Secretos que tu tipo de sangre revelan sobre ti
Tu tipo de sangre podría ser una ventana a tu salud. Desde una enfermedad cardíaca a derrames o algún tipo de cáncer, el tipo de sangre importa.
A menos que hayas donado sangre recientemente, podrías no pensar mucho sobre tu tipo de sangre. La presencia o ausencia de ciertas moléculas llamadas antígenos A o B, tanto como una proteína llamada factor Rh, determinan cual de los ocho tipos de sangre comunes corre por tus venas.
La Cruz Roja Americana nota que que estos tipos de sangre son: A+, A-, B+, B-, AB+, AB-, O+, or O-. Como sea, estos antígenos hacen una diferencia más allá de solo tu sangre, según un artículo publicado en Blood Transfusion en el 2013.
Pueden influenciar otras partes de tu cuerpo, incluyendo vasos sanguíneos, neuronas, y plaquetas, como resultado, tu tipo de sangre podría estar ligando a tu riesgo de desarrollar ciertas enfermedades.
Los tipos de sangre que no son O tienen de 25 a 30 por ciento más alto el nivel de proteínas que tapan las arterias conocidas como factor von Willebrand y factor VIII.
En parte, por esa diferencia, estos amigos también tienen un riesgo 15 por ciento más alto de morir por enfermedades cardíacas comparados con otras personas con otro tipo de sangre, según una investigación por BMC Medicine en el 2015.
Considerando que los tipo O tienen menores cantidades de proteínas que ayudan a la sangre a coagular, también son menos propensos a sufrir coágulos en la sangre. El lado malo de esto es que la coagulación de la sangre ayuda a prevenir el exceso de sangrado.
Dicho esto, hay muchas cosas que causan coágulos en la sangre. “No debería asumir que tener un tipo de sangre O significa que un individuo está ‘protegido’ o que un tipo A tiene un riesgo más alto”, dice Terry B. Gernsheimer, MD, un hematólogo y el director de the UW Medical Transfusion Service en Seattle Cancer Care Alliance en Washington.
Los tipo O podrían ser el tipo de sangre más común—y podría interferir con el embarazo. Como se publicó en el diario Human Reproduction, los tipo O fueron doblemente propensos a tener niveles de hormonas estimulantes de los folículos (FSH); los niveles eran lo suficientemente altos para indicar bajas reservas de ovarios—menos células para fertilización.
Otro estudio publicado en The Journal of Assisted Reproduction and Genetics descubrió que las mujeres con tipos de sangre O y A eran menos probables de experimentar IVF exitoso (i.e., resultando en nacimientos vivos) que aquellos con tipo B, cuyas probabilidades eran más altas.
Otro descubrimiento interesante por un estudio de The BMC Medicine ligó que ciertos tipos de sangre tienen un riesgo mayor a enfermedades cardíacas: los tipos que no son O (A, B, o AB) también tenían un riesgo incrementado de cánceres gástricos, posiblemente por la respuesta inflamatoria a la bacteria H. pylori. Las bacterias son una causa de las úlceras gástricas.
Por las diferencias en coagulación, los tipos A/B son más propensos a sufrir de trombosis venosa—un coágulo que se forma en las venas profundas de las piernas, ingles, o brazos (trombosis venosa profunda, o DVT), y puede romperse y viajar a los pulmones (embolismo pulmonar)—comparado con los tipos O, según un estudio publicado en el diario Blood Transfusion.
El estudio adicionalmente encontró que los tipos no O con trombofilia heredada, una condición donde la sangre se coagula anormalmente, elevó tres veces su riesgo.
Aunque AB es el tipo de sangre menos común, estudios publicados en el diario Neurology en el 2014 sugieren que las personas con AB son 82 por ciento más propensas que otras personas con otros tipos de sangre a desarrollar problemas cognitivos que podrían llevar a demencia más tarde en la vida.
Los autores del estudio creen que esto podría ser porque la sangre AB tiene los niveles del facto VIII más altos.
Las personas con tipo de sangre A o B tienen hasta 21% más riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 comparado con aquellos con tipo de sangre O, según un estudio publicado en el diario Diabetologia. Aquellos que era B+ tenían las probabilidades más altas.
Mientras que los investigadores notan que no se sabe exactamente por qué, una idea es que el tipo de sangre podría influenciar el microbioma GI, lo cual puede afectar el metabolismo de la glucosa e inflamación.
Quizá hayas escuchado a la gente hablar sobre la dieta del tipo de sangre, en donde comer y evitar ciertos alimentos basados en tu tipo de sangre pueden aumentar tu salud y reducir tu riesgo de enfermedades. Como sea, una reseña en el 2013 en The American Journal of Clinical Nutrition concluyó que no hay evidencia que pruebe que estos tipos de dietas funcionan realmente.
Otro estudio publicado en PLOS ONE encontró que aunque seguir una dieta así podría tener efectos positivos en algunos factores de riesgo cardiometabólicos, no tienen nada que ver con el tipo de sangre específico de alguien.
Hay una teoría de que tu tipo de sangre puede explicar por qué actúas de la manera qué lo haces. Mientras que eso no ha sido probado, un estudio japonés publicado en PLOS ONE descubrió que algunos rasgos de personalidad difieren entre grupos sanguíneos.
Las personas con tipo A, por ejemplo, fueron más altos en persistencia comparados con tipos B u O. Como sea, incluso los investigadores notaron que no existe suficiente información para probar la conexión. Hasta que sepamos más, parece que no puedes usar tu tipo de sangre como chivo expiatorio para tu comportamiento.
Ten en cuenta que la investigación que vincula el tipo de sangre y las condiciones de salud analiza estudios de población, por lo que solo puede encontrar una asociación entre estas dos cosas, no probar definitivamente que tu tipo de sangre es la causa de una condición específica.
“El riesgo para cualquier persona es multifactorial”, nota el Dr. Gernsheimer. Eso significa que tus hábitos diarios—lo que comes, tu nivel de actividad, cómo manejas el estrés, y tu historia familiar—hace una gran diferencia en tu riesgo individual.
Tu tipo de sangre ciertamente no sella tu destino cuando se trata de tu salud. “Es importante entender que los grupos sanguíneos también varían en diferentes grupos étnicos dependiendo de donde se asentaron durante las migraciones”, dice el Dr. Gernsheimer.
“Esas diferencias en las culturas podrían llevar a diferencias en la dieta y estilo de vida que afectará el riesgo más adelante”. Además, aunque hay muchas maneras en que tu tipo de sangre podría influenciar tu salud, el Dr. Gernsheimer dice que “no hay buena evidencia de que el estilo de vida de alguien debería ser alterado por ello”.
Tomado de thehealthy.com 9 Secrets Your Blood Type Reveals About You