¿Romper caparazones y huevos con piedras?
La nutria marina es uno de los animales más interesantes del mundo; observar su comportamiento es todo un placer. Vive en las costas nororientales del Pacífico y casi no sale del agua, ni siquiera...
La nutria marina es uno de los animales más interesantes del mundo; observar su comportamiento es todo un placer. Vive en las costas nororientales del Pacífico y casi no sale del agua, ni siquiera para parir o dormir. A veces, cuando descansa, se ancla por medio de cordones de algas, para evitar que la arrastre la corriente. Su plato favorito son los mariscos, como el erizo de mar. Pero antes de comerse a uno, debe quitarle las venenosas espinas que posee en la parte ventral. Para lograrlo, lo envuelve en algas y después le rompe las espinas con ayuda de las patas. Finalmente, puede comérselo sin mayor dificultad.
Otros mariscos, como la almeja, tienen un caparazón muy duro, y para romperlo el depredador necesita emplear técnicas distintas. Después de haber atrapado a su presa, la nutria recoge una piedra del fondo del mar y nada hasta la superficie con ella bajo el brazo y con la almeja asida a una de sus patas. Entonces, mientras flota boca arriba, la nutria se coloca la piedra en el pecho y golpea contra ella a la almeja, que así está lista para la mesa. Cuando la nutria encuentra una buena piedra, siempre la lleva bajo el brazo. Si la pierde, busca otra que se le parezca, para lo cual tal vez tenga que desechar muchas.
El alimoche, un ave de rapiña parecida al buitre, también es un cazador experto en destrozar caparazones, pero él se ocupa por lo general de presas más grandes, como el avestruz. Para lograr su cometido, recoge una piedra grande y la deja caer sobre el gigantesco huevo de su víctima, una y otra vez. Roto el grueso y duro cascarón, el alimoche devora su suculento contenido y se da un festín digno de Heliogábalo.
La hormiga tejedora debe su nombre al hábito de enrollar las hojas y unirlas mediante una aparente labor de “crochet” para construir los nidos. Un nombre más apropiado sería el de “hormiga pegajosa”, ya que las hojas con las que construye los nidos no están tejidas sino pegadas con una especie de goma.
Mientras algunas hormigas de la colonia unen con las mandíbulas y las patas los bordes de dos hojas arqueadas, otras aplican el pegamento a lo largo de la unión. No son las tejedoras adultas las que producen este pegamento, sino las larvas, y sólo si las estrujan. En consecuencia, para aplicar el pegamento, una hormiga adulta oprime el abdomen de una larva, que se queda inmóvil, pues no sufre daño alguno ni se da cuenta de que la están utilizando como si fuera un tubo de pegamento.
Otro ejemplo de manipulación de herramientas vivientes es un comportamiento típico de las aves conocido como “desparasitación”. El estornino europeo, por ejemplo, ocasionalmente recoge hormigas con el pico y las restriega contra sus plumas. Estos insectos producen ácido fórmico, como defensa ante lo que para ellos es un ataque, y se cree que el líquido actúa como insecticida que ayuda al ave a librarse de los parásitos, como los piojos. Algunos pájaros incluso se sientan sobre un hormiguero, con las alas abiertas y las plumas esponjadas, mientras las hormigas les lanzan el preciado ácido. Tal vez unas 200 especies de aves utilizan a las hormigas de esta manera. El cangrejo Calappa también usa herramientas vivientes: lleva pequeñas anémonas en sus tenazas, para que le sirvan como armas urticantes.
El sorprendente comportamiento de estos organismos es el resultado de millones de años de selección natural, más que de sus “brillantes ideas”.