En Estados Unidos se retiraron del mercado ensaladas empacadas al menos ocho veces en 2012, por lo general debido a contaminación con la bacteria Listeria monocytogenes (por suerte, no hubo registro de enfermos).
Sin embargo, lavar una ensalada cuyo empaque dice “Lista para comer” no ayuda… y puede resultar dañino. “Una vez que las bacterias patógenas se adhieren a las hojas es difícil eliminarlas enjuagándolas con agua”, afirma Michelle Smith, experta en seguridad de la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos.
“Lo más probable es que contamines la ensalada con las bacterias presentes en tus dedos, las tablas de picar y el fregadero”, añade Smith.
Eso sí, cuida que las hojas no estén deterioradas, pues los alimentos son más vulnerables a los microbios cuando su superficie empieza a echarse a perder.
Conclusión: no vuelvas a lavar ensaladas empacadas listas para comer. En cuanto al deterioro, “yo revisaría con cuidado las hojas de la parte superior de la bolsa al sacarlas”, dice Smith.
“Si empezaran a echarse a perder, tiraría toda la bolsa. Si la mayoría de las hojas estuvieran bien y hubiera algunas pegajosas en el fondo de la bolsa, usaría las de arriba y desecharía las hojas viscosas y las que pudieran haber tocado”.
Tal vez hayas oído decir que los utensilios de cocina antiadherentes son un peligro para la salud. El villano es el ácido perfluoroctánico (PFOA, por sus siglas en inglés), un compuesto hoy en estudio como posible carcinógeno humano.
Algunos fabricantes utilizan PFOA para hacer que la capa antiadherente de sus utensilios se distribuya de modo uniforme sobre ellos. La mayor parte de la sustancia se quema antes de que los utensilios salgan de la fábrica.
Kurunthachalam Kannan, del Departamento de Salud del Estado de Nueva York, y sus colegas observaron que unos utensilios antiadherentes nuevos calentados a temperaturas de entre 180 y 228 °C emitían PFOA, tanto al aire como en el agua calentada en esos utensilios, pero que las cantidades de la sustancia eran “muy bajas”, variaban considerablemente de una marca a otra y disminuían con cada uso de algunas marcas (el estudio no mencionó ninguna de las marcas evaluadas).
“El nivel más alto de PFOA fue al menos 100 veces menor al nivel considerado preocupante por diversos estudios realizados con animales”, concluyó consumerreports.org.
A algunas personas también les preocupa que, cuando se calientan, los recubrimientos antiadherentes se desintegren y liberen partículas y vapores tóxicos, pero esto sucede sólo cuando los utensilios de cocina se calientan a más de 260 °C.
Conclusión: no necesitas tirar tus utensilios antiadherentes. Sólo evita calentarlos más allá de los límites indicados por el fabricante.
El arroz es un alimento básico en muchos países. En Estados Unidos, por ejemplo, la gente consume un promedio de 11 kilos al año. Pero, ¿es seguro?
La revista Consumer Reports hace poco encontró niveles “preocupantes” de arsénico inorgánico —un carcinógeno humano— en casi todos los alimentos hechos con arroz que analizó.
Este elemento tóxico está presente en muchos alimentos, entre ellos frutas, verduras y granos, pero el arroz absorbe el arsénico del suelo y el agua con más facilidad que otros cereales.
Los consumidores que cuidan su salud confían en el arroz integral, que contiene aún más arsénico. En las pruebas de Consumer Reports, un cuarto de taza de arroz blanco crudo contenía entre 1 y 7 microgramos de arsénico inorgánico, en tanto que el integral contenía entre 4 y 10 microgramos.
¿Por qué la diferencia? El arroz integral suele contener más arsénico porque éste se concentra en las capas exteriores, que son retiradas del arroz blanco.
Las galletas de arroz contienen de 2 a 8 microgramos de arsénico por porción, mientras que los cereales de arroz calientes y listos para comer contienen entre 2 y 7 microgramos.
Estos niveles son al menos cinco veces mayores que los encontrados en otros cereales, como la avena.
Los estudios indican que la gente expuesta a grandes cantidades de arsénico por muchos años corren mayor riesgo de morir de cáncer.
En Bangladesh, por ejemplo, personas que bebieron agua de la llave que contenía de 50 a 149 microgramos de arsénico por litro durante un lapso de entre 20 y 30 años, eran 44 por ciento más propensas a morir de cáncer que las que bebieron agua con menos arsénico.
En Estados Unidos la gente está expuesta a niveles mucho más bajos (el límite oficial de la cantidad total de arsénico en el agua potable es de 10 microgramos por litro), pero no hay suficientes datos para establecer un límite a la cantidad de arsénico inorgánico en los alimentos.
Conclusión: cuanto menos arsénico ingieras, tanto mejor. Consumer Reports recomienda a los adultos no comer más de 1.5 a 2 tazas de arroz cocido (integral o blanco) a la semana.
Y he aquí cómo reducir el riesgo: enjuaga el arroz, cocínalo en seis partes de agua por una de arroz hasta que se ablande y luego escurre el agua extra. Esto elimina casi la mitad del arsénico.
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