La influenza canina es un virus que ataca el tracto respiratorio de los perros. Es muy contagiosa, pues pasa de perro a perro mediante tos, estornudos, ladridos y la saliva presente en juguetes y tazones.
Si bien la influenza canina no es la misma que padecen los humanos y no es zoonótica (esto es, no puede contagiarnos), hay que cuidar a nuestras mascotas porque una epidemia de la misma se está extendiendo por Estados Unidos y Canadá.
Los perros pueden ser estoicos y ocultar muy bien que están enfermos, así que a veces es difícil detectarlo. La doctora Heather Dean, del Hospital Animal Colquitt en Georgia, dice: “Las infecciones pueden provocar enfermedades de ligeras a severas en los perros. Algunos pueden desarrollar infecciones bacterianas secundarias que causan enfermedades más severas e incluso neumonía”.
Y debido a que sus síntomas respiratorios son muy comunes, la infuenza canina puede lucir como otros padecimientos menos severos. Es importante detectar cambios abruptos o la aparición repentina de síntomas lo antes posible.
Un síntoma temprano de la influenza canina es una secreción nasal espesa, amarilla o verdosa. Mucho más que un lloriqueo, esta mucosa llega de repente y puede durar hasta tres semanas.
Aunque no es extraño que algunos perros se salten una ingesta, la falta de apetito también puede indicar una condición más severa.
Si la acompañan otros síntomas o conductas inusuales, sabes que tu perro nunca se salta comidas, o dura varios días, consulta al veterinario.
Además de relacionarse con el frío, son síntomas clásicos de fiebre o de escalofríos. Si tu mascota tiembla mucho pero no hace frío (y no es un chihuahua), es posible que tenga fiebre.
La influenza puede hacer que hasta el perro más alegre se sienta mal, y tu mejor amigo no es la excepción. Si tu usualmente ruidoso cachorro no quiere levantarse de su cama y no le interesan sus actividades rutinarias, podría estar enfermo.
Obsérvalo y si notas otros síntomas o conductas preocupantes, llama al veterinario.
La temperatura normal de un perro suele ir de 37 a 38 grados, así que una temperatura de 40 a 41 es fácil de notar. Cuando lo toques lo percibirás caliente, y sus encías pueden estar secas y pegajosas o color rosa brillante.
Nunca le des a tu perro antiinflamatorios para humanos, como ibuprofeno o acetaminofeno: pueden ser letales. Si crees que tu perro tiene fiebre, llama a tu veterinario antes de medicarlo.
De forma parecida a los humanos, los perros pueden mostrar una mirada vidriada cuando tienen fiebre. Si lo sospechas, llama al veterinario.
Una tos persistente es el más común de todos los síntomas de la infuenza canina. Este tipo de tos puede durar de 10 a 21 días.
No debe tratarse con jarabes para humano porque pueden dañar a tu perro: consulta al veterinario sobre el tratamiento correcto.
Al igual que en la influenza humana, la influenza canina provoca síntomas en las vías respiratorias superiores, incluyendo estornudos.
La secreción nasal correspondiente puede ser pegajosa y constante mientras dure la enfermedad.
Si crees que tu perro presenta síntomas de influenza canina, llama al veterinario y programa una cita. La doctora Dean recomienda dejar brevemente a tu perro en el auto mientras le informas a la recepcionista que ya llegaron.
“El veterinario quizá prefiera que el perro permanezca en el auto hasta que pueda entrar directamente al consultorio o se tomen algunas precauciones para evitar que la recepción se contamine e infecte a otros pacientes”.
Pide a la recepcionista que te llame al celular cuando estén listos para atender a tu perro, y quédate con él en el auto hasta ese momento.
Si no has vacunado a tu perro contra la influenza canina, evita los parques, los estilistas caninos y las guarderías para mascotas. Limpia su correa y todos sus juguetes.
También evalúa si la vacuna es necesaria: si tu mascota nunca sale de casa ni entra en contacto con otros perros, quizá no tengas que aplicársela porque el riesgo de contagio es muy bajo.
¿Has vacunado a tu perro contra la influenza? ¿Estás informado sobre este tema?
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