Que no duermas bien por la noche quizá no te disuada de tomar mucho café, pero andar nervioso, con el pulso acelerado y somnoliento a lo largo del día son signos inequívocos de exceso de cafeína.
Además, ésta y otros compuestos de la bebida, como los catecoles, pueden irritar el estómago y producir acidez y dolor. Si te pasan estas cosas es que bebes mucho café.
Este alimento está repleto de grasa saturada, sustancia asociada con la falta de memoria. La digestión de esta grasa es más lenta, lo que hace que el ácido gástrico refluya al esófago. Lleva un registro de tu consumo de queso y tus accesos de agruras para saber si hay alguna conexión.
Para calmar el antojo de alimentos cremosos, sustituye el queso por puré de frijol blanco.
No esperes a que el dentista te lo diga; sólo fíjate en tus niveles de energía y estado de ánimo. Consumir mucha azúcar eleva la glucosa sanguínea, y una vez que ésta baja, puede agotarte y provocarte depresión.
La hipertensión es otra señal. Al comprar yogur, aderezos o cereales, escoge los que contengan poca o ninguna azúcar añadida. Conoce 11 formas en las que el azúcar afecta a tu cuerpo.
Ingerir mucha nubla la mente. Para consumir menos sal, prefiere los alimentos frescos a los empacados; por ejemplo, hazte un sándwich con pavo cocinado en casa en vez de ponerle jamón.
Y no abuses del salero: en media cucharadita hay casi 1,200 miligramos de sal, es decir, por lo menos la mitad de la ingesta máxima recomendada al día.
Esto les va a interesar a los veganos y a los vegetarianos: la hinchazón de pies y tobillos indica carencia extrema de proteínas, cuya función es evitar la filtración de agua y sal al tejido circundante.
La falta de vitamina B12, que se halla casi exclusivamente en los productos de origen animal, puede producir fatiga y palidez debida a anemia, condición en la que no hay suficientes glóbulos rojos en la sangre para llevar oxígeno a todo el cuerpo.
Si juraste dejar la carne, consume más cereales enriquecidos con vitamina B12. Las entradas a base de frijoles son excelentes para ingerir más proteínas.
Si sientes cansancio o hambre todo el tiempo, quizá necesites consumir más grasas “buenas”, como las monoinsaturadas del aceite de oliva, las cuales prolongan la sensación de saciedad. ¿No logras concentrarte?
Las grasas monoinsaturadas también aumentan la producción de acetilcolina, un neurotransmisor que estimula el aprendizaje y la memoria. Además, estas grasas guardan calor y humedad.
Los escalofríos constantes y la resequedad de la piel pueden indicar que tu cuerpo necesita más material aislante.
Aunque los ácidos grasos omega 3 que contiene este pescado se llevan todo el crédito, basta con consumir 85 gramos de salmón enlatado para obtener el 100 por ciento de la ingesta diaria recomendada de vitamina D, que es difícil de hallar en otros alimentos (el cuerpo la sintetiza a partir de la luz solar, pero ésta escasea en el invierno).
Los síntomas de carencia de este nutriente asustan un poco: te suda la frente aunque no te ejercites ni tengas calor, y te duelen los huesos, músculos y articulaciones.
Por otro lado, un resfriado que no cede también puede indicar falta de vitamina D, que es indispensable para el sistema inmunitario y para la regeneración de los huesos.
¿Sufres estreñimiento? Es posible que estés consumiendo poca fibra, la cual ayuda a regular la función intestinal y acelera el ritmo de la digestión. ¿Te aprietan los pantalones?
La fibra prolonga la sensación de saciedad, que es clave para guardar la línea. Según algunos investigadores, existe un vínculo entre el bajo consumo de fibra y la diverticulitis, trastorno que produce dolor e irritación en el intestino grueso, así como distensión abdominal, diarrea, vómito y fiebre.
Media taza de lentejas aporta casi el doble de fibra que una manzana.