La risa, remedio infalible: Respuestas de tres grandes militares
La recepcionista de un importante despacho de abogados atiende una llamada telefónica un día después del inesperado fallecimiento...
La recepcionista de un importante despacho de abogados atiende una llamada telefónica un día después del inesperado fallecimiento del socio principal.
—Perdone, ¿se encuentra el señor Smith? —pregunta una clienta.
—Lamento muchísimo tener que decirle esto, pero el señor Smith falleció anoche —le responde la empleada en tono afligido.
—¿Me puede comunicar con el señor Smith? —repite la clienta.
Perpleja, la recepcionista dice:
—Tal vez no me expliqué bien. El señor Smith falleció anoche.
—Por favor, comuníqueme con el señor Smith— insiste la mujer.
—Señora, ¿no entiende usted lo que le estoy diciendo? —replica, ya exasperada, la recepcionista—. ¡El señor Smith murió anoche!
—Entiendo perfectamente lo que me dice —contesta la clienta, con un suspiro de alegría—. Lo que pasa es que ¡no me canso de oírlo!
Tomado de Internet
Respuestas de tres grandes militares de la historia
¿Cuánto estrés le provoca dirigir una guerra?
“A decir verdad, duermo como un bebé… Cada dos horas despierto soltando chillidos”.
General Colin Powell (Guerra de Irak)
Cuando el enemigo atacó, ustedes se replegaron. ¿Por qué?
“No estábamos retrocediendo, sino avanzando en otra dirección”.
General de División Oliver P. Smith (Guerra de Corea)
¿Tiene usted algún consejo para sus oficiales novatos?
“Jamás interrumpan al enemigo cuando esté cometiendo un error”.
Napoleón Bonaparte
Según diversos estudios, el principal temor de la gente es hablar en público, y el segundo, la muerte. Para la mayoría de las personas esto significa que, si asisten a un velorio, preferirían estar dentro del ataúd, y no pronunciando unas palabras en recuerdo del difunto.
Jerry Seinfeld, comediante
¿Quieren saber cómo sé que ya soy una adulta hecha y derecha? Bueno, pues el otro día subí a un autobús y noté que la conductora era mucho más joven que yo. Pensé en hacerle un montón de preguntas, como “¿En qué año naciste?” y “¿Sabes conducir?”, pero lo único que salió de mi boca, en un tono bajo e intimidante, fue esto:
—¿Cómo diablos conseguiste este empleo?
Sara Hennessey, comediante
Una niña pequeña contesta el teléfono de su casa y oye la voz de un hombre que le dice:
—Hola, cariño, soy tu papá. ¿Está por allí tu mamá?
—No, papi, está arriba encerrada en su cuarto, con mi tío Paul.
—¡¿Cómo? Pero si tú no tienes ningún tío Paul!
—Claro que sí. En este momento está arriba con mi mamá.
Tras guardar silencio unos instantes, el hombre le dice a la niña:
—Escucha: quiero que subas corriendo a la habitación, golpees la puerta y grites que el auto de tu papá acaba de entrar al garaje.
Varios minutos después, la niña regresa y toma la bocina.
—¿Qué pasó, querida? —pregunta el hombre con voz ansiosa.
—Pues mi mamá saltó de la cama, desnuda, tropezó con el tapete, se golpeó la cabeza con el tocador y ya no se mueve.
—¡Ay, Dios! ¿Y qué fue lo que hizo tu tío Paul?
—Saltó a la piscina desde la ventana y se golpeó contra el fondo… Creo que está muerto.
—¿Piscina? —repite el hombre—. ¿Estoy hablando al 660 7975?
—No —contesta la niña, desconcertada—. Creo que se equivocó de número, señor.
Enviado porLee Hall, Reino Unido