Ya se ha marchado el verano y es tiempo de que hagas algunas adecuaciones en tus cosméticos para que puedas resolver los problemas que los elementos dejaron en tu cuerpo durante esa temporada, como la sensación de una piel más seca, áspera y con falta de luminosidad debido al sol, el cloro de las piscinas y la sal del mar que dañan la barrera cutánea, favoreciendo la pérdida de agua, provocando tirantez, irritación y descamación.
Por eso María Agustina Segundo, dermatóloga especialista del Hospital Universitario del Sureste de Madrid y del Sclinic, detalló en una entrevista con Europa Press que, con la explosión solar, el viento, la sal y el cloro de las piscinas, la piel pierde agua considerablemente, además de la que se origina por el sudor con las altas temperaturas.
La piel se vuelve más seca, con más tendencia a la descamación, de forma que se nota como áspera y tirante, y si bien se sabe que una forma de defensa ante el sol de la piel es el bronceado (producido por la síntesis de la melanina), otro mecanismo frente a la exposición a la radiación del astro rey de forma prolongada es el aumento de grosor de la epidermis, como si la piel quisiera crear una barrera física, dice la especialista.
Ella además sostiene que el cloro de las piscinas o la sal del mar pueden sensibilizarla y es frecuente, sobre todo en los primeros días, que se sienta una sensación de picor, escozor o incluso irritación de la piel.
Tanto el cloro como la sal se depositan en la piel, dice Agustina Segundo, y aumentan la pérdida de agua transepidérmica, como si fueran esponjas. Los componentes de la sal de mar y el cloro pueden actuar como irritantes, sobre todo en las pieles más sensibles y producir dermatitis.
Por eso es recomendable aclararse con el agua de la ducha y aplicar algún producto “aftersun” o alguna crema calmante después de la exposición al sol.
Destaca la doctora que luego del verano se vuelve a los hogares donde la contaminación es un agente importante que daña la salud de la piel; además de la sequedad ambiental, el frío e incluso los cambios de temperatura de frío a calor con las calefacciones, todo eso hará que la piel esté más seca y descamada y se vuelva más sensible con tendencia a rojeces y dermatitis.
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Por lo que ella considera que se debería aumentar la hidratación corporal usando lociones o cremas hidratantes que contengan urea, glicerina o pantenol, que ayudan a retener agua en la piel.
En cuanto al cuidado de la piel, los antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E, la coenzima Q10, el ácido frutícola ayudarán a mitigar los daños de la contaminación, y los agentes calmantes y antiinflamatorios como la niacinamida, el bisabolol o la caléndula auxilian a impedir que la piel se sensibilice.
La dermatóloga precisa que, según la rutina que se tenga, hay que considerar qué se necesita.
- Combatir la piel deshidratada con geles cremosos de limpieza o aceites de baño, lociones o cremas superhidratantes, por ejemplo aquellas con urea, que además ayudan a eliminar las células muertas; junto a esto es recomendable realizar una exfoliación periódica para suavizar y uniformar la piel.
- Combatir la falta de luminosidad con antioxidantes como la vitamina C, ácido ferúlico o coenzima Q10, alfa hidroxiácidos como el glicólico, alternando con retinol y la concentración que se tolere.
- Combatir las manchas si han aparecido combinando agentes antioxidantes, como la vitamina C, con despigmentantes como la hidroquinona, ácido tranexámico, ácido kojico o retinol. No es necesario que se cambie todo, pero sí se debe adaptar la rutina a las nuevas condiciones de la piel para ayudarla a recuperarse.
Aunado a eso, la especialista recomienda cuidar la piel del sol todo el año, ya que, aunque no se sienta el calor, las radiaciones UVB y UVA siguen llegando a la piel y acumulando su efecto.