Solo se preocupan por indagar sobre las características mecánicas o estéticas del coche y la seguridad queda de lado.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las lesiones causadas por accidentes de tránsito son la octava causa de muerte en el mundo, y la primera entre los jóvenes de 15 a 29 años; de hecho, 1.24 millones de personas pierden la vida anualmente debido a colisiones y atropellamientos.
En el caso de México, más de 16,000 personas perecen cada año debido a estos accidentes, los cuales son la principal causa de muerte entre niños de 5 a 14 años, ya sea por atropellamiento o por no usar un asiento infantil para auto durante el viaje.
Estos datos son un claro indicador de la importancia que debería tener el tema de la seguridad para todos los compradores de autos; sin embargo, muchos de ellos parecen ignorar —o simplemente no les interesa conocer— los dispositivos de seguridad activa y pasiva que podrían evitar que se sumaran a la lista anual de víctimas de accidentes letales.
Para que estés bien informado al respecto, a continuación describimos algunos de los dispositivos de seguridad más importantes disponibles en el mercado de vehículos actual.
Para empezar, conviene definir los términos seguridad activa y seguridad pasiva. El primero se refiere a los dispositivos y elementos que previenen situaciones de riesgo al conducir, las cuales surgen debido a factores imprevistos y en las que el conductor puede ser parcialmente responsable; por ejemplo, cuando comete un error de manejo por falta de pericia o por distracción.
Ejemplos de este tipo de dispositivos son el control de tracción, los frenos ABS, el control de estabilidad y la distribución electrónica de frenado (EBD, por sus siglas en inglés), entre muchos otros.
Por otro lado, la seguridad pasiva se refiere a los sistemas y dispositivos diseñados para reducir al mínimo los daños que pueden sufrir los ocupantes de un auto en una colisión.
Gracias a las asistencias de manejo de los coches y a la pericia de los conductores se evitan muchos accidentes; sin embargo, lo que más ayuda a reducir el número de lesionados y muertos en los accidentes viales es la innovación y el continuo desarrollo de sistemas reactivos de seguridad pasiva.
Desde su introducción en 1981, estas bolsas se han convertido en uno de los elementos fundamentales de la seguridad al volante, ya que reducen considerablemente las lesiones que podrían sufrir los ocupantes de un auto cuando choca a más de 30 kilómetros por hora.
El principio básico de la bolsa de aire es la absorción de la energía cinética del impacto mediante la amortiguación que produce el gas contenido en ella.
En el caso de la bolsa de aire frontal, tarde entre 5 y 20 milésimas de segundo en activarse por efecto de un impacto frontal u oblicuo (inferior a 30 grados respecto al eje longitudinal del auto).
Como la bolsa se infla a una velocidad que puede alcanzar los 250 kilómetros por hora, está totalmente llena de gas cuando el cuerpo de la persona choca contra ella, lo que disipa la fuerza del impacto y hace que se desinfle al instante.
El desarrollo de estos dispositivos ha permitido el diseño de bolsas con aplicaciones específicas, según el lugar donde se ubiquen.
Por ejemplo, hay bolsas laterales (se instalan en las portezuelas o en los costados de los asientos, y se despliegan en menos de tres milésimas de segundo por estar muy cerca del cuerpo del ocupante); windowbags, o bolsas de aire de cortina (suelen ubicarse en la parte interna del marco del coche y protegen específicamente la cabeza en caso de volcadura (se activan en unas 25 milésimas de segundo), y la bolsa de aire para las rodillas, que se adosa a la columna de la dirección y resguarda la parte baja de las piernas del conductor.
Uno de los principales avances en seguridad son las bolsas de aire inteligentes, cuyos sensores identifican diversos parámetros del conductor (entre ellos estatura, complexión, peso, posición exacta en el asiento y cercanía al volante) y determinan las características exactas del impacto —tipo, fuerza y ángulo— para hacer que las bolsas se desplieguen de forma progresiva; es decir, teniendo en cuenta esas variables.
Otra ventaja de estos dispositivos de última generación es que pueden distinguir entre un choque menor y un simple frenazo.
