Hasta hace poco, todo el mundo suponía que un paciente inconsciente por la anestesia general no se daba cuenta de nada de lo que ocurría en la sala de operaciones, pero se ha podido comprobar que no es así.
Henry Bennett, un psicólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de California, y otros investigadores han descubierto que los pacientes anestesiados pueden oír lo que se dice a su alrededor, por lo que recomiendan a los médicos que tengan cuidado con los comentarios que hacen en el quirófano.
El que un médico manifieste, por ejemplo, que la operación no está resultando bien, puede asustar al enfermo y retardar su recuperación; en cambio, una sugerencia alentadora puede ayudarle.
¿Qué pruebas hay de todo esto? Durante un estudio se puso en la sala de operaciones una grabación pidiendo a los pacientes que si habían podido escuchar ese mensaje lo demostraran tocándose las orejas en el transcurso de una entrevista que se efectuaría un día o dos después de la operación.
Durante la entrevista los pacientes hicieron exactamente lo que se les pidió, aunque ninguno recordaba conscientemente haber oído la grabación.
Otro estudio consistió en decirles a los pacientes a quienes se estaba operando de la columna, mientras estaban inconscientes, que no tendrían dificultad para orinar posteriormente (lo que a veces constituye un problema en este tipo de operaciones), y no la tuvieron.
¿Qué son las clínicas del dolor?
Aunque uno se sienta muy mal cuando sufre un dolor agudo, por lo menos sabe que pasará y que el médico terminará curando el dolor y la causa que lo produce.
Pero el dolor crónico es otra cosa; puede afectar cualquier parte del cuerpo, persiste durante meses o años a pesar de todos los esfuerzos que se hagan por aliviarlo, muchas veces no se sabe con certeza su origen, y el desgaste físico y emocional que produce termina por deshacer la vida de los millones de personas que lo sufren y de sus familiares.
Para tratar de ayudar a toda esta gente se han abierto en distintas partes del mundo lo que se llama clínicas del dolor.
Estas clínicas están afiliadas generalmente a hospitales o institutos de investigación y cuentan con los servicios de diversos especialistas, entre ellos neurólogos, ortopedistas, terapeutas físicos y psiquiatras.
Aunque los médicos de estas clínicas no rehuyen la prescripción de analgésicos, se centran más en otros tipos de tratamientos, ya que sus pacientes suelen estar saturados de los medicamentos para calmar el dolor que han estado tomando antes de recurrir a la clínica.
Entre las técnicas que emplean se cuentan la hipnosis, la relajación y la psicoterapia. A veces hacen uso de la estimulación eléctrica de los nervios a través de la piel, producida por un generador de pilas que va adherido a la zona de donde proviene el dolor y que el paciente puede controlar.
Un método similar es la estimulación del cerebro mediante electrodos implantados en él, que el paciente activa con un transmisor manual.