Si alguien debió suponerlo, era Margaret Keresteci: su empleo anterior consistía en recopilar estadísticas de lesiones para el Instituto Canadiense de Información sobre Salud. La mujer, radicada en Toronto, estaba muy consciente de los múltiples siniestros que ocurren en la temporada.
Sin embargo, una noche de invierno estaba tan impaciente por colocar las luces navideñas en el exterior de su hogar que sacó una escalera, subió hasta el último peldaño y se inclinó demasiado hacia un costado.
Cuando se percató de lo que había ocurrido, yacía en el suelo con ambas muñecas rotas y una herida en la cabeza. Su esposo y sus hijos no estaban en casa, por lo que, soportando un dolor atroz, pidió auxilio a sus vecinos llamando a la puerta con el codo.
Debido al golpe, Keresteci se lesionó permanentemente una muñeca. Su accidente puede describirse como la amalgama perfecta de los peligros navideños: decoraciones complejas, alto nivel de estrés, una agenda atiborrada. No es una sorpresa que, en general, haya más caídas de escaleras, más incendios accidentales y más intoxicación por alimentos justo antes y durante la temporada navideña que en cualquier otro momento del año.
La buena noticia es que la mayoría de estos incidentes pueden evitarse. A continuación, una guía para eludirlos.
El doctor Louis Francescutti, médico de la sala de urgencias del Hospital Royal Alexandra, en Edmonton, y profesor e investigador de lesiones en la Universidad de Alberta, dice que trata traumatismos como los de Keresteci todos los años.
“Quien esté de guardia en Navidad tendrá historias que contar”, asevera. Según el Instituto Canadiense de Información sobre Salud, las lesiones por este tipo de resbalones son tan comunes que entre 2015 y 2016, enviaron a más de 15,000 canadienses al hospital.
Si usas una escalera en exteriores, hazlo en el curso del día y retira la nieve o hielo que pudiera haber en el piso antes de colocarla. Sigue la norma de seguridad de la Asociación de Salud y Seguridad Infraestructural: nunca rebases el cuarto peldaño de arriba abajo y no subas ni bajes con carga.
Mejor coloca las luces y otros objetos en un balde y acércalo con una cuerda sin dejar de mantener contacto de tres puntos: una mano y ambos pies, o ambas manos y un pie. Además, asegúrate de que alguien sujete el aparato portátil.
El riesgo de padecer un infarto de miocardio se dispara en estos días. Parte del problema es que algunos de sus síntomas son similares a los de la indigestión (otra afección estacional) y mucha gente prefiere achacar el malestar a la gula que interrumpir un festejo e ir a la sala de urgencias.
“Si jamás has sufrido indigestión y de pronto empiezas a padecerla, no descartes que sea algo relacionado con el corazón”, advierte Beth Abramson, cardióloga y portavoz de la Fundación de Infartos y Eventos Cardiovasculares de Canadá, con sede en Toronto.
El clima tampoco ayuda. Las bajas temperaturas y quitar la nieve puede ser una combinación letal: el flujo de sangre al corazón se lentifica, pues el frío constriñe los vasos sanguíneos, mientras que, debido al esfuerzo físico, el músculo requiere más de este líquido, así como oxígeno. En tal caso, podría disminuir el abasto al órgano cuando más lo necesita: la fórmula perfecta para un ataque cardiaco.
“Al quitar la nieve con una pala e inhalar aire gélido, sobre todo si tienes sobrepeso y tu condición física es mala o presentas riesgo de cardiopatía, te estás exponiendo”, explica Abramson.
Las bebidas alcohólicas constituyen otra amenaza. “Consumir demasiadas en poco tiempo podría detonar el síndrome del corazón festivo: un ritmo cardiaco rápido e irregular, también conocido como fibrilación auricular”.
Ni siquiera los médicos pueden estar seguros, a simple vista, de si alguien está sufriendo un infarto. Si bien la presión en el pecho es el síntoma más común, un incidente de este tipo no tiene por qué ser tan dramático como se muestra en las películas de Hollywood.
“Se debe tomar muy en serio cualquier malestar repentino en el pecho, cuello, garganta, mandíbula o brazo; falta de aliento o náuseas sin motivo aparente”, detalla Abramson. Padecer presión o colesterol elevados, fumar, tener diabetes, sobrepeso o antecedentes familiares de cardiopatía aumentan el riesgo.
“Hay pruebas rápidas y sencillas que se realizan en una sala de urgencias con el propósito de confirmar si se está experimentando un infarto”, afirma Abramson. Ante la duda, no te arriesgues y ve directo al hospital.
