Es un patrón de pensamiento en el que uno se siente víctima de las circunstancias, con una actitud de «a mí siempre me pasa lo mismo» y una tendencia a culpar a los demás...
¿Alguna vez has conocido a alguien que siempre se queja de lo mal que le va? ¿Alguien que cree que el mundo está en su contra y que nunca tiene suerte? Si es así, es posible que estés ante un caso de síndrome de Calimero o mentalidad de víctima.
Y es que quejarnos no está mal, pues sirve como una válvula de escape en alguna situación. En una buena medida, la queja es una forma de desahogarse, de expresar una emoción, de liberar una tensión. El problema viene cuando se vuelve una forma de relación permanente.
¿Qué es el síndrome de Calimero?
El síndrome de Calimero es una actitud mental caracterizada por la tendencia a sentirse víctima de las circunstancias. Las personas que padecen este síndrome creen que siempre les pasan cosas malas, que el mundo está en su contra y que no tienen la culpa de lo que les sucede. Esta actitud puede estar relacionada con una baja autoestima, inseguridad, ansiedad o depresión. Se dice: calimero es una injusticia, porque siempre cree que todo lo malo le va a pasar a él.
Este síndrome recibe su nombre del personaje de dibujos animados Calimero, un pollito negro que siempre se queja de que es el más desafortunado.
Según el especialista, este síndrome se caracteriza por:
Un fuerte sentimiento de injusticia: el individuo piensa que es víctima de la mala suerte, de un trato desigual. Algunas personas creen que la vida es más dura con ellas que con los demás, tanto si se trata de una sensación justificada como si no.
Quejas y lamentos recurrentes: las personas con este síndrome expresan su sentimiento de injusticia quejándose con frecuencia o incluso de forma constante. Siempre ven el vaso medio vacío y observan el mundo con una mirada negativa. Tienen una actitud que se podría tachar de “quejica” y dan la impresión de ser como un disco rayado. Si alguien de tu equipo tiene este perfil, es posible que a largo plazo te resulte un poco irritante.
Sin embargo, Saverio Tomasella explica que la queja suele ser la expresión de un sufrimiento inconsciente más profundo cuyas raíces se encuentran en el pasado de la persona.
Causas
De acuerdo a Zero Blog una página de psicólogos profesionales las causas son diversas como:
Experiencias traumáticas o negativas en la infancia: Los niños que sufren abusos, negligencia o abandono pueden desarrollar una mentalidad de víctima como mecanismo de defensa.
Insatisfacción personal: Las personas que se quejan con frecuencia a menudo tienen una sensación constante de insatisfacción en su vida. Pueden sentir que las cosas no van como deberían o como ellos esperan, lo que los lleva a quejarse constantemente.
Baja tolerancia a la frustración: Las personas que tienen una baja tolerancia a la frustración pueden sentirse abrumadas o desanimadas cuando las cosas no van según lo planeado. Como resultado, pueden expresar sus frustraciones y quejas con más facilidad que las personas que tienen una mayor tolerancia.
Falta de habilidades sociales: A veces, las personas que se quejan con frecuencia no saben cómo expresar sus sentimientos o inquietudes de manera adecuada. Es posible que no tengan las habilidades sociales necesarias para resolver conflictos o comunicar sus necesidades de manera efectiva.
Necesidad de atención: Algunas personas pueden utilizar las quejas como una forma de llamar la atención de los demás. Pueden sentirse ignorados o subestimados, y utilizar la queja como una forma de obtener la atención que necesitan.
Problemas de salud mental: La ansiedad, la depresión y otros problemas de salud mental pueden hacer que una persona se sienta abrumada o infeliz. Como resultado, es posible que expresen sus emociones negativas a través de la queja.
Cómo superar el síndrome de Calimero
La responsabilidad y la culpa no están en la misma escala. En lugar de quejarnos de los aspectos negativos de la vida, sería saludable cambiar nuestro enfoque hacia la búsqueda de soluciones, hacia lo que podemos hacer para no perpetuar la negatividad, para “reconfigurar nuestro camino” y alcanzar el equilibrio. Del mismo modo, cuando nos encontramos con alguien que pasa por un mal momento, nuestra respuesta inicial no debería ser reaccionar negativamente, sino darnos cuenta de que detrás de un patrón de comportamiento diferente, probablemente haya una cantidad significativa de sufrimiento.
Enfatizar la importancia del pensamiento positivo y la visualización de objetivos: Ayuda a los clientes a desarrollar una mentalidad proactiva en la que puedan concentrarse en sus objetivos y visualizar un futuro positivo.
Fomentar la autodeterminación: Enséñales a los clientes a tomar decisiones conscientes y a asumir la responsabilidad de sus acciones, en lugar de culpar a los demás o a las circunstancias externas.
Trabajar en habilidades de afrontamiento: Enséñales a los clientes habilidades efectivas para manejar el estrés y la adversidad, como la resolución de problemas, la comunicación efectiva y la atención plena.
Enseñar habilidades de resiliencia: Ayuda a los clientes a desarrollar habilidades para enfrentar y superar los obstáculos, y a aprender de las situaciones difíciles para poder crecer y mejorar.
Comunicóloga por la UNAM. Redactora de temas de bienestar general. Apasionada del mundo digital, soy geek, metalera, petfriendly. Fan de las pelis de terror y el anime. Una de mis frases favorita es: "Yo solo sé que no sé nada” de Sócrates.