Apoya en la pared talones, glúteos, omóplatos, hombros y nuca y mantén los brazos adosados a los costados.
Sin variar la posición, levanta los brazos hasta adosarlos a la pared, aspirando profundamente mientras los elevas y estiras y cuentas hasta llegar a 6.
Baja los brazos, pasándolos por la pared, sin separarte de ella ni sacar el vientre, espirando todo el aire a la vez hasta notar sensación de vacío en la caja torácica; vigila que la región lumbar no haga puente. Repite 8 veces.
El organismo humano no está hecho para vivir encerrado entre paredes de cemento. La falta de aire puro puede acarrearle dolor de cabeza y restarle facultades.
Por el contrario, la vida al aire libre fortifica y da agudeza mental. Conviene aprovechar cuantas ocasiones nos sean posibles para liberarnos de la atmósfera cargada de las ciudades y pasearnos por el campo.
Es ideal pasar unos días en la montaña. Y como mínimo, procuremos tener la casa bien ventilada: es una norma higiénica imprescindible.
Los pulmones son los elementos básicos del aparato respiratorio. Su superficie exterior es lisa y brillante, debido a que la recubre una capa muy fina denominada pleura.
El tejido interior es esponjoso y está formado por una enorme cantidad de alveolos. Estos se comunican con los bronquios y la tráquea, y son capaces de hincharse y deshincharse de aire con cada movimiento respiratorio.
En la respiración pulmonar se distinguen dos fases: la inspiración y la espiración. La primera se realiza cuando la caja torácica se ensancha, dilatación que permite que el aire penetre en las vías respiratorias y llegue a los pulmones.
La espiración es la fase inversa: se produce cuando la caja torácica se comprime, lo que obliga a expulsar el aire de los pulmones al exterior del organismo a través de las vías respiratorias.
El aire inspirado circula por las vías respiratorios, entra en los alveolos pulmonares y los hincha en mayor o menor medida.
El oxígeno del alveolo atraviesa la membrana alveolar y la capilar, penetra en los glóbulos rojos de la sangre y se fija en la hemoglobina de estos. El dióxido de carbono (CO2) sigue el camino inverso y es expulsado por la espiración.
El proceso más importante de la respiración no es el que se realiza en los pulmones, sino el intercambio de gases que se produce en todas las células del cuerpo.
El corazón reparte la sangre cargada de oxígeno (sangre arterial) por la red vascular. Cuando el glóbulo rojo llega al interior del capilar, el oxígeno pasa a la célula.
A su vez, el CO2 del interior de la célula sigue el camino inverso. La sangre cargada de CO2 (sangre venosa) se dirigirá de nuevo a los pulmones para dejar este y enriquecerse de oxígeno, recomenzando el ciclo.
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