Claro que los árboles de Navidad representan una amenaza, pero la mayor fuente de incendios domésticos, y por mucho, es la cocina. Ahí empezaron el 20 por ciento de los originados en Canadá en 2007, el último año del que se tiene registro. ¿Otros culpables? Las velas.
Las estadísticas sobre incendios recopiladas en Alberta correspondientes a las fiestas decembrinas (del 15 al 31) a lo largo de 5 años, entre 2005 y 2009, indican que los siniestros ocasionados por estas se duplicaron en relación con el resto del año.
Nunca dejes algo en una estufa encendida sin supervisión ni alumbres con velas una habitación en la que no se encuentra ninguna persona. Al prenderlas, mantenlas lejos del árbol y otros materiales inflamables, como el papel con el que se envuelven los regalos.
Cerciórate de que tus luces navideñas cumplan con las normas de seguridad y descarta aquellas cuyos casquillos estén rotos o que presenten cables dañados. Por último, asegúrate de regar tu árbol a diario.
Las expectativas son muy altas en estas fechas. Hay reuniones a las que asistir, obsequios por empacar, comida que preparar, decoraciones por poner, invitados que agasajar, y todo ello exige hacer filas, gastar dinero y apretar aún más una agenda repleta.
Un estudio efectuado por la Asociación Estadounidense de Psicología indicó que el estrés se incrementa en 38 por ciento de las personas en el transcurso de estos días feriados. ¡No eres el único!
Simplifica. No aceptes todas las invitaciones ni intentes ver a todo el mundo en el último mes del año. De lo contrario, te agotarás. No intentes maravillar a otros sirviendo cenas fastuosas, decorando de forma extravagante o comprando regalos costosos. La Navidad no debería tomarse como una competencia.
¿Otra idea útil? Empieza las compras con antelación. Lleva una lista actualizada, en tu cartera o teléfono, de las personas a las que deseas comprarles un regalo. Así puedes aprovechar las ofertas todo el año y ahorrarte la angustia de despilfarrar billetes.
Viniste, viste y bebiste. Si no estás acostumbrado a consumir alcohol en exceso, tu organismo va a pagar el precio de hacerlo: una fuerte resaca.
Las fiestas navideñas y las copas parecen ir de la mano. Catherine Hardman, directora ejecutiva de Alternativas para Cambiar, un centro de orientación sobre alcoholismo, farmacodependencia y ludopatía asentado en Stratford, Ontario, da estos consejos:
Según Ben Chapman, quien trabaja en la Red de Seguridad Alimentaria de la Universidad de Guelph en Ontario, “el pavo mal cocido es uno de los 10 productos que más enferma a la gente”.
No es solo este ingrediente: el relleno absorbe el jugo que contiene el ave, así que, igual que el resto del platillo, tiene que estar bien guisado.
El ponche de huevo casero también podría ser un foco de infección si se deja fuera del refrigerador mucho tiempo o si está hecho con huevos crudos, que pueden contener salmonela.
El doctor Francescutti está bastante familiarizado con los estragos que la comida puede ocasionar. “Una familia completa llegó con intoxicación alimentaria”, recuerda. “A todos se les tuvo que administrar suero intravenoso y solución hidratante”.
La Red de Seguridad Alimentaria aconseja cocer un pavo a una temperatura de 82 grados Celsius si está relleno y a 77 en caso contrario. Otra posibilidad es cocinar el relleno aparte. Sin embargo, relleno o no, siempre asálo a 160 grados. Nunca empieces a cocinarlo en un lugar para luego transportarlo a otro sitio y terminar el proceso allá.
Todas las Navidades, el doctor Francescutti atiende a pacientes que requieren puntos de sutura en las manos o dedos porque perdieron una feroz batalla contra los embalajes tipo almeja: esos que son de plástico duro y están termoformados alrededor del juguete, herramienta o producto que anhelas abrir.
“Suelen ser los papás los que tratan de romper la envoltura por sus hijos, en ocasiones sin mucho cuidado”, anota. Son ellos los más propensos a tomar utensilios poco aptos, como una navaja de bolsillo, para perforar al paquete, lo que provocará una herida cuando el envoltorio contrataque.
Francescutti recomienda que un adulto coloque el artículo sobre una superficie firme y que, con mucha diligencia, pase una cuchilla de cortar afilada por el borde del paquete, sin apuntarla hacia sí mismo. No metas el plástico con sus bordes cortantes en un cesto de basura que alguien pueda compactar con la mano después. Mejor revisa si puede reciclarse y ponlo en el cesto destinado a tal fin.
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