La artritis reumatoide (AR) es una afección que conlleva un proceso inflamatorio crónico. A este padecimiento se le suman potenciales complicaciones a nivel multiorgánico. La AR es la forma de Artritis Crónica más frecuente, pues afecta entre un 0,3 y un 1 por ciento de la población mundial.
Se sabe que el 50 por ciento de los pacientes con artritis reumatoide puede presentar Manifestaciones Extra-Articulares (MEA). Una de ellas es un mayor riesgo de que se presente un evento cardiovascular, así como otras complicaciones que pueden surgir en órganos como piel, ojos y pulmones.
La evidencia médica apunta a que quienes cuentan con tratamiento y que se encuentran en remisión o control de su enfermedad, reducen el riesgo de un evento cardiovascular en un 80 por ciento.
Además, también disminuye la incidencia de infarto al miocardio. De ahí la importancia de acceder al tratamiento oportunamente, ya que la presencia de comorbilidades asociadas en esta enfermedad crónica eleva la mortalidad considerablemente.
Se calcula que el riesgo de un evento cardiovascular en quienes padecen artritis reumatoide es del doble que el de las personas que no la padecen.
Por otro lado, el porcentaje de probabilidad de tener un ataque al corazón se eleva hasta un 60 por ciento después de uno a cuatro años de haber recibido el diagnóstico.
En las últimas décadas se ha encontrado que los pacientes con AR presentan mayor mortalidad cardiovascular. Ello obedece al desarrollo de aterogénesis acelerada, es decir, un conjunto de trastornos de las arterias en los que se muestra un engrosamiento y endurecimiento de la pared arterial como consecuencia de uno de los principales síntomas de la enfermedad: la inflamación.
Sobre esta inflamación se sabe que el sistema inmunológico tiene un papel clave en el ataque de células sanas del cuerpo al confundirlas con un agente externo.
Además de causar inflamación principalmente en las articulaciones y los tejidos que las rodean, la artritis reumatoide es considerada potencialmente discapacitante debido al dolor y la rigidez en las partes afectadas, lo que deriva en daño estructural irreversible.
Por ello, el objetivo principal del tratamiento es lograr la remisión, que se refiere al control de los síntomas y la detención de la progresión de la enfermedad, lo que incluye el alivio del dolor y la inflamación, así como la prevención del daño estructural en articulaciones y de las Manifestaciones Extra-Articulares.
Existen tres tipos de tratamientos, los cuales se combinan de diferentes maneras en función de la gravedad de la enfermedad y las características particulares de cada paciente.
Los constituyen los analgésicos y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Su acción es rápida, pero su efecto desaparece también rápidamente unas horas después de su administración.
Comparten acciones antiinflamatorias con otras más complejas similares a las de los FAME. Son los fármacos más eficaces para controlar la inflamación articular en muy poco tiempo, ya sea en forma de comprimidos, inyecciones o como tratamientos intra-articulares (infiltraciones).
Aunque los tratamientos sintomáticos y los corticoides juegan un papel importante en el manejo de la artritis reumatoide, la base fundamental de la terapia de la AR la constituyen los tratamientos modificadores de la enfermedad o FAME. Estos fármacos son capaces de actuar sobre las células y las moléculas que participan en la inmunidad y por tanto sobre los mecanismos que dan lugar a los diferentes síntomas de la artritis reumatoide cambiando el curso natural de la enfermedad.
“Los especialistas en reumatología permanecemos en constante actualización de los avances en el tratamiento de esta enfermedad con una visión multidisciplinaria con la finalidad de evitar una complicación discapacitante y comorbilidades asociadas al padecimiento como lo son las cardiovasculares, así como el incremento de su calidad de vida” dice el reumatólogo David Vega, profesor adjunto del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario “Dr. José Eleuterio González” de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
La capacitación médica contribuye al incremento del conocimiento de padecimientos como la artritis reumatoide, donde la relación entre el médico y el paciente es primordial para lograr el objetivo terapéutico. Al abonar positivamente con iniciativas en pro de la comunidad médica, también logramos beneficiar a los pacientes para que puedan desarrollarse con éxito y sin dolor en sus actividades cotidianas, finalizó Omar Tomey, director médico de AbbVie México.
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