También determinan si el ocupante no lleva puesto el cinturón de seguridad; en caso de que sea así y ocurra una colisión, la bolsa de aire se activará aún más rápidamente, debido a que el usuario puede sufrir una lesión grave si se impacta contra la bolsa antes de que esté completamente inflada.
Según la Administración Nacional de Seguridad y Tránsito Vehicular de Estados Unidos (NHTSA, por sus siglas en inglés), el uso combinado del cinturón de seguridad y las bolsas de aire previene eficazmente las lesiones graves en la cabeza en 75 por ciento de los casos, y las lesiones graves de tórax en 66 por ciento.
El primer auto equipado con un cinturón de seguridad de tres puntos de anclaje se presentó al mundo en 1959, y desde entonces es el dispositivo de seguridad pasiva más extendido y de uso obligatorio en la mayoría de los países.
Para apreciar la importancia del cinturón de seguridad, basta señalar que, en una colisión, su uso reduce casi a la mitad el riesgo de muerte o de lesiones graves, de acuerdo con un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, de Estados Unidos.
Aunque a lo largo de las décadas se ha conservado la esencia de este dispositivo, se le han incorporado algunas innovaciones que mejoran su eficiencia, como el pretensor pirotécnico, que además de impedir el desplazamiento del ocupante, interviene en forma activa para aferrarlo al asiento en caso de una colisión.
El sistema actúa dando un tirón al cinturón, de modo que no quede ninguna holgura en el momento del impacto.
Por lo general el disparo de la bolsa de aire y el del pretensor se coordinan para que se produzcan con un intervalo mínimo (unas 10 milésimas de segundo), pues lo que se pretende es frenar primero el desplazamiento del ocupante con el cinturón, y luego amortiguar el impacto con la bolsa de aire.
Una de las innovaciones más recientes en este aspecto son los cinturones inflables, que combinan las bondades de los cinturones de seguridad ordinarios y las bolsas de aire; en este caso, se usan para reducir al mínimo las lesiones de los pasajeros que viajan en los extremos del asiento o asientos traseros.
Su funcionamiento es sencillo: las bolsas se insertan dentro del cinturón y, en caso de choque, se inflan a alta velocidad con gas comprimido frío.
Cuando un auto en movimiento se impacta contra un obstáculo rígido, la carrocería sufre una violenta desaceleración, cuyo efecto se intenta reducir con piezas y zonas de deformación programada en los extremos del vehículo a fin de evitar que los ocupantes reciban esa fuerza de manera directa.
Para lograr este propósito, los fabricantes deben integrar acertadamente las zonas deformables que absorben la energía del impacto con un habitáculo muy resistente para proteger a los ocupantes; por lo general, esa cabina se diseña formando una jaula de seguridad en torno a ellos, y emplea aceros de alta resistencia.
El objetivo final es asegurar que el habitáculo conserve su forma y estructura a pesar del impacto o la volcadura, evitando así que los ocupantes resulten heridos con piezas o elementos del propio coche, como la columna de la dirección, los pedales, el tablero, etcétera.
Actualmente, el principal reto de los fabricantes de autos es mitigar la fuerza de los golpes laterales, y para ello se valen de barras de protección en las portezuelas, bloques de poliuretano en el interior de ellas y componentes fabricados con acero endurecido en molde, todo lo cual ayuda a hacer menor el impacto final que reciben los ocupantes.
Una de las iniciativas más ambiciosas de los fabricantes es diseñar vehículos en los que el riesgo de lesiones sea el menor posible, tanto para los automovilistas como para los peatones.
Para ello, las diversas marcas se han concentrado en incluir elementos deformables en la defensa delantera, dejar la máxima distancia posible entre el cofre y el motor, y usar pasos de rueda deformables.
Uno de los avances más recientes e importantes que se han introducido en el mercado es la bolsa de aire para el peatón.
Funciona a entre 20 y 50 kilómetros por hora, y la activa una serie de sensores distribuidos en la defensa delantera que detectan cuando un peatón se impacta.
La bolsa de aire sale de debajo del cofre, se despliega y cubre la mayor parte del parabrisas para proteger la integridad del atropellado.
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