Síntomas: piernas hinchadas, dificultad para respirar
Notó que sus piernas se hinchaban. También se sentía fatigado y comenzó a perder peso. Parece ser que el medicamento le provocó cirrosis.
A Alberto le diagnosticaron enfermedad de Crohn a los 20 años, pero logró controlar el malestar en su sistema digestivo con una dieta adecuada y medicamentos. En mayo de 2014, dos años después de haber empezado un régimen con metotrexato, fármaco supresor del sistema inmunitario que reduce la inflamación, notó que sus piernas se hinchaban. También se sentía fatigado y comenzó a perder peso. El médico le dijo que era cirrosis; la medicina para tratar la afección que padecía le había causado un daño irreparable en el hígado.
Le recetaron otro antiinflamatorio para tratar los síntomas. No obstante, sus brazos y manos se hincharon como globos y su piel lucía inflada y tensa. Tenía edema: una inflamación causada por exceso de líquido en los tejidos.
A los siete meses del diagnóstico de cirrosis, Alberto empezó a tener dificultades con sus piernas y le costaba caminar y respirar. Su médico le pidió que se hiciera un ecocardiograma, pues los últimos síntomas podían sugerir una cardiopatía.
El estudio reveló que Alberto padecía fracción de eyección disminuida, una medida de la cantidad de sangre que bombea el corazón cuando se contrae. Le diagnosticaron insuficiencia cardiaca aguda descompensada (agravamiento repentino de los síntomas), pero los cardiólogos no lograban descubrir el motivo.
No había antecedentes de cardiomiopatía (afección caracterizada por la presencia de anomalías en el corazón) en su familia, tampoco señales de inflamación, y el angiograma solo mostraba arterias de aspecto saludable.
A inicios de 2015, Alberto se sentía muy debilitado y deprimido. Mientras los médicos trataban de encontrar la raíz del problema, los cardiólogos recetaron un sinfín de fármacos para la insuficiencia cardiaca, pero su presión arterial había bajado tanto que él ya no podía tolerar el tratamiento. Entonces, Alberto fue referido al médico Nir Uriel.
“Sus padres tuvieron que llevarlo en silla de ruedas a la clínica, ya que él no tenía fuerza para caminar”, comenta Uriel. “Padecía insuficiencia cardiaca en etapa final”.
Nir comenzó a evaluar a Alberto para un trasplante combinado de hígado y corazón, mientras intentaba determinar la causa de sus problemas cardiacos. “Como ya se había sometido a muchos estudios, probamos pensar desde otra perspectiva para detectar algo nuevo”.
Uriel se preguntaba si la enfermedad de Crohn podría estar provocando su estado, pues esta dificulta la absorción de nutrientes. En los análisis de sangre evaluó la concentración de minerales esenciales para el corazón y encontró deficiencia de selenio, algo que nadie había notado.
“El selenio es responsable de la actividad eléctrica entre las células en el corazón. Su deficiencia puede provocar cardiomiopatía”, explica Nir, y agrega que les tomó meses identificar la causa de las complicaciones, ya que Alberto estaba muy delicado. “En verdad pensamos que su corazón había dejado de funcionar”.
Tras consultar a un nutricionista para determinar cómo revertir la deficiencia, al paciente le administraron selenio vía intravenosa. En unos días, la salud de Alberto mejoró notablemente. “Seis meses más tarde, su corazón se había recuperado por completo”, afirma Uriel, “ya no era necesario el trasplante”.
Si bien Nir reconoce que fue un giro poco convencional en un caso de insuficiencia cardiaca, sostiene que esto muestra la importancia de preocuparse por lo que puede estar faltando en la sangre, sobre todo en alguien con problemas de absorción de nutrientes. Tras dejar el hospital, Alberto modificó su régimen de medicación y sigue una dieta que incluye complementos de selenio.
Hoy, dos años después del inicio de la odisea, Alberto ha regresado al trabajo y ha retomado el golf con un corazón sano.