Risas: Buena táctica
Buena táctica El conductor de un auto de repente cae en una zanja, pero, por fortuna para él, hay un granjero cerca que se ofrece a ayudarlo. Engancha el coche a su caballo, Bruno,...
Buena táctica
El conductor de un auto de repente cae en una zanja, pero, por fortuna para él, hay un granjero cerca que se ofrece a ayudarlo. Engancha el coche a su caballo, Bruno, y ordena:
—¡Jala, Lucero, jala!
Bruno permanece inmóvil.
—¡Jala, Rayo, jala! —vuelve a decir el granjero, pero Bruno no se mueve ni un centímetro.
—¡Jala, Coco, jala!
El caballo sigue en su sitio.
Entonces el granjero grita:
—¡Jala, Bruno, jala!
Haciendo un gran esfuerzo, el animal saca el vehículo de la zanja. Lleno de curiosidad, el conductor le pregunta al granjero por qué le dio órdenes usando varios nombres.
—Es que Bruno está ciego —explica el granjero—, y si pensara que es el único animal que está jalando, ni siquiera intentaría moverse.
En el supermercado, una mujer camina detrás de un abuelo y su malcriado nieto, de unos tres años. A leguas se nota que el anciano está harto del niño, quien le pide a gritos que le compre todo lo que ve en los pasillos: caramelos, galletas, frutas, cajas de cereal, paletas y refrescos.
Aun así, mientras empuja el carrito por los pasillos, el abuelo va diciendo en voz alta:
—Tranquilo, William. No tardaremos mucho. Calma, muchacho.
El pequeño hace otra rabieta, y la mujer oye decir al anciano:
—Está bien, William. Sólo un par de minutos más y saldremos de aquí. Aguanta, muchacho.
Ya en la caja, el niño empieza a arrojar cosas fuera del carrito, y el abuelo vuelve a decir en un tono de voz lleno de control:
—William, cálmate. No te enojes. Estaremos en casa en cinco minutos. Tranquilo, amigo.
Sumamente impresionada por lo que ha visto y oído, la mujer sale del supermercado y se acerca al auto del abuelo, quien coloca las compras dentro del maletero y al niño en su asiento.
—Sé que no es de mi incumbencia —dice la mujer—, pero admiro cómo se comportó usted allí dentro. Todo el tiempo mantuvo la compostura, y sin importar las pataletas y los gritos de su nieto, le repetía en tono calmado que todo estaría bien. William es muy afortunado por tener un abuelo así.
—Gracias —le dice el anciano—, pero William soy yo. Este diablillo latoso se llama Kevin.
Miguel Campiglia, Australia
Un niño pequeño está revisando el álbum de fotos de su familia, y al ver una imagen en particular, alza la cabeza y le pregunta a su madre:
—¿Quién es este joven lleno de músculos y con tanto pelo?
—Es tu papá —contesta ella.
—Entonces, ¿quién es el señor viejo, gordo y calvo que vive ahora con nosotros?
Susan Magill, Australia