¿Se distinguieron en la lucha?
¿Se distinguieron en la lucha? A otras mujeres la tradición les dio un nombre que recordaba sus heroicas actuaciones. Este fue el caso de dos desconocidas de clase humilde, pero defensoras convencidas de la...
¿Se distinguieron en la lucha?
A otras mujeres la tradición les dio un nombre que recordaba sus heroicas actuaciones. Este fue el caso de dos desconocidas de clase humilde, pero defensoras convencidas de la causa de la libertad.
María Soto La Marina se destacó en los hechos de armas del río del cual tomó su nombre, ubicado en el estado de Tamaulipas. El general Francisco Javier Mina había dispuesto el encuentro con los realistas, pero no había tomado en consideración a otro enemigo poderosísimo: la sed. La infantería de Fernando VII resguardaba el río impidiendo que cualquiera se acercase al agua. Los insurgentes contraatacaban en medio de un sol inclemente, y desfallecían de sed.
En eso, una mujer del pueblo que percibió el tormento de los esforzados libertadores abandonó su lugar a salvo en el fuerte y atravesó, decidida, la línea de fuego. Sin amilanarse ante el riesgo que corría, y en medio del diluvio de balas, muchas veces cruzó las líneas transportando el agua que tanto bien hacía a los seguidores de Mina. Asombrosamente, “María”, como la llamaron, no sufrió daño alguno y alcanzó a dar agua a todo el ejército insurgente.
Caso parecido es el de la “Serrana de Dolores”, hija del pueblo cuya providencial ayuda salvó la vida del general Vicente Guerrero. El gran caudillo se había internado en las Cumbres de Dolores, una parte de la cresta principal de la Sierra Madre del Sur, en el estado de Guerrero. Sin rumbo ni plan determinados, iba huyendo de los realistas, después del desastre de la Batalla de Cóporo: sólo lo sostenía la determinación libertaria. Estaba casi perdido, confundido y hambriento cuando le salió al paso una india que al instante reconoció la grandeza del caballero, que la saludó reverente. La Serrana lo condujo a una cabaña, donde el patriota reposó y se alimentó, y donde ella lo cuidó maternalmente, pues en lo que él defendía estaba cifrada su esperanza de libertad. Ya repuesto el insurgente, la Serrana le entregó los pocos instrumentos de guerra que atesoraba para su propia defensa: “un cuchillo viejo, pero de buen filo, un trabuco [escopeta antigua], dos arrobas de balas [23 kg], y una regular cantidad de pólvora”. Pertrechado y con buena guía, el General pudo continuar el camino de la liberación.
En la época en que Agustín de Iturbide apoyaba a los realistas, percibió al punto el peligro que representaba para éstos la fuerza femenina en el lado insurgente. Por eso, mientras operaba en el Bajío, mandó fusilar a un gran número de mujeres porque “eran agentes de los insurrectos”. Mas no por ello dejaron las mujeres de contribuir a la Independencia.
¿Mujeres como ella no deben morir?
Los archivos registran también el nombre de “la Heroína de Huichapan”, del estado de Hidalgo. Altagracia Mercado, en cuanto se enteró del llamado a la libertad, formó un ejército con su propio peculio y lo encabezó ella misma. Aunque varias veces derrotó a los realistas, en un encuentro desafortunado su ejército sufrió tantas bajas que los pocos sobrevivientes se dispersaron. La derrota era inevitable, pero ella continuó luchando y, sola, resistió con admirable valentía, hasta que la capturó el enemigo. El valor femenino causó tanto asombro a los jefes españoles que ordenaron que no fuera fusilada ?como era la costumbre? sino puesta en libertad, porque, dijeron, “mujeres como ella no deben morir”.
Capítulos olvidados de la historia