Cocinar arroz parece una tarea sencilla, pero quienes lo preparan con frecuencia saben que lograr que los granos queden sueltos, sin que se peguen o se pasen, puede ser todo un arte. En especial si se busca una textura perfecta, sin renunciar al sabor ni a los beneficios nutricionales. Un truco casero, recomendado por chefs y respaldado por la ciencia, puede marcar la diferencia: agregar vinagre blanco al agua de cocción.
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Aunque parezca una curiosidad culinaria, este método tiene bases científicas. Según el portal especializado The Kitchn, el vinagre contiene ácido acético, un compuesto que interactúa con el almidón del arroz y ralentiza su gelatinización, evitando que los granos se peguen. El resultado: un arroz más ligero, esponjoso y con los granos bien separados, ideal tanto para platillos cotidianos como para recetas más elaboradas.
En la gastronomía japonesa, esta técnica es fundamental en la preparación del sushi. Allí se utiliza vinagre no solo por su sabor, sino por su capacidad de preservar la textura del arroz y prolongar su frescura. Pero sus beneficios no terminan en la cocina.
La Escuela de Salud Pública de Harvard destaca que el ácido acético tiene propiedades metabólicas interesantes. Entre ellas:
Mejora la sensibilidad a la insulina, lo que puede ayudar a controlar el azúcar en sangre.
Reduce los picos de glucosa después de las comidas, ideal para personas con diabetes tipo 2 o resistencia a la insulina.
Prolonga la sensación de saciedad, lo que favorece el control del peso corporal.
Para obtener estos beneficios, basta con añadir entre una y dos cucharaditas de vinagre blanco o de manzana por cada taza de arroz crudo. Se recomienda enjuagar el arroz antes de cocinarlo, cocinarlo con la olla tapada y dejarlo reposar de cinco a diez minutos una vez cocido para mejorar la textura.
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Además de hacer que el arroz no se pegue, el vinagre actúa como conservante natural. Su capacidad para reducir el pH del medio hace que se cree un entorno menos favorable para el crecimiento de bacterias, lo que prolonga la vida útil del arroz cocido, algo especialmente útil para quienes preparan grandes cantidades y desean refrigerar porciones.
Si bien el truco del vinagre funciona tanto con arroz blanco como con integral, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) recomienda elegir el segundo por sus mayores beneficios nutricionales. A diferencia del blanco, el arroz integral conserva el salvado y el germen, lo que se traduce en:
Mayor aporte de vitaminas del complejo B, calcio, fósforo y antioxidantes.
Más fibra dietética, lo que favorece una digestión más lenta y sostenida.
Un índice glucémico más bajo (alrededor de 50 frente a 70 del blanco), ideal para controlar la glucosa en sangre.
Más energía y mejor capacidad de saciar el apetito.
La FAO también señala que consumir granos enteros, como el arroz integral, mejora la calidad de la dieta y reduce el riesgo de enfermedades no transmisibles, como la diabetes o las cardiovasculares.
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Incorporar vinagre al cocinar arroz puede parecer un gesto mínimo, pero sus efectos en la textura, conservación y salud metabólica son notables. Es una técnica sencilla, de bajo costo y con respaldo científico que puede mejorar tus comidas y tu bienestar general. Y si además eliges arroz integral, estás sumando aún más beneficios a tu salud.