración afecta el centro respiratorio situado en el tronco del encéfalo”, dice el doctor Mark Fox, quien mientras trabajaba en el hospital de la Universidad de Zúrich, en Suiza, publicó una revisión de los tratamientos farmacológicos para el hipo junto con dos colegas.
“Supongo que esto sobrecarga el circuito anormal que subyace al hipo”. Uno expulsa dióxido de carbono al exhalar, así que contener la respiración (como mencionó Platón) o respirar con la cabeza metida en una bolsa de papel, atrapando el CO2, podría dar resultado.
En cuanto a las técnicas más teatrales, como tomar vino a través de una servilleta o beber sorbos de agua mientras se muerde un palillo, Fox menciona la tira cómica Calvin y Hobbes, la cual sugiere que algunos remedios fueron inventados exclusivamente para la diversión de los amigos del paciente.
¿Has probado alguno de estos métodos? ¿Te han dado resultado? ¿Tienes algún remedio que sirva?
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