Sazonar para reducir la ingesta de sal
Comer demasiado sal plantea riesgo de desarrollar hipertensión, cardiopatía y accidente cerebrovascular, enfermedades típicas de la actualidad.
Comer demasiado sal plantea riesgo de desarrollar hipertensión, cardiopatía y accidente cerebrovascular, enfermedades típicas de la actualidad.
¿Puede la comida sazonada reducir la ingesta diaria de sal? Sí, según un estudio publicado en Hypertension, que muestra que ingerir comida sazonada puede hacer que el cerebro desee menos la sal. Nuestro cuerpo necesita un poco de sodio para estar sano, pero muchas personas consumen demasiado. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades dicen que comer demasiado sodio plantea riesgo de desarrollar hipertensión, cardiopatía y accidente cerebrovascular.
Los estudios ahora descubrieron que disfrutar de la comida sazonada puede reducir considerablemente la preferencia personal por la sal, la ingesta diaria de sal y la presión arterial, porque modifica el procesamiento del sabor salado en el cerebro.
La chef Jen Welper de Bienestar Ejecutivo de Mayo Clinic dice que introducir otros sabores en la comida puede reducir aún más la ingesta de sal.
La quesadilla con verduras preparada por Welper ofrece muchos sabores, aunque la receta apenas requiere una pizca de sal, quien nos comenta que “Se abusa totalmente de la sal”. Sin embargo, eso tiene fácil arreglo, “Disminuye el contenido de sal. Compra cosas con menos sal y luego empieza desde cero y ve subiendo”, explica la chef.
Aparte de la sal, las papilas gustativas perciben el dulce, el agrio, lo amargo y el umami (conocido como el quinto sabor básico), que tiene un gusto sabroso. “Si se puede llegar a todo, se obtiene una explosión de sabor”, añade Jen.
Todo lo demás puede, en realidad, resaltar la sal ya presente en el plato. “Igual que el jugo de lima o limón, todo tipo de vinagre realmente resalta el sabor salado y permite usar mucho menos sal”, nos explica antes de señalar que cuando la comida esté servida en la mesa, primero forma el hábito de probarla, antes de agitar el salero.