Los meses que hemos permanecido encerrado en casa con tan solo unas cuantas salidas indispensables han implicado cambios de rutina, abandono de ciertos hobbies, y, en general, adaptar nuestra vida y nuestras actividades al contexto necesario, pero molesto de la pandemia.
Hemos experimentado ansiedad, enojo, aburrimiento, miedo, frustración y ha habido cambios visibles como dejar de hacer ejercicio, comer en exceso, insomnio, situaciones que se han convertido en fuentes añadidas de malestar.
Estas reacciones son comprensibles, así que puede parecernos ilógico que existan personas que no desean que esto termine ya. Poder salir nuevamente a la calle, ver a la familia, los amigos y regresar a nuestras actividades cotidianas, aunque estas se planteen dentro de una “nueva normalidad” no resulta atractivo para todos.
Hay quienes pueden experimentar miedo y ansiedad de reincorporarse a las actividades. A esa actitud se le conoce como ‘Síndrome de la cabaña’ en alusión a la cabaña como ese lugar seguro en el que se ha pasado este tiempo.
Si tú eres una de estas personas o conoces a alguien no te preocupes, es un fenómeno psicológico natural ante tanto tiempo de confinamiento y esto es más fuerte si se ha pasado sin compañía.
“Quien experimenta el ‘Síndrome de la cabaña’ se adaptó a las circunstancias, encontró en el aislamiento social seguridad, tranquilidad, más horas de sueño, etc., y salir nuevamente implica renunciar a esta zona de confort”, explica Circe Montes de Oca, coach de apoyo psicoemocional en Pronokal México.
“Pero también puede significar reincorporarse a contextos que resultan poco estimulantes como el regreso al estrés del transporte público, el tráfico, un ambiente laboral desagradable y hasta exponerse al mundo exterior con kilos de más” precisa la especialista.
La pandemia sigue su curso y el riesgo de contagio es real. Si alguien cercano enfermó, si esta experiencia fue complicada e, incluso, hubo alguna perdida personal, se convierte en un escenario de vulnerabilidad en donde el miedo es comprensible.
Pero lo que es particularmente difícil para las personas que experimentan este síndrome es la sensación de que todo está fuera de su control y no tienen las habilidades necesarias para afrontarlo.
Evitan salir renunciando a cosas valiosas para su vida (regresar al gimnasio o ver a los amigos) y experimentan episodios de ansiedad intensa al anticipar aquellas tareas que no podrá eludir.
Ambas condiciones significan un sufrimiento que disminuye la calidad de vida y pone el riesgo cosas importantes para la persona.
Empieza saliendo a calles cercanas de casa y por un tiempo corto, puede ser acompañado y después intentarlo a solas.
Es recomendable salir a hacer algo que te resulte agradable (pasear a tu mascota, tomar el sol, sentarte a leer en un parque, hacer caminata) para que de manera natural quieras volver a intentarlo.
Puedes hacer un calendario en donde definas con anticipación qué día(s) y en qué momento llevarás a cabo la tarea.
Al final pregúntate cómo te sentiste, qué sientes por ese logro y, sobre todo, enfócate en que todo está bien. No esperes a sentirte bien o con ganas para hacerlo, simplemente ¡Hazlo! Verás que después llega la sensación de mejoría y confianza.
Cubrebocas, gel antibacterial, estornudo de etiqueta y mantener la sana distancia te dará sensación de seguridad.
Evita el contacto excesivo con noticias que alienten tu miedo. Busca fuentes confiables, pues las redes sociales no suelen ser lo mejor.
Estos espacios suelen recolectar miedos de los que estás intentando distanciarte. Es importante estar informado, pero con medida.
Los mensajes, llamadas y otros recursos son medios eficaces y seguros para no renunciar al contacto social que es más que lo presencial.
Si te das cuenta que te has alejado, recupera a esas personas importantes con las que tienes la experiencia de momentos agradables. Puedes incluso compartir con ellos cómo te sientes, verás que obtendrás mensajes que te darán la confianza que buscas.
Si esto no es suficiente para sentirte mejor busca ayuda profesional. No hay nada malo en ti, estás respondiendo para protegerte, pero esta solución es momentánea y después será un problema mayor.
Tener miedo es normal, es una respuesta natural a lo que estamos viviendo, pero no permitas que te aleje de lo que valoras ni de la vida que deseas, finaliza Montes de Oca.
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